¿Qué es lo que está pasando con el pico y placa?
En Bogotá, Medellín, Cali y Cartagena se adelantan cambios con el objetivo de bajar la congestión vehicular, pero las críticas no paran: se habla de afectación en las ventas del comercio y hasta de la posibilidad de comprar un segundo carro, incrementando el parque automotor.
Edwin Bohórquez Aya
Es día de El Espectador le explica. Los cambios en la medida de pico y placa en Bogotá desataron un debate interesante no solo sobre sobre la efectividad de la decisión en la descongestión de la ciudad sino por el impacto que ha generado en muchos grupos poblacionales que tienen en el vehículo su fuente de trabajo. Surgieron muchas preguntas desde todos los lados: ¿Tiene sentido pagar un impuesto vehicular por 365 días si en realidad no podemos usarlo esos 365 días? ¿Tenemos la infraestructura adecuada para viajar en transporte alternativo como la bicicleta? Con las evidentes denuncias diarias de robos, ¿es seguro salir en una bicicleta, una patineta o incluso una moto eléctrica sin exponernos a un ataque violento? ¿Contamos con un sistema de transporte público capaz de convertirse en una opción elegible para todos aquellos que lo dejaron de usar, por ejemplo, ante la posibilidad de comprar una motocicleta y gastar menos dinero que el costo diario de Transmilenio? Aunque fue la pandemia la que nos obligó a muchos a trabajar desde la casa, ¿tiene sentido entender esta opción como una estrategia viable y constante para que precisamente muchos de los que se movían en carro particular de la casa al trabajo y viceversa dejen de poner una cuota en el trancón y sean más productivos desde su hogar? ¿Cuáles fueron las declaraciones de la alcaldesa Claudia López que desataron todo tipo de críticas a su postura? ¿Qué están diciendo los restauranteros y comerciantes sobre el impacto de estas decisiones en sus negocios?
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Es día de El Espectador le explica. Los cambios en la medida de pico y placa en Bogotá desataron un debate interesante no solo sobre sobre la efectividad de la decisión en la descongestión de la ciudad sino por el impacto que ha generado en muchos grupos poblacionales que tienen en el vehículo su fuente de trabajo. Surgieron muchas preguntas desde todos los lados: ¿Tiene sentido pagar un impuesto vehicular por 365 días si en realidad no podemos usarlo esos 365 días? ¿Tenemos la infraestructura adecuada para viajar en transporte alternativo como la bicicleta? Con las evidentes denuncias diarias de robos, ¿es seguro salir en una bicicleta, una patineta o incluso una moto eléctrica sin exponernos a un ataque violento? ¿Contamos con un sistema de transporte público capaz de convertirse en una opción elegible para todos aquellos que lo dejaron de usar, por ejemplo, ante la posibilidad de comprar una motocicleta y gastar menos dinero que el costo diario de Transmilenio? Aunque fue la pandemia la que nos obligó a muchos a trabajar desde la casa, ¿tiene sentido entender esta opción como una estrategia viable y constante para que precisamente muchos de los que se movían en carro particular de la casa al trabajo y viceversa dejen de poner una cuota en el trancón y sean más productivos desde su hogar? ¿Cuáles fueron las declaraciones de la alcaldesa Claudia López que desataron todo tipo de críticas a su postura? ¿Qué están diciendo los restauranteros y comerciantes sobre el impacto de estas decisiones en sus negocios?
Para tratar de contestar algunas y, además, echarle un vistazo a lo que también ha sucedido en Medellín, Cali y Cartagena con el mismo tema, le pedimos a los colegas de la sección Bogotá y de la sección Colombia que nos enviaran todos los contenidos que hemos hecho en medio de esta coyuntura, así que les dejaremos a continuación todos estos links para que puedan entrar a ellos y ahondar en la información. Comencemos:
Desde el 8 de noviembre del año pasado Juan David Palacio, director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, autoridad ambiental y de movilidad de los 10 municipios que lo componen, hizo pública la idea que se tenía de hacer cambios en el pico y placa. Se hablaba de que los vehículos tendrían restricción una vez a la semana (todo el día) y no cada 15 días, como rige actualmente. En este texto nos dieron el avance.
