Presunto agresor de Paola Noreña intentó visitarla en la clínica
La víctima de intento de feminicidio, quien se recupera en un hospital universitario de Bogotá, pide que su caso no quede en la impunidad. Su exnovio, principal sospechoso de la agresión, fue cobijado con medida de aseguramiento en la cárcel Modelo.
Juan David Moreno Barreto
Desde su habitación, en la clínica Méderi de Bogotá, Paola Noreña se enteró del feminicidio en contra de Claudia Giovanna Rodríguez Altuzarra a manos de su expareja en un centro comercial de Bogotá. En ese momento, su intranquilidad aumentó. “A mí me pudo pasar lo mismo”, les dijo a sus familiares. Entró en pánico y solo pedía que capturaran a su agresor.
Las autoridades señalan al exnovio de Paola, Miguel Rozo Trujillo, a quien en la madrugada de este jueves un juez de la URI de La Granja le impuso medida de aseguramiento en la cárcel Modelo de Bogotá, por el cargo de feminicidio en la modalidad de tentativa.
Daniela Noreña, hermana de la víctima, asegura que a Paola en todo momento se le vienen a la cabeza los instantes en que un hombre la atacó el pasado 6 de abril. Eran las 4:50 de la tarde, cuando Paola Noreña salía de la Universidad Minuto de Dios, cuando un hombre con capucha y, al parecer, tapabocas la abordó. Ella no alcanzó a ver de quién se trataba, pero sabía que era alto, musculoso, pero de contextura delgada. (LEA: Capturan al sospechoso de haber atacado a Paola Noreña)
El agresor, con un arma blanca, la cortó desde la garganta hasta la nuca, y estuvo a dos milímetros de comprometer su vena yugular. También le alcanzó a herir el rostro, desde la comisura del ojo izquierdo hasta la parte posterior de su cabeza. Cuando ella trató de defenderse, la agredió en las manos. Su familia asegura que se trató de un intento de feminicidio. “Ella es un milagro de vida, estuvo a punto de morir desangrada”, dice su prima Liliana.
Paola, de 26 años, se despierta inquieta en las noches. En una ocasión pensó que estaba en su casa y que el atacante de la capucha iba a entrar por la ventana a agredirla. En la clínica la ven intranquila, con secuelas psicológicas que parecen más graves que las heridas físicas. Duerme muy poco y pide con insistencia que se haga justicia. (LEA: Presunto intento de feminicio en Bogotá)
Como voluntaria en una fundación que apoya mujeres que han sido víctimas de maltrato, como trabajadoras sexuales y población vulnerable, Paola supo que la mayoría de casos quedaban en el anonimato. Por eso, siempre les pidió que no temieran denunciar y que se enfrentaran a la corriente que intenta llevar sus casos hacia la impunidad.
El 11 de marzo, en la tarde, su prima entró a la habitación -que está custodiada por la Policía- y le contó que el CTI de la Fiscalía había capturado en el occidente de Bogotá al principal sospechoso de la agresión: Miguel Rozo Trujillo, con quien Paola tuvo una relación sentimental, la cual terminó el pasado 28 de marzo.
“Le volvió el alma al cuerpo”
Los familiares de Paola presumen que el autor de la agresión pudo ser Rozo Trujillo. “Si lo capturaron es porque las autoridades deben tener las pruebas”, dicen y piden una condena ejemplar. Ha sido inevitable también rememorar los incidentes en los que demostró comportamientos extraños. (LEA: Feminicidios, un flagelo que no para)
Paola les contaba que cuando tenían una discusión, el hombre se exaltaba y rompía en llanto, actitudes que le generaban un profundo temor y confusión. Su testimonio da cuenta de que Rozo Trujillo, al parecer, ejercía control sobre sus comportamientos: “la frenaba cuando quería ir a teatro o patinar, sus grandes pasiones. Le pedía que se quedara a su lado”, agrega Daniela.
La relación se prolongó durante cinco meses. Se conocieron en la universidad, en donde trabajaban. Estaban muy cerca el uno del otro, ella como coordinadora de proyectos y él, como auditor. Cuando empezaron a salir, pasaron mucho tiempo juntos. En enero, sin embargo, no le renovaron el contrato a Rozo Trujillo y a partir de entonces la relación se deterioró.
