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Colombia es uno de los países más desiguales del mundo y a veces siento que hay parte de la sociedad que no entiende, ni quiere entender, la gravedad de la situación. Según la OCDE y el último informe sobre Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, una familia en nuestro país, ubicada en lo más bajo de la estructura de ingresos, puede tardar 200 años, es decir, 10 generaciones, para conseguir llegar a tener un ingreso medio. Colombia tiene la peor movilidad social de los países de la OCDE, y de paso, del mundo.
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Parte de esta profunda desigualdad está explicada por la mala calidad y el bajo nivel educativo. El informe de Equidad y Movilidad Social de la Universidad de los Andes revela que, a mayor nivel educativo de los padres y madres, mayor es la probabilidad de movilidad social de sus hijos. Esta situación mejora a medida que la madre tiene un nivel educativo más alto. Esto implica que los hijos tendrán mejores ingresos si sus madres poseen un mayor nivel educativo.
En Colombia, esta desigualdad se ha venido corrigiendo con dos mecanismos fundamentales: aumentando la infraestructura educativa y mejorando la calidad educativa gracias a nuevos métodos de enseñanza, mejor tecnología y más innovación pedagógica. Sin embargo, no nos digamos mentiras, hay un grupo poblacional que ha estado excluido de esta política y es el de las personas mayores. Muchas de ellas, en el pasado, no tuvieron acceso al sistema educativo o, en el mejor de los casos, ingresaron al colegio, pero no lograron terminar el bachillerato.
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Según la Encuesta Multipropósito de Bogotá, hay 905.000 personas mayores de 50 años que no son bachilleres. Estas personas han luchado toda su vida para sacar adelante a sus familias, generando ingresos de diversas maneras. Una de las mejores formas de apoyar la movilidad social en Bogotá es apoyar decididamente el programa de bachillerato flexible de la secretaría de Educación.
Si logramos que estas personas alcancen un nivel educativo más alto, no solo mejoraremos sus expectativas laborales y sociales, sino también las de sus hijos e hijas. Como lo muestra la evidencia científica, cuanto más alto sea el nivel educativo de la madre, mayor será la probabilidad de mejora en la movilidad social y generación de ingresos para sus hijos.
En Bogotá, desde hace varios años se ha venido implementado el programa de bachillerato flexible para personas mayores, con más de 60 colegios ofreciendo este servicio, principalmente en la jornada nocturna. Es un programa que está en el corazón del distrito y que muchas familias no conocen. Entre 2020 y 2024, toda persona mayor que solicitó un cupo pudo acceder y terminar su bachillerato. No obstante, el rezago es tan grande que se requiere un esfuerzo mucho mayor.
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Para fortalecer este programa, es crucial ampliar la oferta y superar los 100 colegios con este servicio, abriendo más cupos en áreas con mayores necesidades como Suba, Kennedy, Bosa, Ciudad Bolívar, Engativá, San Cristóbal y Usme. También es necesario utilizar los equipamientos públicos bajo el concepto de multiusos establecido en el POT. Los jardines, las Casas de Igualdad, Las Casas de Justicia y las alcaldías locales pueden ser escenarios para impartir el programa. La Alcaldía de Bogotá tiene cientos de equipamientos que no necesariamente deben cerrar a las 5pm. Un jardín infantil, que cierra a las 5pm, puede convertirse en un aula de clase desde las 6pm.
El programa debe transitar de ser un programa netamente basado en la oferta y convertirse en un programa mixto. Es posible “llevar” el programa a las empresas privadas y entidades públicas para que las personas sin bachillerato inicien y terminen su bachillerato. Las clases pueden darse en los lugares de trabajo y deben ofrecerse en todas las entidades distritales.
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Para las empresas privadas, esto es un incentivo a la productividad. Las clases no deben ser necesariamente en la noche, pueden ofrecerse los sábados y domingos cerca del hogar o en el lugar de trabajo, adaptándose a las responsabilidades de las personas. Para mejorar los incentivos, cada beneficiario que sea cuidador o cuidadora debe vincularse oficialmente al sistema de cuidado de Bogotá.
Nunca es tarde para aprender. Mejorar el nivel educativo de las personas mayores de 50 años es igual de pertinente que mejorar la calidad educativa de la primera infancia. El bienestar y la movilidad social requieren de acciones transversales. Es hora de que Bogotá dé un paso adelante y apoye decididamente a aquellos que, pese a las dificultades, aún tienen el deseo y la necesidad de aprender.