Preocupa el estado de la calidad del aire en Bogotá
Solo el 10 % de los bogotanos estarían respirando aire de buena calidad, mientras que el 30 % aspiran uno de bajas condiciones y con gran cantidad de materiales nocivos. Emisiones del transporte serían los principales responsables.
Laura C. Peralta Giraldo
Respirar aire limpio en Bogotá parece ser un lujo que pocos pueden darse. Y en febrero y marzo, dos de los meses más secos del año, lo es todavía más, debido a las bajas precipitaciones y el alza de la temperatura, que en las últimas semanas han ocasionado incendios forestales, favoreciendo la dispersión de partículas contaminantes.
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Respirar aire limpio en Bogotá parece ser un lujo que pocos pueden darse. Y en febrero y marzo, dos de los meses más secos del año, lo es todavía más, debido a las bajas precipitaciones y el alza de la temperatura, que en las últimas semanas han ocasionado incendios forestales, favoreciendo la dispersión de partículas contaminantes.
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Aunque el 10 de febrero la Secretaría Distrital de Ambiente levantó la alerta Fase I por calidad del aire en Bogotá (emitida el 3 de febrero), el IDEAM declaró alerta roja en Cundinamarca por incendios forestales. De acuerdo con la entidad, en lo corrido del año se han presentado 33 conflagraciones y han sido afectadas más de 200 hectáreas en todo el departamento.
Los incendios en Cundinamarca y los que se registran en la Orinoquia traen consigo la dispersión de contaminantes atmosféricos a través del aire. No obstante, no son solo estas quemas las responsables de que el aire no sea óptimo para los habitantes de Bogotá. De hecho, la mayor responsabilidad la tienen las emisiones generadas por las fuentes de la ciudad: transporte (48 %), consumo energético (19 %) , la industria (15 %), disposición final de residuos sólidos (13 %), y aguas residuales y domésticas (5 %).
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Si bien en las metas del Distrito están reducir en 15 % las emisiones para 2024; en 50 % para 2030, y alcanzar la carbono-neutralidad en 2050, aún faltan estrategias y políticas para impactar positivamente la calidad del aire. Según la investigación “Evaluación de múltiples desigualdades y políticas de reducción de la contaminación del aire”, de la Universidad de Los Andes, solo el 10 % de los bogotanos respiran un aire de calidad, mientras que el 30 % inhala el aire con las peores condiciones.
“Los resultados muestran que la distribución de calidad del aire en Bogotá es muy desigual, superando la desigualdad económica o social. Las disparidades se entrecruzan y ocurren al suroccidente de la ciudad como la zona más vulnerable”, dice el documento. Así, los residentes de las localidades de Ciudad Bolívar, Kennedy y Bosa serían los más afectados en la capital.
Al revisar el índice bogotano de calidad del aire (Iboca) se puede evidenciar cómo el suroccidente de la capital registra mayores concentraciones de contaminantes en comparación con las otras zonas de la capital. Aunque Suba, Usaquén y Santa Fe tendrían mejores condiciones, en muchas ocasiones las concentraciones de gases y partículas estarían por encima del estándar diario nacional, que es de 37 ug/m³.
El porqué de estas concentraciones respondería a factores como las calles sin pavimentar (punto que según expertos no ha sido tenido en cuenta desde la mirada ambiental), el cambio climático y la emisión de gases de vehículos, especialmente los de carga, a los que se les atribuye el 42 % de las emisiones de material particulado 2,5 en fuentes móviles.
Sobre este último, las secretarías de Ambiente y Movilidad crearon el Fondo Carga, que otorgará recursos a los conductores de volquetas y camiones para la sustitución del vehículo por uno nuevo, con la condición de que el antiguo sea chatarrizado. “Desafortunadamente, Colombia es uno de los países de Latinoamérica con la flota de transporte más antigua. El Fondo Carga es un gran paso a la transición energética”, dice Carolina Urrutia, secretaria de Ambiente.
Para Néstor Rojas, profesor del Departamento de Ingeniería Química y Ambiental de la Universidad Nacional, la ejecución de esta medida no solo depende de la administración distrital, sino también del Gobierno Nacional. “También se debe renovar una buena parte de la flota del SITP, pues un bus debería cambiarse cada 10 años o dar paso a una movilidad eléctrica”, señala.
Pese a que algunos buses eléctricos ya recorren la ciudad; los más de 400.000 árboles plantados y los demás esfuerzos distritales por mejorar el panorama, pareciera que Bogotá trabaja sin saber a qué se enfrenta ni cuál es la condición actual del aire. Camilo Flórez, veedor del grupo Emergencia Climática Bogotá, D. C., sostiene que faltan cifras como las últimas emisiones de gases de efecto invernadero anuales. “Para la reducción de gases, primero se deben tener unas métricas actualizadas. El Distrito apenas en diciembre de 2023 entregará el inventario a 2020 de gases, que seguro darán a la baja, por la pandemia”.
Así pues, mientras Bogotá tiene unas metas establecidas para mejorar la calidad del aire e intenta avanzar con sus estrategias para alcanzarlas, es claro que falta mucho camino por recorrer, en especial en ciudades en crecimiento. Por ahora, el consejo a los ciudadanos es aportar desde sus hogares para que las próximas generaciones tengan un aire digo de respirar.