Recuerdan que él le contó que había decidido irse seis meses a Estados Unidos. Si bien Paola pensó que esa iba a ser la excusa perfecta para alejarse poco a poco, Rozo Trujillo supuestamente viajó a ese país y a los dos días regresó a Colombia. Decía que había vuelto porque no podía estar lejos de ella.
Cuando Paola terminó la relación, hace tres semanas, el hombre le insistió constantemente para que volvieran a estar juntos. Pero la decisión estaba tomada. Rozo Trujillo desapareció y, posteriormente, fue atacada cuando salía de su trabajo.
Sus familiares afirman que el viernes 7 de abril, un día después de la agresión, Rozo Trujillo llegó a la clínica Méderi en compañía de sus padres y la Policía. Aseguran que dijo ser el esposo de Paola Andrea y exigió verla. La víctima, desde su habitación, imploraba que no lo dejaran entrar. A pesar de que el hombre finalmente se fue ante la insistencia de los seres queridos de Paola Andrea. Ella tenía el presentimiento de que el hombre iba a atacarla para acabar con su vida.
“Desde entonces estuvo más angustiada y con mucho miedo”, dice su prima Liliana. Sin embargo, el día en que le contaron que Rozo Trujillo había sido capturado, Paola Andrea empezó a respirar con fuerza y ansiedad. “Pero le volvió el alma al cuerpo”, agrega. Aunque se ha sentido más tranquila, les pide a las autoridades judiciales que no esperen una tragedia para tomar acciones en contra de los agresores.
“Si a algún hombre se le ocurre cometer un acto absurdo como este en contra de una mujer, que lo piense dos veces. Que no tenga que darse la muerte de una mujer para que se tomen medidas. En estos casos siempre se tiene que hablar con los cuerpos sin vida de las mujeres. Es hora de hacer justicia”, agrega Liliana.
La Fiscalía General de la Nación asegura que en lo que va de 2017 se han reportado 52 feminicidios (asesinatos por su condición de ser mujer) y 345 en el último lustro. Así mismo, 225 mujeres fueron asesinadas durante el primer trimestre de 2017, según datos de la Policía Nacional.
Desde su habitación, en la clínica Méderi de Bogotá, Paola Noreña se enteró del feminicidio en contra de Claudia Giovanna Rodríguez Altuzarra a manos de su expareja en un centro comercial de Bogotá. En ese momento, su intranquilidad aumentó. “A mí me pudo pasar lo mismo”, les dijo a sus familiares. Entró en pánico y solo pedía que capturaran a su agresor.
Las autoridades señalan al exnovio de Paola, Miguel Rozo Trujillo, a quien en la madrugada de este jueves un juez de la URI de La Granja le impuso medida de aseguramiento en la cárcel Modelo de Bogotá, por el cargo de feminicidio en la modalidad de tentativa.
Daniela Noreña, hermana de la víctima, asegura que a Paola en todo momento se le vienen a la cabeza los instantes en que un hombre la atacó el pasado 6 de abril. Eran las 4:50 de la tarde, cuando Paola Noreña salía de la Universidad Minuto de Dios, cuando un hombre con capucha y, al parecer, tapabocas la abordó. Ella no alcanzó a ver de quién se trataba, pero sabía que era alto, musculoso, pero de contextura delgada. (LEA: Capturan al sospechoso de haber atacado a Paola Noreña)
El agresor, con un arma blanca, la cortó desde la garganta hasta la nuca, y estuvo a dos milímetros de comprometer su vena yugular. También le alcanzó a herir el rostro, desde la comisura del ojo izquierdo hasta la parte posterior de su cabeza. Cuando ella trató de defenderse, la agredió en las manos. Su familia asegura que se trató de un intento de feminicidio. “Ella es un milagro de vida, estuvo a punto de morir desangrada”, dice su prima Liliana.
