Fomentar la lectura como hábito: la meta por cumplir en la capital
El índice de lectura en Colombia es de 2,7 libros al año, señala el DANE. Analizamos qué influye en los hábitos lectores y cómo apuntar a mejorarlos.
Cristian Camilo Perico Mariño
La antesala a la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo), que vuelve a ser presencial tras dos años de pandemia, es una buena excusa para reflexionar alrededor de los hábitos de lectura de los capitalinos y las estrategias para mejorarlos. Las cifras no dejan bien parado al país frente a otros de la región, pero las estrategias públicas y privadas para remontar en ese escalafón, en medio de la era digital, vale la pena resaltarlas.
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Y qué mejor oportunidad que la Filbo, evento (el segundo más grande en Latinoamérica, después de la Feria de Guadalajara, México), que vincula a autores, editores, correctores, traductores, distribuidores, agentes, libreros y lectores alrededor de un objetivo: promover la lectura, hábito que pareciese poco frecuente debido a la exposición masiva a dispositivos móviles.
Según la última Encuesta Nacional de Lectura, del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en 2017 el índice de lectura arrojaba que cada colombiano leía 2,73 libros al año, cifra que ubica a Colombia en un puesto inferior a países latinoamericanos como México, con una lectura promedio anual de 2,9 libros; Perú, con 3; Brasil, con 4; Argentina, con 4,5, y Chile, con 5,4.
Dimensionar este ranquin puede ser alarmante. Sin embargo, es indispensable analizar qué factores influyen en los hábitos lectores de los bogotanos, por ejemplo, al vivir en la capital y tener una mayor oferta de espacios culturales.
De acuerdo con Diana Paola Guzmán, directora de la Escuela de Lectores de la Red de Bibliotecas Públicas de Bogotá (BibloRed), es indispensable partir de la idea de que la lectura no es una práctica de primera necesidad. Es decir, no quita el hambre, por lo cual no se considera una prioridad en un país que cuenta con nueve millones de personas en condición de pobreza multidimensional, según el reporte de 2020 del DANE.
“La encuesta de lectura reconoce 2,73 libros por persona, pero hay que ser cuidadosos con dos aspectos: el primero, que una cosa es el índice de lectura y otra los lectores, porque también está la Encuesta de Consumo Cultural, que indica que al año los consultados leen 3,8 obras. El segundo, que tener un libro en Colombia, en algunos contextos, puede ser un lujo. Hay situaciones en las que las personas o comen o compran un libro”, explica Guzmán, quien agrega que en los resultados hay zonas grises.
“En esas encuestas hay una librodependencia, se mide el número de libros leídos. Ese es un error, porque no solo se leen libros, sino también periódicos, artículos en la web, chat en redes, etc. Sumado a eso, no aparecen los menores de 12 años que, paradójicamente, son los que mejores prácticas de lectura tienen. Por lo tanto, no refleja de manera absoluta el índice en Bogotá”, explica la funcionaria.
En ese sentido, es necesario desdibujar la idea de que la lectura es una actividad aristocrática, únicamente de los interesados en obras clásicas de Dante Alighieri o Shakespeare. Las bibliotecas públicas tienen 685.855 recursos disponibles y, según su reporte anual de préstamos, en 2021 se realizaron 658.403.
Otro aspecto relevante al hablar de la promoción de la lectura es el consumo de audiolibros, al ser un formato transgeneracional:
“En BiblioRed somos conscientes de los cambios del consumo y los formatos. Los audiolibros son amigables, dado que le permite al lector sentirse acompañado. Sin embargo, frente a la discusión de si se deben considerar lectura o no, lo importante no debe ser el artefacto, lo que debe preocupar son las competencias lectoras”, asevera Guzmán, quien comparte que en la Biblioteca Digital de Bogotá hay 176 audiolibros disponibles.
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Línea en la que reconoce también que existe una incoherencia entre el tipo de lecturas vinculadas a los planes lectores en las instituciones académicas y el desarrollo cognitivo-cerebral de los jóvenes. “El tipo de lecturas obligatorias en los colegios influye en la percepción que se tiene del hecho de leer. En muchos casos los jóvenes lo ven como algo aburrido, porque estuvieron forzados a leer obras clásicas que no estaban acordes a sus intereses”, reconoce la directora de la Escuela de Lectores.
