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                                                                                    Colombia +20

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                                                                                                                                Opinión: Potencias de los hinchas de fútbol

                                                                                                                                El hincha, por más barra brava que sea, no alcanza a visualizar sus potencialidades en otros planos distintos al de un equipo de fútbol. ¿Imaginan que toda esa energía, todo ese poder del pueblo hincha del fútbol, pudiera encauzarse en hechos de otro fundamento?

                                                                                                                                Apenas terminó el partido, los hinchas de Millonarios se apoderaron de la carrera 30, que solo se despejó hasta que salió el bus del equipo.
                                                                                                                                Foto: Óscar Pérez
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Podría interesarle: Opinión: El nubarrón que amenaza la región Bogotá-Cundinamarca

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                La noche del sábado 24 de junio, Millonarios y Nacional jugaron en el Campín la final del campeonato de mitad de 2023. Cuando empezó el partido yo estaba en casa de una familia en la urbanización Pablo VI, por supuesto la transmisión de la final anuló la visita y yo opte por irme para mi casa.

                                                                                                                                Ya en la calle se escuchaban los cánticos de las barras de los dos equipos en el estadio, pero también se oían desde el parque Simón Bolívar donde instalaron pantallas para que vieran el partido los 20.000 que no alcanzaron a entrar al estadio.

                                                                                                                                Cuando llegué a la calle 53 con carrera 30 alcancé a sentir la exhalación de tristeza que provenía tanto del estadio como de las viviendas circunvecinas, del Transmilenio, de las esquinas, porque el visitante, el contenedor clásico, el Atlético Nacional metió el primer gol y con eso ya tenía la estrella en el bolsillo.

                                                                                                                                Vivo en Galerías que es el barrio dotado con tiendas y bares para atender a la entrada y a la salida de los que asisten a los partidos en el vecino estadio El Campin, allí me cimbroneó la explosión de Júbilo cuando Andrés Llinás, el defensa central de Millonarios empató el partido, volvió la esperanza y se sentía en el aire. Se irían a penaltis.

                                                                                                                                Lea también: Opinión: Artistas con las pilas puestas por una reforma estructural de la cultura

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Son muchísimos los análisis sobre el fenómeno de masas que es el fútbol, sobre el poder globalizado de la FIFA, multinacional que ha hecho del fútbol un fenómeno económico y político, al colmo que constituye factor de identidad de ciudades y países, y, en alianza con el poder de los medios ha participado en decisiones de estado para el control de crisis sociales. Total que resulta redundante que le eche aquí más tinta al asunto.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Leer: Opinión: No más violencia en los campus

                                                                                                                                Nada más si los cien mil hinchas que se calcula que tiene el equipo Millonarios, con la alegría de sus cánticos se pusieran la camiseta y agitarán banderas en defensa de la reserva Van der Hammen, apabullarían a los urbanizadores como lo hacen con los jugadores e hinchas del equipo contrincante.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Es un éxtasis con orientación específica: el abono a las necesidades espirituales que da el fútbol, lo recibe el hincha admirando al súper astro que lo representa en la cancha, con su habilidad y sus golazos. La catarsis, como un orgasmo colectivo y público, es el ganar un campeonato, las estrellas de su equipo son suyas también. Ganar un partido, ganar un campeonato son suficiente para reconocerse parte de un colectivo.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.

                                                                                                                                Apenas terminó el partido, los hinchas de Millonarios se apoderaron de la carrera 30, que solo se despejó hasta que salió el bus del equipo.
                                                                                                                                Foto: Óscar Pérez
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Podría interesarle: Opinión: El nubarrón que amenaza la región Bogotá-Cundinamarca

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                La noche del sábado 24 de junio, Millonarios y Nacional jugaron en el Campín la final del campeonato de mitad de 2023. Cuando empezó el partido yo estaba en casa de una familia en la urbanización Pablo VI, por supuesto la transmisión de la final anuló la visita y yo opte por irme para mi casa.

                                                                                                                                Ya en la calle se escuchaban los cánticos de las barras de los dos equipos en el estadio, pero también se oían desde el parque Simón Bolívar donde instalaron pantallas para que vieran el partido los 20.000 que no alcanzaron a entrar al estadio.

                                                                                                                                Cuando llegué a la calle 53 con carrera 30 alcancé a sentir la exhalación de tristeza que provenía tanto del estadio como de las viviendas circunvecinas, del Transmilenio, de las esquinas, porque el visitante, el contenedor clásico, el Atlético Nacional metió el primer gol y con eso ya tenía la estrella en el bolsillo.

                                                                                                                                Vivo en Galerías que es el barrio dotado con tiendas y bares para atender a la entrada y a la salida de los que asisten a los partidos en el vecino estadio El Campin, allí me cimbroneó la explosión de Júbilo cuando Andrés Llinás, el defensa central de Millonarios empató el partido, volvió la esperanza y se sentía en el aire. Se irían a penaltis.

                                                                                                                                Lea también: Opinión: Artistas con las pilas puestas por una reforma estructural de la cultura

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Pero esto es una fantasía, una ilusión utópica, porque ese riesgo ya lo han previsto los poderes en torno al fútbol. Hace rato que han sabido utilizar el poder enajenante del espectáculo futbolístico, logrando que el hincha, por más barra brava que sea, no alcance a visualizar sus potencialidades en otros planos distinto al de un equipo de fútbol.

                                                                                                                                Es un éxtasis con orientación específica: el abono a las necesidades espirituales que da el fútbol, lo recibe el hincha admirando al súper astro que lo representa en la cancha, con su habilidad y sus golazos. La catarsis, como un orgasmo colectivo y público, es el ganar un campeonato, las estrellas de su equipo son suyas también. Ganar un partido, ganar un campeonato son suficiente para reconocerse parte de un colectivo.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Ser hincha es para muchos el espacio en la comunidad que lo libra del anonimato en las ciudades gregarias. Orientar toda la energía de un barrista de futbol en causas distintas se salen del plano del placer. Imagínense que el establecimiento dejara al libre albedrío de los pueblos el encausar las potencialidades que subyacen en la energía del hincha futbolero.

                                                                                                                                Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.

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