Paola, de 26 años, se despierta inquieta en las noches. En una ocasión pensó que estaba en su casa y que el atacante de la capucha iba a entrar por la ventana a agredirla. En la clínica la ven intranquila, con secuelas psicológicas que parecen más graves que las heridas físicas. Duerme muy poco y pide con insistencia que se haga justicia. (LEA: Presunto intento de feminicio en Bogotá)
Como voluntaria en una fundación que apoya mujeres que han sido víctimas de maltrato, como trabajadoras sexuales y población vulnerable, Paola supo que la mayoría de casos quedaban en el anonimato. Por eso, siempre les pidió que no temieran denunciar y que se enfrentaran a la corriente que intenta llevar sus casos hacia la impunidad.
El 11 de marzo, en la tarde, su prima entró a la habitación -que está custodiada por la Policía- y le contó que el CTI de la Fiscalía había capturado en el occidente de Bogotá al principal sospechoso de la agresión: Miguel Rozo Trujillo, con quien Paola tuvo una relación sentimental, la cual terminó el pasado 28 de marzo.
“Le volvió el alma al cuerpo”
Los familiares de Paola presumen que el autor de la agresión pudo ser Rozo Trujillo. “Si lo capturaron es porque las autoridades deben tener las pruebas”, dicen y piden una condena ejemplar. Ha sido inevitable también rememorar los incidentes en los que demostró comportamientos extraños. (LEA: Feminicidios, un flagelo que no para)
Paola les contaba que cuando tenían una discusión, el hombre se exaltaba y rompía en llanto, actitudes que le generaban un profundo temor y confusión. Su testimonio da cuenta de que Rozo Trujillo, al parecer, ejercía control sobre sus comportamientos: “la frenaba cuando quería ir a teatro o patinar, sus grandes pasiones. Le pedía que se quedara a su lado”, agrega Daniela.
La relación se prolongó durante cinco meses. Se conocieron en la universidad, en donde trabajaban. Estaban muy cerca el uno del otro, ella como coordinadora de proyectos y él, como auditor. Cuando empezaron a salir, pasaron mucho tiempo juntos. En enero, sin embargo, no le renovaron el contrato a Rozo Trujillo y a partir de entonces la relación se deterioró.
Recuerdan que él le contó que había decidido irse seis meses a Estados Unidos. Si bien Paola pensó que esa iba a ser la excusa perfecta para alejarse poco a poco, Rozo Trujillo supuestamente viajó a ese país y a los dos días regresó a Colombia. Decía que había vuelto porque no podía estar lejos de ella.
Cuando Paola terminó la relación, hace tres semanas, el hombre le insistió constantemente para que volvieran a estar juntos. Pero la decisión estaba tomada. Rozo Trujillo desapareció y, posteriormente, fue atacada cuando salía de su trabajo.
Sus familiares afirman que el viernes 7 de abril, un día después de la agresión, Rozo Trujillo llegó a la clínica Méderi en compañía de sus padres y la Policía. Aseguran que dijo ser el esposo de Paola Andrea y exigió verla. La víctima, desde su habitación, imploraba que no lo dejaran entrar. A pesar de que el hombre finalmente se fue ante la insistencia de los seres queridos de Paola Andrea. Ella tenía el presentimiento de que el hombre iba a atacarla para acabar con su vida.
“Desde entonces estuvo más angustiada y con mucho miedo”, dice su prima Liliana. Sin embargo, el día en que le contaron que Rozo Trujillo había sido capturado, Paola Andrea empezó a respirar con fuerza y ansiedad. “Pero le volvió el alma al cuerpo”, agrega. Aunque se ha sentido más tranquila, les pide a las autoridades judiciales que no esperen una tragedia para tomar acciones en contra de los agresores.
“Si a algún hombre se le ocurre cometer un acto absurdo como este en contra de una mujer, que lo piense dos veces. Que no tenga que darse la muerte de una mujer para que se tomen medidas. En estos casos siempre se tiene que hablar con los cuerpos sin vida de las mujeres. Es hora de hacer justicia”, agrega Liliana.
La Fiscalía General de la Nación asegura que en lo que va de 2017 se han reportado 52 feminicidios (asesinatos por su condición de ser mujer) y 345 en el último lustro. Así mismo, 225 mujeres fueron asesinadas durante el primer trimestre de 2017, según datos de la Policía Nacional.