Las cifras de la BibloRed
La Red de Bibliotecas Públicas está conformada por 136 espacios de promoción de lectura en Bogotá, entre los cuales se destacan las 27 bibliotecas en las diferentes localidades de la ciudad, 12 bibloestaciones en Transmilenio, 95 paraderos de libros en parques y una biblioteca itinerante, que se desplaza hasta los puntos rurales.
La Red cuenta con más de 860 mil afiliados, quienes tienen acceso tanto a los recursos físicos de los espacios de lectura como a los más de tres millones de recursos de la Biblioteca Digital de Bogotá, espacio que en lo corrido del año ha recibido 229.605 accesos. En 2021 se registraron 1′613.447 visitas en línea.
Las bibliotecas públicas cuentan con una colección de 685.855 recursos disponibles, para préstamo en sala y fuera de ella. El año pasado se registraron 1′579.158 visitas a sus instalaciones y se realizaron 47.968 afiliaciones nuevas, tiempo en el que se prestaron 658.403 materiales.
Las iniciativas ciudadanas
Promover el hábito de la lectura es un reto que no solo está asumiendo el Distrito. Miles de capitalinos, apasionados por los libros, se han unido para vincular a más personas al ámbito literario y de la lectura multiformato. Así surgió “Lectores Bogotá”, un perfil en Instagram que nació en 2013, luego de que un grupo de 20 jóvenes, con intereses en común, decidieran agruparse para hablar de libros y sus experiencias leyendo.
“Nos conocimos en una página de Facebook y empezamos a conversar sobre lo inusual que era hablar de libros en nuestros círculos sociales. Decidimos encontrarnos y hablar de temas literarios desde una perspectiva de disfrute”, comparte Natalia Gil González, una de las presidentas de este colectivo que organiza eventos para que personas de diferentes edades se conozcan para hablar de literatura.
Su perfil en Instagram ya cuenta con 267 publicaciones y más de 1.743 seguidores, quienes se han animado a entrar a dinámicas lectoras con diferentes estrategias que el colectivo ha lanzado como “Hablándoles a las plantas”, “Señoriando”, “Costurero” y “Tintico para la tarde”.
Con este tipo de propuestas se siguen sumando esfuerzos para mejorar las competencias lectoras en la capital, ámbito en el que el Distrito tendrá que seguir avanzando en acercar la lectura a los ciudadanos de a pie y desestructurar el concepto de que leer es una actividad solo para unos cuantos.
Nota relacionada: Fundación Santuario Animal Namigni: el edén de las especies animales en Colombia.
La antesala a la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo), que vuelve a ser presencial tras dos años de pandemia, es una buena excusa para reflexionar alrededor de los hábitos de lectura de los capitalinos y las estrategias para mejorarlos. Las cifras no dejan bien parado al país frente a otros de la región, pero las estrategias públicas y privadas para remontar en ese escalafón, en medio de la era digital, vale la pena resaltarlas.
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Y qué mejor oportunidad que la Filbo, evento (el segundo más grande en Latinoamérica, después de la Feria de Guadalajara, México), que vincula a autores, editores, correctores, traductores, distribuidores, agentes, libreros y lectores alrededor de un objetivo: promover la lectura, hábito que pareciese poco frecuente debido a la exposición masiva a dispositivos móviles.
Según la última Encuesta Nacional de Lectura, del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en 2017 el índice de lectura arrojaba que cada colombiano leía 2,73 libros al año, cifra que ubica a Colombia en un puesto inferior a países latinoamericanos como México, con una lectura promedio anual de 2,9 libros; Perú, con 3; Brasil, con 4; Argentina, con 4,5, y Chile, con 5,4.
Dimensionar este ranquin puede ser alarmante. Sin embargo, es indispensable analizar qué factores influyen en los hábitos lectores de los bogotanos, por ejemplo, al vivir en la capital y tener una mayor oferta de espacios culturales.
De acuerdo con Diana Paola Guzmán, directora de la Escuela de Lectores de la Red de Bibliotecas Públicas de Bogotá (BibloRed), es indispensable partir de la idea de que la lectura no es una práctica de primera necesidad. Es decir, no quita el hambre, por lo cual no se considera una prioridad en un país que cuenta con nueve millones de personas en condición de pobreza multidimensional, según el reporte de 2020 del DANE.
“La encuesta de lectura reconoce 2,73 libros por persona, pero hay que ser cuidadosos con dos aspectos: el primero, que una cosa es el índice de lectura y otra los lectores, porque también está la Encuesta de Consumo Cultural, que indica que al año los consultados leen 3,8 obras. El segundo, que tener un libro en Colombia, en algunos contextos, puede ser un lujo. Hay situaciones en las que las personas o comen o compran un libro”, explica Guzmán, quien agrega que en los resultados hay zonas grises.
