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De la Bogotá con un servicio de aseo ejemplar gracias al legado del alcalde Jaime Castro, que Enrique Peñalosa mantuvo en su primera administración y Antanas Mockus en su segundo mandato, no queda mucho. El caos del servicio tiene causas ciertas que merecen ser identificadas por un equipo experto y estricto, que no haya participado directa o indirectamente en su generación.
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De no hacerlo así, el alcalde Carlos Fernando Galán no podrá adoptar los correctivos adecuados respecto de la gestión y supervisión de los contratos vigentes, como tampoco sobre el diseño y la estructuración del futuro del servicio en sus distintas actividades.
Las dificultades actuales en Doña Juana nacieron en la administración de Samuel Moreno, con la estructuración de la última licitación que diera lugar a la adjudicación del contrato de concesión actual. Pero también, por la equivocada gestión y supervisión de ese contrato de la UAESP desde entonces y hasta la fecha. No debe perderse de vista que la UAESP fue sujeto de una declaratoria de incumplimiento y está condenada a pagar una multimillonaria suma al concesionario en un reciente laudo arbitral.
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Las deficiencias en el servicio de limpieza urbana, marcada por la notoria suciedad de las vías y espacios públicos, contenedores de residuos en mal estado, cestas indiscriminada y anti técnicamente ubicadas en andenes y separadores, etc. son consecuencia de la mala estructuración de la licitación que diera lugar a la adjudicación de los cinco (5) contratos de concesión aún vigentes, pero también de la mediocre gestión y supervisión de aquellos por la UAESP y la interventoría.
El contrato de concesión del relleno sanitario Doña Juana como los cinco (5) contratos de concesión de las respectivas cinco (5) áreas de servicio exclusivo (ASE) seguirán ejecutándose durante parte del periodo del alcalde electo, siendo prioritario que una vez se posesione procure la debida, técnica y rigurosa gestión y supervisión de los mismos, para superar la crisis del servicio de aseo que padece Bogotá.
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Debería ser también prioritario en la agenda del nuevo gobierno distrital actuar con oportunidad, rigurosidad y responsabilidad en la definición y estructuración del futuro del relleno sanitario y de los esquemas de prestación del servicio de aseo para el manejo de los residuos no aprovechables y aprovechables.
La rigurosidad y responsabilidad que se reclaman, pasan por la necesidad de diseñar y adoptar modelos de prestación eficaces para atender el servicio de manera eficiente y sostenible teniendo el debido cuidado de no cargarle a las tarifas que sufragan los usuarios costos, actividades que no son del servicio, servicios no prestados y tecnologías ineficientes e insostenibles.
Las tecnologías para el aprovechamiento y el tratamiento de residuos que pululan en el mercado, que son bienvenidas, hasta ahora no han demostrado sostenibilidad económica y financiera sin procurar cargarle mayores costos tarifarios a los usuarios del servicio de aseo, mandando una errada señal para el establecimiento de una verdadera economía circular de los residuos que -cuidado- lejos está de corresponder a la economía del reciclaje.
La solución de fondo no se halla en la implementación de tecnologías para el aprovechamiento o tratamiento de residuos con cargo exclusivo a los usuarios ni en la adopción de un mecanismo demagógico para que sean los recicladores quienes manejen el servicio de aseo.
La economía circular lejos está de corresponder a lo que se difunde por estas latitudes y menos se halla soportada en el servicio de aseo como se presenta. Por esa razón, el alcalde electo y su equipo deben ser serios y rigurosos en el análisis y la definición de las estrategias para abordar y superar el tema.