¿Qué tan inteligente será la semaforización?
Tras las críticas por el primer semáforo con contador regresivo, analizamos las tecnologías detrás de la apuesta del Distrito por implementar un “sistema inteligente de transporte”. Lo de la cuenta regresiva es solo un componente.
Diego Ojeda / @diegoojeda95.
Bogotá lleva más de 10 años tratando de renovar su red semafórica. La historia tiene capítulos que narran su fracaso, como el de 2008, cuando la licitación se declaró desierta porque los oferentes no cumplían los requisitos; el de 2009, cuando se cerró el proceso por falta de presupuesto, y el de 2015, cuando hasta el secretario de Movilidad de turno resultó investigado, al parecer, por haber mediado entre contratistas y Distrito.
Aunque la última licitación, por $173.000 millones, también está cuestionada por una serie de irregularidades, que llevaron a la Procuraduría a destituir en primera instancia al actual secretario de Movilidad, Juan Pablo Bocarejo, y a la Fiscalía a abrir una investigación penal por los presuntos delitos que cometió el consorcio Movilidad Futura 2050 (integrado por Sutec y Siemens) para quedarse con el contrato, lo cierto es que el rezago tecnológico es evidente.
El panorama actual muestra que casi el 30 % de los semáforos de la ciudad siguen funcionando con luz halógena, tecnología que desde 2009 comenzó un proceso de prohibición en la Unión Europea al existir soluciones más óptimas como la LED; parte de su comunicación funciona con red de cobre, cuando lo ideal sería la fibra óptica, y hace algunos días se celebró la instalación de su primer semáforo con contador regresivo, dispositivos que desde hace años existen en otras ciudades del país.
El hecho de que en la capital de Colombia, que desde este año se consolidó como el país epicentro de la cuarta revolución industrial en América Latina, fuera noticia un semáforo con cuenta regresiva significó una lluvia de críticas en las redes sociales. Lo anterior, podría no ser más que la factura de una deuda que pasan los ciudadanos a la administración por sus frustrados intentos de modernizar la red semafórica de la capital. Actualmente (a pesar de los cuestionamientos contractuales) avanza un proceso que apunta a saldar la cuenta, una apuesta, que más allá de una semaforización inteligente, pretende alcanzar un “sistema inteligente de transporte”.
Semáforos inteligentes
Se espera que los nuevos semáforos, además de un contador regresivo, integren video detectores; es decir, cámaras cuyo trabajo será contar cuántos carros transitan en la vía. Lo ideal es que en una intersección exista por lo menos una cámara para la calle y otra para la carrera. Estos sensores enviarán el conteo a un “controlador”, que es un computador en un armario metálico, cerca del cruce.Su trabajo, con base en los datos que recibe en tiempo real, será elaborar un plan de señales acorde con las necesidades de la intersección. Por ejemplo, si los sensores detectan más carros en la calle que en la carrera, el controlador priorizará el paso por la vía más congestionada, para mejorar el tránsito.
Pero esta ‘inteligencia’ no será del todo independiente. Necesitará del apoyo de una inteligencia humana, ya que las artificiales continúan siendo falibles. Dejar a una máquina tomar decisiones sin ningún parámetro podría ser peligroso. Imagínese que el controlador determine que lo ideal es dejar un tiempo de verde indefinido. Esto obligaría a los peatones a cruzar arriesgando su vida.
Por esta razón, los ingenieros detrás de esta implementación pensaron previamente en tales escenarios y diseñaron unas ‘reglas de juego’ que la máquina debe respetar.
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Los planes también contemplan que las intersecciones se conecten a una única central de semáforos, gracias a un cableado de fibra óptica, para controlar su funcionamiento. Actualmente existen tres centrales (norte, centro y sur) porque el cableado de cobre dificulta una comunicación a larga distancia. No obstante, ya arrancó la migración para la consolidación de un solo centro de control. Por lo menos 314 intersecciones ya han migrado.