Ya, terminando el año, la noticia llegó desde Cali, justo el día de los Santos Inocentes: en un consejo extraordinario de seguridad anunciaron que se levantaba el pico y placa. “Se discutieron varios temas, entre ellos el plan éxodo para el primero de enero. Dentro de las disposiciones que se toman y para facilitar la salida de muchos viajeros que tomarán vacaciones durante los primeros días de enero e irán a sus lugares de descanso fuera del Distrito, se levantará a partir de este miércoles la restricción del pico y placa”, dijo el secretario de Movilidad de Cali, William Vallejo. Se habló también de la movilidad en el marco de la Feria de Cali por los encuentros masivos y, además, dejaron claro que la medida quedaba abierta y en enero se definiría hasta qué día estaría vigente.
2,4 millones de vehículos circulan en Bogotá, un 10% más de todo el parque automotor registrado hace cinco años en la capital del país.
Para el 9 de noviembre, después de la fiesta de Fin de Año y de la celebración de la llegada de los Reyes, la sección Bogotá escribió un texto para explicar todos los cambios que se avecinaban y que entrarían a funcionar el 10 de enero. Ahí, justo, comenzaba todo pues el 10 de enero era día festivo. Nos detallaron horarios, excepciones y sanciones si no se cumplía con los cambios anunciados por la Secretaría de Movilidad, como por ejemplo el pico y placa regional, una decisión que se tomó en el marco de la integración llamada Región Metropolitana Bogotá – Cundinamarca, compuesta por los gobiernos no solo de la capital sino de los municipios vecinos. “Desde el mediodía hasta las 4:00 p.m. podrán ingresar los vehículos de placas pares, y desde las 4:00 p.m. hasta las 8:00 p.m. ingresarán únicamente los vehículos con placas impares’. Las demás decisiones aparecen a continuación:
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El pico y placa no es una medida nueva, tiene ya unos 20 años, pero la última vez que se extendió a jornada completa, es decir, desde las 6:00 am hasta las 9:00 pm, fue en el 2009, cuando las obras de la tercera fase de Transmilenio generaron un impacto en la movilidad y esta fue la decisión que tomó la administración distrital del momento. Y ahora la de Claudia López la usa teniendo en cuenta el aumento de las obras en proceso por varias zonas de la ciudad y la construcción de la Primera Línea del Metro de Bogotá. En general, “entre las excepciones al pico y placa está el personal de salud, los carros eléctricos e híbridos inscritos ante la Secretaría de Movilidad y aquellos que hayan pagado por el denominado pico y placa solidario, que puede ser costeado por día, mes o semestre para ser eximido de la restricción”, nos contaba los colegas de la sección Bogotá.
Nicolás Estupiñán, saliente secretario de Movilidad, le puso números a la decisión, advirtió sobre la llegada de más vehículos al ecosistema de transporte y fue claro en insistir que “esta medida de gestión de la demanda como es el pico y placa amplía su horario de restricción para los cerca de 1,9 millones de vehículos particulares matriculados en la ciudad, así como a los de otros municipios que transitan por nuestras calles. Con ello esperamos mitigar la congestión generada por el crecimiento del parque automotor”.
Ese mismo 11 de enero la alcaldesa Claudia López entregó un balance de lo que había sucedido el lunes festivo 10 de enero. “El #PicoYPlacaRegional fue el primer proyecto que nos propusimos como Región Metropolitana para facilitar la entrada a Bogotá luego del festivo y fue todo un éxito. Ingresaron 187.000 carros a una velocidad promedio de 40km/h. 0 fatalidades”, dijo en su cuenta de Twitter. Sobre el tema de la velocidad, dijo la Administración Distrital que para la misma fecha en años anteriores la velocidad promedio había sido de 10 km/h. Y se informó de unos 1.000 comparendos entre los 400.000 vehículos que entraron a la capital.
