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El Espectador conoció una grave denuncia de abuso contra una niña de 8 años en la capital que ilustra el triste panorama que viven los niños y niñas en sus hogares. Mientras las autoridades investigan el delito y la presunta responsabilidad de su abuelastro, su familia hace un llamado para que se refuercen los mecanismos de prevención para que estos casos, tan lamentables, no se sigan presentando en la ciudad.
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De acuerdo con lo relatado por el padre de la víctima, quien quiso romper el silencio y denunciar, se dieron cuenta de lo que sucedía gracias al diario de la menor. “Ella no vive enteramente conmigo, se queda otros días con su mamá como es lo acordado. La tarde del viernes (9 de agosto) llegué a la casa y mi hija, quien acababa de cumplir 8 años, me estaba mostrando sus regalos, entre ellos, una agenda que le habían regalado”, indicó el papá.
La niña, sin embargo, se alertó al ver que su papá quería ver la agenda e intentó esconderla, acción que le despertó sospechas. Tras la negativa de la menor, el padre la abrió y, en la primera página del diario que inicia con la fecha, la pequeña había dejado evidencia del presunto abuso.
“El viernes, mi abuelo me bajó los cucos”, inicia el escrito de la menor. A continuación, la niña describe tocamientos indebidos en sus partes íntimas y termina diciendo, “y no puedo decirle a nadie”. Al leer esto, la familia de la niña se escandalizó.
Según el denunciante, el presunto agresor es el abuelastro de la menor, un hombre que desde hace años vive con la abuela materna, y con quien sus hijas han congeniado desde pequeñas. “Este hombre tiene contacto con la niña cuando ella está en casa de su mamá y según nos ha manifestado, estos actos vendrían desde hace tiempo”, indicó.
Aunque el padre de la niña reconoce que había señales como que la menor lloraba al irse a la casa de su mamá, al parecer las intimidaciones del presunto agresor alimentaron su miedo de hablar sobre lo que ocurría. No obstante, la pequeña esa semana había hecho preguntas extrañas como, “¿qué pasa cuando a una niña la violan?”. “No pensamos que detrás estaban pasando los hechos denunciados”, agregó.
Y agregó: “Más aberrante, mi otra hija mayor, me indicó que este señor también había intentado hacer algo parecido cuando ella era más pequeña y la misma mamá de la niña me insinúa que ella también reconoció algunos de esos comportamientos, y aun así, no encontró problemático que la niña estuviera a veces a solas con él”.
El caso está en manos del ICBF entidad que activó la ruta contra violencias. La menor fue trasladada a un hospital para verificar las afectaciones de las que fue víctima. Por su parte, la Fiscalía está abriendo el proceso para indagar estos hechos y judicializar al presunto responsable, una vez se junten las pruebas necesarias.
El llamado de este padre de familia es a “no callar, dar a conocer lo que sucede en hogares. Tenemos que estar pendientes de los niños, hacerles entender que estas cosas no se pueden callar, así sea una persona cercana. Los papás debemos estar más atentos con nuestros niños. Las autoridades y entidades competentes deben adelantar seguimientos más estrictos, más atención a estos temas”, concluyó el padre.
Reconocer las violencias
Reconocer a posibles agresores es importante a la hora de incorporar personas en el núcleo familiar, así como darle la oportunidad a maestros de enseñar en instituciones educativas. Otro caso conocido por la SIJIN fue el de un docente que realizaba tocamientos de tipo sexual a siete de sus alumnas en un colegio en el sur de Bogotá; las víctimas oscilaban entre los 10 y 11 años. Ellas mismas relataron los actos sexuales que realizaba el sujeto con cada una de ellas en un salón de clases y los obsequios que recibían a cambio de su silencio. En algunas ocasiones las amenazaba de muerte para no ser denunciado.
En 2023, el 81,95 % (37.596) de reportes por casos de violencia intrafamiliar en Bogotá, ocurrieron en las viviendas de las víctimas. 8,97 % (4.114) en establecimientos educativos y se reportaron 1.659 casos en vía pública.
“Hay un factor que es la oportunidad. El acceso a los menores, implica una cercanía para poderlos agredir, pues resulta mucho más fácil en aquellos entornos donde los niños deberían tener un entorno seguro, por eso este proceso de victimización familiar en los casos donde el agresor hace parte de ese entorno familiar o del educativo, encontramos que es un factor específicamente aprovechado por el victimario, abusando de esa relación de poder”, explicó a El Espectador, Luz Mercedes Cevallos Sánchez, Coordinadora del Programa de Criminología e Investigación Criminal de la Universidad del Rosario.
Cifras de violencias disparadas (infografía)
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