Opinión: ¿para qué gobernar? pregunta clave en Bogotá
Para la administración distrital y los gobiernos locales se vienen tres meses, con la construcción de sus respectivos planes de desarrollo, donde tendrán que responder esta pregunta.
José David Riveros Namen
¿Cuál es el objetivo del gobierno? ¿Cuál va a ser su legado? Son preguntas que constantemente se hacen los gobernantes y, a su vez, frecuentemente les están recordando a sus asesores de comunicaciones estratégicas. Aunque alguien crea que se ha preparado toda su vida para hacerlo, éstas son tareas complejas de resolver. Normalmente, empiezan a responderse de dos maneras que no necesariamente son las correctas. Primero, se tiende a caer en lugares comunes como, por ejemplo: para disminuir la desigualdad, para mejorar la calidad de la vida de la gente y así sucesivamente. Estas son respuestas insulsas, vagas, que no denotan el carácter de un gobierno en particular.
Cualquiera, no importa si es de izquierda, de derecha o de centro podría contestar igual. La segunda opción de respuesta es empezar a enlistar un sinnúmero de metas, con uno que otro indicador, para buscar mejorar en algo particular. Si bien estas pueden ser más concretas y tienen la ventaja de ser medibles, no dejan de ser respuestas que corren el riesgo de ser profundamente técnicas que poco o nada les transmiten a los ciudadanos o incluso que, a pesar del enorme esfuerzo que se hace para mejorar, la ciudadanía ni lo siente.
Los gobiernos locales tienen una primera oportunidad para contestar estas preguntas durante los próximos tres meses, en la construcción de sus respectivos planes de desarrollo. En el caso particular de Bogotá, ya empezó esa tarea con la conformación, en el curso del mes de enero, de los Consejos de Planeación Local (CPL). Este es uno de los primeros pasos en un proceso complejo y técnico, pero que a la vez tiene que estar lleno de contenido político (en el buen sentido de la palabra) para que justamente quede plasmada esa huella, ese legado, que el gobierno quiera construir. Al finalizar febrero, se debe tener un primer documento para aprobación del Consejo de Gobierno, pero más importante para discusión con el Consejo Territorial de Planeación Distrital (CTPD).
El CTDP es la instancia de participación con presencia de múltiples representaciones de sectores económicos, sociales, comunitarios, ambientales y un importante número de ciudadanos, para discutir, aportar y contribuir en la construcción del Plan Distrital de Desarrollo (PDD). Este escenario es una oportunidad de oro para que ese primer documento se nutra de dos cosas esenciales. La primera, bajarle al lenguaje técnico lleno de exceles, sin alma ni corazón, de los cuales abusan en las oficinas de planeación de las entidades. La segunda, es una prueba de fuego para saber si lo que se ha construido realmente está alineado con las necesidades y prioridades de la ciudadanía.
La cantidad de obstáculos o dificultades del día a día, de la vida real, de la calle, los barrios, que se logran identificar son enormes. Así mismo, los ciudadanos tienen propuestas, soluciones y acciones, que quieren proponer y que pueden resultar profundamente eficientes. Es aquí donde el PDD debe coger aún más contenido para responder: ¿para qué gobernar?
Por supuesto, el ejercicio no arranca hasta ahora. La ciudadanía eligió un programa de gobierno el cual es uno de los principales insumos. El alcalde y su equipo tienen una visión y unos objetivos que han venido construyendo desde la campaña. Entre estos se ha hecho énfasis particular en asuntos de seguridad que, sin duda, es una preocupación de la ciudadanía. Sin embargo, si este fuese el eje del PDD se puede correr el riesgo de que, a pesar de los enormes esfuerzos, la ciudadanía no lo sienta o perciba.
Otro asunto que ha sido constantemente mencionado es el programa denominado: Bogotá sin hambre 2.0. Fundamental para un gobernante poder decir con total certeza que nadie en su ciudad pasa necesidades para alimentarse diariamente. Esto también tendrá una íntima relación con las acciones que se ejecuten en relación con el desarrollo económico y particularmente en la economía popular, que también ha sido un asunto ampliamente mencionado por el alcalde. Por último, los temas de infraestructura en los que Bogotá está en un momento de transición definitivo.
A partir de estos temas es donde se puede elaborar la mejor respuesta a ¿para qué gobernar? Con una narrativa que logre agrupar todos los objetivos sectoriales y acercar a la ciudadanía, de manera sencilla, a esos resultados que al final de un gobierno dejan huella y recordación. El éxito en la combinación entre el programa de gobierno, los aportes de los técnicos y la participación ciudadana serán determinantes para que, a finales de abril, cuando se deba presentar el proyecto al Concejo, se logre dar una respuesta en el PDD y se empiece a construir un legado.