“En esas encuestas hay una librodependencia, se mide el número de libros leídos. Ese es un error, porque no solo se leen libros, sino también periódicos, artículos en la web, chat en redes, etc. Sumado a eso, no aparecen los menores de 12 años que, paradójicamente, son los que mejores prácticas de lectura tienen. Por lo tanto, no refleja de manera absoluta el índice en Bogotá”, explica la funcionaria.
En ese sentido, es necesario desdibujar la idea de que la lectura es una actividad aristocrática, únicamente de los interesados en obras clásicas de Dante Alighieri o Shakespeare. Las bibliotecas públicas tienen 685.855 recursos disponibles y, según su reporte anual de préstamos, en 2021 se realizaron 658.403.
Otro aspecto relevante al hablar de la promoción de la lectura es el consumo de audiolibros, al ser un formato transgeneracional:
“En BiblioRed somos conscientes de los cambios del consumo y los formatos. Los audiolibros son amigables, dado que le permite al lector sentirse acompañado. Sin embargo, frente a la discusión de si se deben considerar lectura o no, lo importante no debe ser el artefacto, lo que debe preocupar son las competencias lectoras”, asevera Guzmán, quien comparte que en la Biblioteca Digital de Bogotá hay 176 audiolibros disponibles.
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Línea en la que reconoce también que existe una incoherencia entre el tipo de lecturas vinculadas a los planes lectores en las instituciones académicas y el desarrollo cognitivo-cerebral de los jóvenes. “El tipo de lecturas obligatorias en los colegios influye en la percepción que se tiene del hecho de leer. En muchos casos los jóvenes lo ven como algo aburrido, porque estuvieron forzados a leer obras clásicas que no estaban acordes a sus intereses”, reconoce la directora de la Escuela de Lectores.
Las cifras de la BibloRed
La Red de Bibliotecas Públicas está conformada por 136 espacios de promoción de lectura en Bogotá, entre los cuales se destacan las 27 bibliotecas en las diferentes localidades de la ciudad, 12 bibloestaciones en Transmilenio, 95 paraderos de libros en parques y una biblioteca itinerante, que se desplaza hasta los puntos rurales.
La Red cuenta con más de 860 mil afiliados, quienes tienen acceso tanto a los recursos físicos de los espacios de lectura como a los más de tres millones de recursos de la Biblioteca Digital de Bogotá, espacio que en lo corrido del año ha recibido 229.605 accesos. En 2021 se registraron 1′613.447 visitas en línea.
Las bibliotecas públicas cuentan con una colección de 685.855 recursos disponibles, para préstamo en sala y fuera de ella. El año pasado se registraron 1′579.158 visitas a sus instalaciones y se realizaron 47.968 afiliaciones nuevas, tiempo en el que se prestaron 658.403 materiales.
Las iniciativas ciudadanas
Promover el hábito de la lectura es un reto que no solo está asumiendo el Distrito. Miles de capitalinos, apasionados por los libros, se han unido para vincular a más personas al ámbito literario y de la lectura multiformato. Así surgió “Lectores Bogotá”, un perfil en Instagram que nació en 2013, luego de que un grupo de 20 jóvenes, con intereses en común, decidieran agruparse para hablar de libros y sus experiencias leyendo.
“Nos conocimos en una página de Facebook y empezamos a conversar sobre lo inusual que era hablar de libros en nuestros círculos sociales. Decidimos encontrarnos y hablar de temas literarios desde una perspectiva de disfrute”, comparte Natalia Gil González, una de las presidentas de este colectivo que organiza eventos para que personas de diferentes edades se conozcan para hablar de literatura.
Su perfil en Instagram ya cuenta con 267 publicaciones y más de 1.743 seguidores, quienes se han animado a entrar a dinámicas lectoras con diferentes estrategias que el colectivo ha lanzado como “Hablándoles a las plantas”, “Señoriando”, “Costurero” y “Tintico para la tarde”.
Con este tipo de propuestas se siguen sumando esfuerzos para mejorar las competencias lectoras en la capital, ámbito en el que el Distrito tendrá que seguir avanzando en acercar la lectura a los ciudadanos de a pie y desestructurar el concepto de que leer es una actividad solo para unos cuantos.
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