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Nuevamente, los entes de control se pronuncian por las complejas situaciones de inseguridad, salubridad y hacinamiento en las que habitan más de 900 indígenas Emberá que aún permanecen en la Unidad de Protección Integral (UPI) La Rioja, ubicada en el centro de Bogotá.
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En esta ocasión, tras una reciente visita que la Personería de Bogotá realizó al lugar, se emitió una alerta por la cantidad de riesgos que inciden en el bienestar de las personas que allí residen, los cuales representan, entre otros particulares, un peligro inminente de colapso de las instalaciones por el mal estado de varias estructuras de la edificación.
Tras la visita, el ente de control halló varios elementos que configuran “riesgos biológicos por mal manejo de residuos, reflujo de aguas negras, presencia de vectores como ratas e insectos, conexiones improvisadas, peligro de explosión por cilindros de gas (existen entre 80 y 100 pipetas), cables eléctricos expuestos y, particularmente, riesgo de derrumbe de algunas estructuras”, según informó la entidad.
La evidencia señala, además, que La Rioja no dispone de agua potable y que incluso hay filtraciones de agua en las paredes que representan un riesgo mayor debido a la cercanía con tomas eléctricas y pipetas de gas que tienen los puntos de las filtraciones. También se evidenció la insuficiencia de las baterías de baño y de servicios sanitarios en general, que ha traído consigo la proliferación de roedores e insectos y, por consiguiente, problemas de salud que afectan mayoritariamente a niños, niñas y adolescentes.
“Ante el riesgo inminente de una tragedia, ya sea por el colapso de las instalaciones o la explosión de una pipeta de gas, es imperativo que se cumpla con la medida de seguridad ordenada por la Secretaría Distrital de Salud de trasladar, reubicar o integrar a la población que permanece en la UPI La Rioja”, adviertió el personero de Bogotá, Andrés Castro Franco.
La medida a la que hace referencia Castro se expidió hace más de un año, el 26 de mayo de 2023, y ordena “la clausura de forma temporal y total de la UPI La Rioja”. Sin embargo, a pesar de la directriz de la Secretaría de Salud, las personas no fueron reubicadas y, tal y como indica el ente de control, la situación continuó escalando hasta llegar a las circunstancias actuales: riesgos de colapso, riesgos biológicos, malos manejos de residuos, reflujo de aguas negras y conexiones eléctricas improvisadas que dejan cables expuestos, entre otros problemas que necesitan atenderse de manera urgente.
“Después de hacer una visita al sitio, se encuentran condiciones para que se proceda con un proceso de evacuación, porque las condiciones no son las adecuadas. Por el momento, con equipos de la Subred Centro Oriente realizarán evaluaciones a menores y la comunidad para evaluar y ayudar con su eventual hospitalización”, precisó en su momento, el entonces secretario de Salud, Alejandro Gómez. Sin embargo, el proceso de reubicación y evacuación nunca se realizó.
Al respecto, el IDIGER, en diferentes informes, ha recomendado considerar la evacuación definitiva de la edificación “toda vez que el proceso de degradación de las redes, la infraestructura y, en general, la funcionalidad del lugar, se están viendo comprometidas en el corto plazo”.
Por su parte, la Personería insiste en la necesidad de implementar acciones efectivas para mitigar los riesgos y detener el escalado empeoramiento de las condiciones de seguridad y salubridad que impiden que la población indígena pueda acceder a las garantías mínimas para vivir en condiciones dignas de salud, integridad y bienestar.
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