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La entrada en funciones de la Región Metropolitana (RM) Bogotá - Cundinamarca se encuentra en pausa. La semana pasada, el Distrito retiró el proyecto de acuerdo que radicó para que el Concejo aprobara el ingreso de la ciudad a la asociación. Esta decisión de la Alcaldía se adoptó después de que se presentarán varias recusaciones contra algunos cabildantes que, como ocurrió con el debate del POT, entorpeció la discusión.
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Mientras el Distrito se prepara para volver a radicar la iniciativa, sigue la discusión sobre las virtudes y críticas a un proyecto, que ha sido por décadas una deuda histórica con la región. En conversación con El Espectador, María Carolina Castillo, directora de Probogotá, habla del futuro del proyecto, lo que significa para la región y lo que viene para un ambicioso plan que promete buscar soluciones para más de 11 millones de habitantes.
¿Qué piensa de la decisión del Distrito de retirar el proyecto del Concejo?
En el Concejo se presentó un bloqueo institucional que debilitaba la participación en el debate de una de las grandes políticas públicas de la ciudad, y eso es una limitación grande al juego de la democracia. La diversidad de partidos y de voces solo se ve en los órganos colegiados, por eso es tan importante que ellos sean incidentes. Entonces, el primer llamado a los concejales es a que participen en la discusión y la toma de decisiones, que la Constitución les otorga por vía de acuerdo. Y que corrijan si consideran que hay errores.
¿Por qué es necesaria la Región Metropolitana?
Bogotá, desde los años sesenta, se vio presionada por un fenómeno de crecimiento acelerado, principalmente por la migración del campo a la ciudad. La capital contaba con reglas diferentes a los otros municipios, pues siempre ha tenido reglas de metrópoli. Cuando inició el proceso para las áreas metropolitanas, Bogotá no contó con ella, porque pensó que su estatuto especial era suficiente. El tiempo ha demostrado que sí lo necesita, porque a diferencia de lo que ha sucedido en otras capitales colombianas, la articulación con los municipios que colindan ha sido bastante dificultosa.
Uno de los argumentos contra la Ciudad Región es la presencia del gobernador en el consejo directivo, ¿cómo justificarlo?
No hay justificación para excluirlo de la conversación. La Gobernación de Cundinamarca tiene tareas propias sobre los principales problemas que aquejan a la región. Estructuró los dos sistemas de transporte público regional, tanto como el Regiotram de Occidente como el del Norte. Además, a través del plan departamental de aguas, es quien estructura, estudia y financia soluciones de abastecimiento para los municipios. Por su parte, los detractores han señalado la falta de presencia de organizaciones civiles en el Consejo Regional, pero el comité intergremial sí tiene un asiento,
¿Pero cómo se puede ver representada?
El comité intergremial tiene un carácter particular. El artículo 39 de la Constitución les impone la obligación a los gremios a que sean democráticos. Así que cuando se dice que el comité intergremial tiene un asiento, realmente lo tiene la sociedad. Y tiene un asiento también la ciudadanía, porque al estar las organizaciones particulares de empresarios o gremiales, no son diferentes de una manifestación ciudadana. ¿Qué quisiéramos que hubiese más asientos? Por supuesto, pero creo que el ejercicio intergremial es un ejercicio justo de la participación ciudadana. Al final, este comité tiene voz, pero no voto, por lo que hay posibilidad de innovación en gestión de participación, en cada instancia de la RM, que puede armar convocatorias adicionales para otros actores de la sociedad.
¿Qué capacidad tendrán las agencias de la RM?
La institucionalidad de Bogotá y Cundinamarca, para desarrollar proyectos, es relativamente buena. Sin embargo, hoy tenemos el brazo, pero no las neuronas. Se necesita coordinar cuáles son las obras que la región necesita para integrar mejor el transporte. Lo que hace falta es planear y pensar sus soluciones de movilidad. Opino que se avanza un montón con esto. Este modelo vendrá pensado de manera colectiva, con la mirada de que cada alcalde, que comprende mejor lo que ocurre en sus territorios y por eso puede proponer soluciones que correspondan a la realidad.
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¿Cómo la RM aumentará la productividad?
Lo que se busca es generar que en las actividades económicas, asociadas a la dignidad humana, las personas de Bogotá y Cundinamarca cuenten con condiciones mínimas. Unas vías y transporte adecuado e integrado, que permitan sacar los alimentos al mercado más grande del país. Es decir, pensar en cómo logramos que las entradas y salidas de Bogotá sean eficientes para aquellos que vienen a traer sus alimentos y mercancías por la calle 13, por la 80 y por la autopista Norte. Hoy en el país, en el ingreso a las ciudades, se pierde en competitividad, por ineficiencias. Se pierden casi $16 billones, porque las vías no están conectadas.
Uno de sus principios es la seguridad alimentaria. ¿Cómo se lograría eso?
En materia de seguridad alimentaria, hace muchos años se viene hablando de la necesidad de desconcentrar el punto de acopio más importante que tiene Bogotá, para hacer algo (ojalá que se pueda hacer), y es la “transformación de los alimentos”, que permite que se puedan conservar más tiempo y tener tecnificación y gestión del conocimiento en el manejo de los alimentos. Con los procesos que tenemos en la actualidad no estamos utilizando herramientas para la gestión del conocimiento y la transformación de los alimentos, para dejar de desperdiciarlos. Lo que se desperdicia hoy en alimentos se debe a que no hay adecuados sistemas de almacenamiento.
De manera indirecta se propone una economía de gran escala. ¿Qué beneficios traerá eso?
Hoy lo que está pasando es que lo estamos haciendo al revés. Cada solución habitacional que se da en suelo suburbano tiene su propio sistema de abastecimiento y tratamiento de agua, cuando lo más eficiente y sostenible es que sean mercados regionales agregados. Hoy 11 municipios ya dependen del abastecimiento que se hace a distancia desde el Acueducto de Bogotá, pero no se hace de la mejor manera. Esto se debe a que Bogotá le vende agua en bloque a los otros municipios, pero estos tienen contratos viejos de más de una década, que no están sometidos a la regulación de pérdida de agua no contabilizada. Como Bogotá está obligada a venderles agua, entonces ellos no hacen las inversiones de compensaciones de causales, para reducir la pérdida de agua. Es muy importante que esta mirada se vuelva más sostenible y de conjunto.
¿Qué se viene para la Región Metropolitana?
Hay un reto enorme de motivar al Concejo de Bogotá para que en esta discusión de la iniciativa (que como indicó la alcaldesa volverá a presentar en un par de meses) haya un espacio para tener esa profundización con los concejales de cara a este debate tan fundamental para la ciudad. La región se configura si Bogotá y Cundinamarca son autorizados para ingresar, y a partir de allí corresponde un esfuerzo enorme de socializar con los municipios interesados en vincularse.
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