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Opinión | Transmilenio: luces, cámaras, acción

El debate sobre la funcionalidad de las cámaras de vigilancia abre la oportunidad para construir el sistema de seguridad en el transporte que demanda la Bogotá del futuro.

César Andrés Restrepo F.
29 de junio de 2022 - 12:27 p. m.
Bogotá cuenta con la flota de buses con gas natural más grande de Latinoamérica, y una de las más grandes del mundo, destacó el presidente de Vanti.
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El pasado 24 de junio la Personería de Bogotá presentó un informe de seguimiento sobre el estado de avance en el desarrollo de las capacidades de vigilancia del servicio de transporte masivo Transmilenio y su integración con el gran cerebro de información de la ciudad: el Centro de Comando, Control, Computación -C4-.

El informe reconoce un aumento del 69% en las estaciones que cuentan con equipos de monitoreo y vigilancia durante los últimos 10 meses, cubriendo un total de 125 de las 144 infraestructuras de este tipo. Esto representa un incremento de 1.148 cámaras entre marzo y junio de 2022.

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El organismo también llamó la atención sobre la necesidad de mejorar la interconexión entre las cámaras y el C4, así como los problemas técnicos que obstaculizan el acceso a imágenes para apoyar las tareas de vigilancia, respuesta, judicialización, además de la posibilidad de brindar atención oportuna a emergencias y eventos críticos de seguridad en tiempo real.

También se hace un llamado al desarrollo de “colaboración armoniosa” y la coordinación entre las entidades que conforman el sistema de seguridad del transporte de la ciudad. Crear una capacidad interagencial integrada que potencialice capacidades limitadas.

La lectura de este informe deja la sensación que los avances en cámaras instaladas resultarían inocuos mientras estas no garanticen un ejercicio efectivo y en tiempo real de actividades de vigilancia, control, protección y reacción, dado que recogen imágenes que no van a ninguna parte.

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Quizás eso fue lo que llevó a que Transmilenio aclarara que al menos 1300 cámaras se pueden ver permanentemente desde el C4. Asimismo, que los buses que atienden servicios troncales y zonales están dotados con cerca de 30.437 cámaras, cuya visualización puede ser activada ante requerimiento de autoridad o necesidad de respuesta a un incidente, incluso desde el Centro de Comando y Control de la ciudad.

Prueba de esto sería la respuesta a 200 requerimientos judiciales de grabaciones para soportar procesos contra delitos cometidos en buses y estaciones. A su vez, la empresa hizo una convocatoria a que las instituciones encargadas de la aplicación de la ley hagan un uso más intensivo de los archivos que recolectan.

Más allá de la polémica sobre el alcance y utilidad de las capacidades de video vigilancia ocurrido entre la Personería y Transmilenio, la información ofrecida por ambos permite señalar algunas oportunidades que permitirían avanzar en la consolidación de una ciudad interconectada e inteligente al servicio de los ciudadanos.

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La interconexión de cámaras ubicadas en infraestructuras y vehículos con el C4 –incluso algunas instaladas en Soacha- representa la base sobre la cual se puede estructurar la estrategia de construcción de una ciudad-región inteligente, por lo que esto implica en la articulación de actores, capacidades y procedimientos bajo una sola regla rectora.

Otra oportunidad surge del proceso de evolución del C4 de Bogotá. Si la visión de la administración distrital es convertirlo en un cerebro para la gestión eficiente de la ciudad, el camino recorrido con las herramientas de protección y respuesta del sistema integrado de transporte puede ser la base para el desarrollo de capacidades más robustas que arrojen información para asuntos de movilidad, ambientales, de desarrollo urbano entre otros.

En esto juega un papel clave la utilización de técnicas de analítica y programas abiertos con capacidad adaptativa y evolutiva, que permitan atender no solo las necesidades actuales del sistema sino garantizar su integración con sistemas en construcción como el metro y los transportes regionales.

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El seguimiento realizado por la personería a los problemas que enfrenta el funcionamiento del sistema también genera una oportunidad de mejora sobre la red móvil que sirve al sistema de videovigilancia.

Ningún bogotano es ajeno a las debilidades de conectividad que enfrenta la ciudad por cuestiones de redes, barreras urbanas o naturales. Este factor, que se evidencia en la disponibilidad de las cámaras en algunas zonas, es en realidad un lastre para la competitividad de la ciudad en múltiples dimensiones. El mejoramiento de esta dimensión con las claves que arroja el sistema de transporte ayudará a la ciudad en su funcionamiento general.

Finalmente, es importante hablar del sistema de transporte integrado en su transición del presente al futuro. Si todo sale según los planes, en una década como máximo la ciudad tendrá dos nuevos servicios de transporte integrados en la malla urbana, con todo lo que esto significa en términos de exigencias para la sostenibilidad de la conectividad, estabilidad del contexto urbano y protección de los usuarios.

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Por tal razón, el debate entre la Personería y Transmilenio debería servir para promover un trabajo mancomunado con el C4 en el futuro inmediato, con el fin de concebir un plan de acción en entornos de estaciones que habilite el desarrollo de perímetros tecnológicos de vigilancia, control y reacción.

La administración distrital tiene la oportunidad de aprovechar las claves surgidas de este debate para avanzar en el desarrollo de capacidades de ciudad inteligente mientras mejora la gestión de la seguridad en el transporte masivo.

Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.

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