Tecnología e infraestructura para otros 50 años de ciclovía
Un vistazo al futuro de la bici para consolidar la ciclovía bogotana. En medio del crecimiento de la capital, el Observatorio de Innovación de la U. Nacional fabrica prototipos de bicicletas eléctricas para que este tipo de movilidad sea cada vez más accesible.
Juan Camilo Parra
En Bogotá, cada año crece el número de pedalistas y entusiastas de las dos ruedas que se animan a usar la bicicleta como un medio de transporte por encima del carro y la motocicleta. Y de cara al futuro, la ciudad ya empieza a plantearse cómo llegarles a más personas e incorporar la tecnología a las bicicletas para avanzar en sistema de transporte de cero emisiones, sin perder el ejercicio convencional que toda la vida ha caracterizado a las bicis.
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En Bogotá, cada año crece el número de pedalistas y entusiastas de las dos ruedas que se animan a usar la bicicleta como un medio de transporte por encima del carro y la motocicleta. Y de cara al futuro, la ciudad ya empieza a plantearse cómo llegarles a más personas e incorporar la tecnología a las bicicletas para avanzar en sistema de transporte de cero emisiones, sin perder el ejercicio convencional que toda la vida ha caracterizado a las bicis.
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“Cada día es más común ver a las personas usar bicicletas para el trabajo, patinetas y scooters, que se ven en la carrera séptima o en la calle 26. Hay una buena aceptación de la bicicleta, la gente comienza a ver una buena posibilidad de poder moverse en ellas”, dice Javier Rosero, profesor titular de la Universidad Nacional, parte del equipo de innovación que creó cuatro prototipos de bicicletas eléctricas producidas localmente.
Bicicletas eléctricas
Rodolfo García, del Observatorio de Innovación de la universidad, explica que la idea surgió al preguntarse cómo se podía mejorar la micromovilidad en las bicicletas, teniendo en cuenta el auge de los cabalitos de acero. “Estábamos buscando la forma de hacer un aporte a las soluciones de acceso al transporte en la ciudad, con un trabajo seguro y sostenible”, indicó.
Para esto se idearon cuatro modelos innovadores que usan de manera eficiente y novedosa la electrificación de las bicicletas, para diversas funciones: desde la bicicleta común y corriente con un motor eléctrico que se carga como un celular y alcanza los 25 kilómetros por hora permitidos por la reglamentación de estas bicis, dos modelos de transporte de carga y uno que se acopla a las sillas de ruedas, para personas con movilidad reducida.
La electrificación consiste en instalar un motor eléctrico que va acoplado en varias partes, en este caso, en el plato de la bicicleta por eficiencia y facilidad de instalación.
El diseño fue realizado por estudiantes de maestría de Diseño Industrial como Erik Joel Barragán, quien contó como surgieron estos modelos: “Obtuvimos información pertinente y encontramos que en Bogotá hay muchas bicicletas regadas que están en proceso de recogida. Hicimos un nuevo ciclo de vida para las bicicletas y empezamos a conceptualizarlo en talleres con muchos usuarios, incluyendo profesionales del IDRD que compartieron sus impresiones y experiencias de qué significa una bicicleta en Bogotá”.
En uno de los diseños, la bicicleta se convierte en carretilla, permitiendo llevar cargas en obras; de esta manera se disminuye el esfuerzo y los riesgos laborales, además, se sustituyen carretillas que operan con diésel u otros tipos de transporte mecanizado con combustible fósil, con bicicletas electrificadas.”Para las personas que van al trabajo a distancias de 20 o 30 kilómetros y quieren otra solución de movilidad, el uso de bicicletas eléctricas será vital, con el añadido de que la persona no llega sudada al trabajo”.
En el caso de la cicla modular, que tiene un acople en la parte frontal con elementos como una silla de ruedas, abre la puerta a que personas en sillas de ruedas puedan “integrarse a las cadenas de administraciones y trabajos en logística porque, al igual que se han hecho ciclas para lograr la participación de personas discapacitadas en el deporte, aquí se hace una cicla que les permite participar en el transporte de mercancías”, agregó García.
Pero además de darles la posibilidad a más personas de utilizar estas bicis, son fabricadas reutilizando modelos abandonados en la capital. “No necesitamos conseguir bicicletas nuevas o diseñarlas completamente, lo que buscamos en el proceso de economía circular es reutilizar las bicicletas existentes que son abandonadas, por ejemplo, en el caso de este campus universitario trabajan o asisten 40.000 personas, entre estudiantes, profesores y trabajadores, pues año tras año la gente las deja por la razón que sea, se recolectan y se busca darles una segunda vida útil extendida electrificada y unos servicios diferentes de movilidad de seguridad y de digitalización del producto; podemos medir los recorridos, distancias, velocidades; podemos ver la ubicación y configurar el candado electrónico, entre otras”, añadió Rosero.
“Una cicla que tiene valor cero, la recuperamos y electrificamos con un kit que implica el 10 % del valor de la cicla y esta cicla pasa a tener un valor del doble en el mercado”, añadió el director del Observatorio.
Hacia otros 50 años
Roberto Betancourt, experto de tránsito y transporte de la Universidad ECCI, reconoce que la bici gana popularidad en la ciudad no solo por la actividad física, sino también por la economía. Apunta que uno de los retos más grandes es mejorar la conectividad de las ciclorrutas. “Aunque en Bogotá tenemos buenos circuitos, hace falta una mayor interconectividad entre ellas para que el biciusuario no se sienta inseguro en los tramos que no hay. El mantenimiento de la infraestructura y la mala planeación de ciclorrutas que se construyen por cumplir”.
Para transformar esa infraestructura, “tendríamos que tener sectores en donde las bicicletas alimenten los medios de transporte. Transmilenio ha tenido el reto de instalar parqueaderos, pero hace faltan más de estos cicloparqueaderos. Debemos pensar en la planeación de cómo entrará la bicicleta en proyectos como las líneas 1 y 2 del metro y el Regiotram”, añadió el experto.
“La bicicleta les cambia la vida a las personas, por eso importante proyectar cómo llegarles a más usuarios, acercar a la ciudad y al país estas soluciones de movilidad más avanzadas y, por supuesto, seguir nutriendo la ciclovía para que siga acogiendo a más bogotanos”, concluyó Rasero.
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