Preguntas sin resolver tras la explosión de una caldera en Mesitas del Colegio
Mientras los familiares de los fallecidos esperan acompañamiento y respuestas, los sobrevivientes exigen un pronunciamiento al hotel sobre qué pasará con sus vehículos destruidos. ¿Fue una tragedia anunciada?
María Angélica García Puerto
En Mesitas del Colegio, Cundinamarca, la incertidumbre y la tristeza permean en las calles. Poca gente abrió sus negocios; otros prefirieron cerrarlos para no dar su versión de los hechos, y escasamente algunos dieron testimonio con nombre y apellido. Y es que toda tragedia no solo deja dolor para las familias que pierden o ven afectada la salud de un ser querido, sino un camino de incertidumbre, ¿Qué falló?, ¿Se pudo evitar?, ¿Quién debe responder?
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En Mesitas del Colegio, Cundinamarca, la incertidumbre y la tristeza permean en las calles. Poca gente abrió sus negocios; otros prefirieron cerrarlos para no dar su versión de los hechos, y escasamente algunos dieron testimonio con nombre y apellido. Y es que toda tragedia no solo deja dolor para las familias que pierden o ven afectada la salud de un ser querido, sino un camino de incertidumbre, ¿Qué falló?, ¿Se pudo evitar?, ¿Quién debe responder?
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Este es el panorama tras la explosión de una caldera del Hotel y Centro Vacacional La Primavera, a la 1:00 de la tarde del domingo, que dejó un saldo de dos personas muertas y 14 heridos, dos de las cuales están delicadas. Las víctimas fatales fueron identificadas como David Cruz, de 58 años, trabajador del establecimiento y quien murió en el lugar, y María Dominga Campos Villalobos, de 47 años, quien llegó sin signos vitales al hospital y se desempeñaba como vendedora ambulante.
La explosión
Al menos 100 familias se estaban divirtiendo cuando una onda explosiva tornó todo en caos y miedo. “Fue un momento horrible. Estábamos en el jacuzzi y nos cayó una piedra en la cabeza. Salimos corriendo por la parte de atrás y el olor a gas era impresionante. Estuvimos en la noche en el hospital y ya salimos”, contó una joven madre, quien pidió reservar su nombre.
“Al momento de la explosión se sintió un zumbido y empezó a sonar el gas como si fuera una olla de presión. Salimos corriendo, pero la puerta de emergencia estaba con doble llave. Había unas señoras de limpieza, intentamos tranquilizarlas para que abrieran. Empezamos a absorber ese gas, cuando alguien rompió un vidrio, mientras la señora encontraba las llaves. No nos dieron primeros auxilios y mi hija está asustada y con psicólogo”, contó otra huésped.
El estallido fue tal, que incluso alcanzó casas aledañas, quebrando varios vidrios. “Se escuchó el estallido y salieron piedras a volar, entonces salimos a correr. Todo el mundo estaba asustado. Fue muy delicado”. “Se sintió el bombazo muy duro. Eso temblaban las casas. Hay vidrios rotos”, así lo describieron varios vecinos.
Este lunes, el Hospital municipal Nuestra Señora del Carmen reportó que de las 14 personas lesionadas, 12 recibieron atención médica y fueron dadas de alta. Las otras dos fueron remitidas a un centro de mayor complejidad por fractura y trauma craneoencefálico. Blanca Cecilia García, por ejemplo, permanece bajo pronóstico reservado en el Hospital Cardiovascular de Soacha.
¿Qué podría haber fallado?
La Sijín está al frente de la investigación, para determinar las causas y las responsabilidades. Sin embargo, desde el Cuerpo de Bomberos del municipio se maneja la hipótesis de una explosión por fallas mecánicas, al parecer, de una de las válvulas de liberación de presión. “Se determinó que los manómetros están activos, mostrando un rastro del posible inicio de la explosión”, detalló el sargento Carlos Rozo.
Para entender un poco más el funcionamiento de las calderas (generadores de vapor comúnmente de agua), María Paula Benard, profesora de la Escuela Colombiana de Ingeniería y experta en ciencias térmicas, señaló en primer lugar que estos equipos y los sistemas asociados tienen riesgo a altas presiones y temperaturas, por lo que deben contar con un mantenimiento periódico y verificaciones mínimas anuales. Actividad que, según el secretario de Gobierno, Andrés Guzmán, se realizó en febrero.
“Esto implica tener calibrados los instrumentos de medición de temperatura y de presión; análisis de gases según la normativa local; limpieza de tuberías; cambio de sellos y de válvulas de alivio, tanto de la caldera como del banco de válvulas, y pruebas hidrostáticas a todo el sistema, para comprobar que no existan fugas”, explica la docente.
Pero no solo esto. La experta destaca la importancia de un personal idóneo, capacitado, que pueda identificar y prevenir acontecimientos como este. “Si se cuenta con los instrumentos y el sistema de control mínimo requerido, el equipo reportara incrementos de presión y temperatura fuera de los rangos. Por eso el personal debe tener una formación técnica certificada”, añadió.
Si bien, desde 1992, La Primavera ha funcionado sin incidentes de tal magnitud, queda en entredicho la seguridad de quienes viven tan cerca a un establecimiento, que opera con un cilindro de 400 galones. “El recinto donde debe ubicarse este equipo debe ser avalado por los Bomberos y ser una estructura reforzada, que pueda soportar una explosión o un incendio, para lograr evacuar al personal. Además, debe contar con un sistema de control que active una alarma sonora”, destacó Benard. Esto último, según los sobrevivientes, no sucedió.
“El artículo 42 de la Ley 1575 nos determina las verificaciones de seguridad humana y sistema contra incendios, para lo cual ya se había generado el concepto positivo. El establecimiento demostró unos mantenimientos preventivos, el último hace 4 meses. Los entes judiciales determinarán la forma en que se contuvo la explosión”, respondió por el sargento Rozo.
Se “previno”, pero ocurrió
A las familias de David Cruz y María Dominga Campos la vida les cambió. A ella, sus vecinos, amigas y su hija la recuerdan como una mujer servicial y trabajadora. “Trabajaba para el diario de sus dos pelados”, contó José Gamba. Ambas víctimas eran sustento para sus hijos y ahora sus familias no saben qué pasará, por eso esperan una respuesta del hotel y de la Alcaldía. “Estamos prestándoles auxilio funerario, si llegan a necesitarlo. También hay un equipo psicosocial para ambas familias”, manifestó el secretario de Gobierno, Andrés Guzmán.
Si bien, el funcionario asegura que sí se previno el incidente y el establecimiento “tenía todos los permisos del código de policía y Ministerio de Turismo”, al final la tragedia sucedió. Y como empezó este artículo, así termina. Con más preguntas que respuestas. ¿Quién hacía mantenimiento a la caldera? ¿Era un personal capacitado? ¿Qué fecha de caducidad tenía la caldera? ¿Hace cuánto se había cambiado? ¿Cómo se verificó por parte de Bomberos y la Alcaldía que sí se haya realizado ese mantenimiento?
Aunque se intentó contactar con Elizabeth Gualdrón, dueña del hotel y centro vacacional, al término de esta publicación no fue posible dialogar con ella. Uno de sus familiares informó, desde el interior del recinto, que no darían pronunciamiento hasta las conclusiones del peritaje de la Fiscalía.
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