¿Cuál es el objetivo del gobierno? ¿Cuál va a ser su legado? Son preguntas que constantemente se hacen los gobernantes y, a su vez, frecuentemente les están recordando a sus asesores de comunicaciones estratégicas. Aunque alguien crea que se ha preparado toda su vida para hacerlo, éstas son tareas complejas de resolver. Normalmente, empiezan a responderse de dos maneras que no necesariamente son las correctas. Primero, se tiende a caer en lugares comunes como, por ejemplo: para disminuir la desigualdad, para mejorar la calidad de la vida de la gente y así sucesivamente. Estas son respuestas insulsas, vagas, que no denotan el carácter de un gobierno en particular.
Cualquiera, no importa si es de izquierda, de derecha o de centro podría contestar igual. La segunda opción de respuesta es empezar a enlistar un sinnúmero de metas, con uno que otro indicador, para buscar mejorar en algo particular. Si bien estas pueden ser más concretas y tienen la ventaja de ser medibles, no dejan de ser respuestas que corren el riesgo de ser profundamente técnicas que poco o nada les transmiten a los ciudadanos o incluso que, a pesar del enorme esfuerzo que se hace para mejorar, la ciudadanía ni lo siente.
Los gobiernos locales tienen una primera oportunidad para contestar estas preguntas durante los próximos tres meses, en la construcción de sus respectivos planes de desarrollo. En el caso particular de Bogotá, ya empezó esa tarea con la conformación, en el curso del mes de enero, de los Consejos de Planeación Local (CPL). Este es uno de los primeros pasos en un proceso complejo y técnico, pero que a la vez tiene que estar lleno de contenido político (en el buen sentido de la palabra) para que justamente quede plasmada esa huella, ese legado, que el gobierno quiera construir. Al finalizar febrero, se debe tener un primer documento para aprobación del Consejo de Gobierno, pero más importante para discusión con el Consejo Territorial de Planeación Distrital (CTPD).
El CTDP es la instancia de participación con presencia de múltiples representaciones de sectores económicos, sociales, comunitarios, ambientales y un importante número de ciudadanos, para discutir, aportar y contribuir en la construcción del Plan Distrital de Desarrollo (PDD). Este escenario es una oportunidad de oro para que ese primer documento se nutra de dos cosas esenciales. La primera, bajarle al lenguaje técnico lleno de exceles, sin alma ni corazón, de los cuales abusan en las oficinas de planeación de las entidades. La segunda, es una prueba de fuego para saber si lo que se ha construido realmente está alineado con las necesidades y prioridades de la ciudadanía.
La cantidad de obstáculos o dificultades del día a día, de la vida real, de la calle, los barrios, que se logran identificar son enormes. Así mismo, los ciudadanos tienen propuestas, soluciones y acciones, que quieren proponer y que pueden resultar profundamente eficientes. Es aquí donde el PDD debe coger aún más contenido para responder: ¿para qué gobernar?
Por supuesto, el ejercicio no arranca hasta ahora. La ciudadanía eligió un programa de gobierno el cual es uno de los principales insumos. El alcalde y su equipo tienen una visión y unos objetivos que han venido construyendo desde la campaña. Entre estos se ha hecho énfasis particular en asuntos de seguridad que, sin duda, es una preocupación de la ciudadanía. Sin embargo, si este fuese el eje del PDD se puede correr el riesgo de que, a pesar de los enormes esfuerzos, la ciudadanía no lo sienta o perciba.
Otro asunto que ha sido constantemente mencionado es el programa denominado: Bogotá sin hambre 2.0. Fundamental para un gobernante poder decir con total certeza que nadie en su ciudad pasa necesidades para alimentarse diariamente. Esto también tendrá una íntima relación con las acciones que se ejecuten en relación con el desarrollo económico y particularmente en la economía popular, que también ha sido un asunto ampliamente mencionado por el alcalde. Por último, los temas de infraestructura en los que Bogotá está en un momento de transición definitivo.
A partir de estos temas es donde se puede elaborar la mejor respuesta a ¿para qué gobernar? Con una narrativa que logre agrupar todos los objetivos sectoriales y acercar a la ciudadanía, de manera sencilla, a esos resultados que al final de un gobierno dejan huella y recordación. El éxito en la combinación entre el programa de gobierno, los aportes de los técnicos y la participación ciudadana serán determinantes para que, a finales de abril, cuando se deba presentar el proyecto al Concejo, se logre dar una respuesta en el PDD y se empiece a construir un legado.