El carro compartido se convertía entonces en una estrategia viable pero, sobre todo, en lo que han llamado desde la alcaldía una meta de cultura ciudadana; también empezaba la puja por el decreto del pico y placa a motos en Cartagena y registramos la respuesta de Claudia López (“Los impuestos son por tener carro. Lo invito a que lo venda, use bicicleta, use transporte público o compártalo”) que causó revuelo en el país, una ola de críticas y también de ‘memes’ que se tomaron las redes sociales para cuestionar su postura, donde invitaba a vender el carro si la gente no quería pagar el impuesto.
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Mientras la temperatura subía en Bogotá por las declaraciones de Claudia López, en Medellín el alcalde Daniel Quintero anunciaba que desde el 17 de enero comenzarían a regir nuevos lineamientos para Medellín y el Valle de Aburrá: “Pico y placa de 2 dígitos, arranca el 17 de enero. Habrá una semana de pedagogía. Está listo el software que permitirá el pago para la exoneración del mismo como prueba piloto”, escribió Quintero en Twitter. ¿En qué horario? 5:00 a.m. hasta las 8:00 p.m. con carros, camionetas, camperos, motocarros y cuatrimotos.
Volvimos a Bogotá con la lectura de la columna de opinión escrita por Juan Pablo Ruiz Soto, quien nos invitaba al análisis: “Parte de la solución es poner un precio justo al uso y la apropiación del espacio público por los autos particulares. Para superar el eterno y cada vez más extendido trancón, no basta impulsar el uso de la bicicleta, hacer el metro y tapar huecos”. Pero también lanzó propuestas: “Que los particulares solo podamos sacar el carro tres veces al mes entre semana, más sábados y domingos, y aplicar el principio de pico y placa solidario pagando $60.000 por día adicional si queremos utilizarlo más, sin posibilidad de hacerlo más de tres días por semana”.
El pago del pico y placa solidario va desde $51.700 hasta $97.700 por un día, entre $413.200 y $780.900 por mes y, para quienes quieren movilizarse sin restricción durante un semestre, entre $2′066.200 y $3′905.100, nos contaba la sección Bogotá.
Para el 13 de enero Claudia López tuvo que retractarse de los comentarios entregados en la entrevista al canal Caracol. Tuvo que escribir en su cuenta de Twitter: “Sé que lo de “vender el carro” fue una frase muy desafortunada. Vamos en el segundo día de pico y placa con buenos resultados en velocidad y movilidad. Gracias por confiar en la medida. #MovilidadCompartida Y por favor, compartan el carro y no vendan los chinos! #NayibeStyle”.
La alcaldesa le bajó el clima a las críticas pasando al escenario de los resultados del pico y placa extendido, como nos contaron nuestros compañeros: “en la capital se han emitido 10.479 permisos activos de pico y placa solidario, de los cuales casi cuatro mil han sido tramitados en los últimos dos meses. Solo el 12 de enero, el segundo día de la medida, se adquirieron 1.298 permisos”. También nos recordaron que la velocidad promedio de desplazamiento subió y que, en otras palabras, se ha logrado el objetivo de descongestión.
Volvimos a Medellín, reportamos la nueva puja en Cartagena, miramos el caso de Cali, que sigue con el pico y placa suspendido, y también hicimos un análisis más allá de los trinos y los memes después de tanto agite social en Bogotá para entender lo que significa para la movilidad que en la capital de los colombianos estén activos 500 frentes de obra a la vez, de los datos de la Andi y de Fenalco donde se informa que el año pasado se vendieron en el país 250.272 vehículos, un 32 % más que en 2020, siendo Bogotá la ciudad en donde más se registraron transacciones, con 57.029 automotores; y nos contaron que las proyecciones para el 2022 se acercan a las 60.000 unidades comercializadas en la capital. Para sumar Luis Miguel Castellanos nos hablaba de que “en 2021 se robaron cerca de 8.500 ciclas y, además, fue el año más violento de los últimos siete, dejando 1.126 asesinatos, 88 casos más que en 2020, 74 más que en 2019 y 62 más que los ocurridos en 2018″.
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Nos recordaba el editorial de El Espectador que con el pico y placa en Bogotá “hubo un aumento del 87 % en las personas registradas para compartir el carro. La velocidad aumentó en horas valles en un 30 % y se redujo en un 15 y 20 % el total de vehículos en las calles”. Pero el mismo editorial nos llevaba a debatir de fondo: “Son buenas noticias, pero se trata de medidas insuficientes. El problema de fondo persiste”. La invitación entonces va más allá: pensar en un sistema de trasporte público a la altura de las necesidades de todos, de los estudiantes y de los trabajadores; trabajar en la renovación de ese parque automotor público para que sea amigable con el medio ambiente; que la seguridad se convierta en prioridad y exista una estrategia con ese foco para que no salgamos con miedo cuando tomamos la decisión de usar una bicicleta. Que en los trabajos se contemple los horarios alternativos para descongestionar las horas pico, que el teletrabajo se mantenga como una opción real para quienes cuentan con un empleo que lo permite y que, incluso desde la lógica del mercado laboral entendamos que no es justo ni aporta en la calidad de vida obligar a una persona a atravesar toda la ciudad para llegar desde su casa hasta la oficina.
Los comerciantes no paran de quejarse y alertan de una pérdida de tráfico de comensales en los restaurantes. Incluso el mismo Andrés Jaramillo, de Andrés Carne de Res, fue enfático en que en uno de sus locales pasó de atender 800 personas a unas 300. Nuestros lectores también participaron en el debate y lanzaron críticas y, acto seguido, propuestas. Mauricio Méndez Moreno estuvo en desacuerdo con la idea de aplicar más restricciones, dice que la gente contemplaría mudarse de Bogotá y propuso la creación “de ciudadelas donde confluyan estudio, trabajo, vivienda, deporte, zonas comerciales, hospitales, etc., en pequeños grupos, de tal forma que no se requiera desplazamiento en autos”.
Carlos Gómez criticaba a Juan Pablo Ruiz Soto y su propuesta de pico y placa del 0 al 9. “Para eso, mejor cerrar concesionarios y prohibir la venta de vehículos”, dijo. Y Patricia Delgadillo quien propone extender el pico y placa a motos y buses públicos, incluso vehículos pesados como camiones y tractomulas (ya existe reglamentación de movilidad sobre estos vehículos en ciudades como Bogotá y con horarios y zonas definidas. Incluso para los taxis). Propone el trabajo y estudio en casa de forma permanente, como ya lo habíamos dicho más arriba.
$468.500 es el valor de la multa si usted incumple de la medida de pico y placa en Bogotá.
La realidad es que llevamos años con problemas de movilidad en las principales ciudades del país y a la par con pocas soluciones de fondo. Ha sido el pico y placa una de esas medidas replicadas. Y el pico y placa extendido también. Todos sabemos que lo que pasa en otros países, o por lo menos en aquellos con economías fuertes, es que se privilegia el transporte público, sí, pero porque es de calidad. También sabemos que llevar un carro particular a las zonas céntricas implica pagar estacionamientos costosos y, en otros casos, pagar una especie de impuesto adicional para poder ingresar a dicha zona. Hemos visto lo de vías de segundo piso y también las variantes para que los camiones grandes no entren a las ciudades. También sabemos que el dinero de los impuestos se invierte bien en infraestructura y no termina en los bolsillos de los corruptos. Por ahora es necesario esperar un poco más de tiempo para ver resultados más consolidados de las decisiones que se están tomando en ciudades como Bogotá. El precio del dólar tiene por las nubes el valor de los carros eléctricos y, por su costo, se mantienen como un vehículo de lujo para la mayoría. Ojalá no se dispare la venta de un segundo carro, que quienes tienen en este bien de medio de trabajo logren hacer cuentas más reposadas para ver si vale la pena pagar por el permiso diario y que, al final, nos quede una buena información de toda esta experiencia para que entre todos podamos tomar mejores decisiones de movilidad.
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