Los semáforos pueden funcionar en dos modalidades: adaptativa y responsiva. La primera significa que su funcionamiento obedece a lo aprendido de las condiciones de tráfico. La segunda, a las órdenes precargadas para atender una emergencia, como facilitar el paso de una ambulancia o un carro de bomberos.
El Espectador visitó esta central. Allí grandes pantallas muestran los registros de las cámaras de seguridad, así como un enorme mapa de la capital con puntos de colores. Cada uno representa el estado de cada intersección: verde es que funciona sin problemas; naranja, que abrieron el armario del controlador; amarillo, que está operando pero se perdió la comunicación, y gris, que está en proceso de migración.
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Botero agrega que Bogotá debería seguir el ejemplo de otras ciudades que han avanzado en esta materia, como Barcelona, en la que sus planes de despliegue de tecnologías inteligentes han tenido como base los derechos de la ciudadanía, su privacidad y el manejo de los datos.
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También están las investigaciones judiciales que avanzan ante presuntas irregularidades del Consorcio Movilidad Futura 2050, integrado por Siemens (1 %) y Sutec (99 %). Una denuncia publicada por este diario reveló cómo a pesar de que el socio mayoritario estaba al borde de la quiebra, presentó balances con datos falsos para participar y ganar el contrato, situación que fue demandada ante las autoridades judiciales y que sigue sin una decisión de fondo.
Para ambas situaciones, la secretaría de Movilidad tiene una respuesta. En el caso de los datos personales afirma que “la información recolectada será de la entidad y la manejará acorde con la legislación vigente (datos abiertos y protección de datos)”. Frente a las investigaciones disciplinarias, administrativas y penales, el despacho asegura que mientras las autoridades no emitan una sentencia seguirán con la ejecución del contrato de semaforización inteligente.
Por ahora, mientras el Distrito sigue presentando los avances de la ejecución del cuestionado contrato de modernización semafórica, la ciudad queda a la espera de saber si esta vez sí se completará el proceso sin importar las irregularidades que lo preceden o si quedará a medias por orden de la justicia.
Bogotá lleva más de 10 años tratando de renovar su red semafórica. La historia tiene capítulos que narran su fracaso, como el de 2008, cuando la licitación se declaró desierta porque los oferentes no cumplían los requisitos; el de 2009, cuando se cerró el proceso por falta de presupuesto, y el de 2015, cuando hasta el secretario de Movilidad de turno resultó investigado, al parecer, por haber mediado entre contratistas y Distrito.
Aunque la última licitación, por $173.000 millones, también está cuestionada por una serie de irregularidades, que llevaron a la Procuraduría a destituir en primera instancia al actual secretario de Movilidad, Juan Pablo Bocarejo, y a la Fiscalía a abrir una investigación penal por los presuntos delitos que cometió el consorcio Movilidad Futura 2050 (integrado por Sutec y Siemens) para quedarse con el contrato, lo cierto es que el rezago tecnológico es evidente.
El panorama actual muestra que casi el 30 % de los semáforos de la ciudad siguen funcionando con luz halógena, tecnología que desde 2009 comenzó un proceso de prohibición en la Unión Europea al existir soluciones más óptimas como la LED; parte de su comunicación funciona con red de cobre, cuando lo ideal sería la fibra óptica, y hace algunos días se celebró la instalación de su primer semáforo con contador regresivo, dispositivos que desde hace años existen en otras ciudades del país.
El hecho de que en la capital de Colombia, que desde este año se consolidó como el país epicentro de la cuarta revolución industrial en América Latina, fuera noticia un semáforo con cuenta regresiva significó una lluvia de críticas en las redes sociales. Lo anterior, podría no ser más que la factura de una deuda que pasan los ciudadanos a la administración por sus frustrados intentos de modernizar la red semafórica de la capital. Actualmente (a pesar de los cuestionamientos contractuales) avanza un proceso que apunta a saldar la cuenta, una apuesta, que más allá de una semaforización inteligente, pretende alcanzar un “sistema inteligente de transporte”.
Semáforos inteligentes
Se espera que los nuevos semáforos, además de un contador regresivo, integren video detectores; es decir, cámaras cuyo trabajo será contar cuántos carros transitan en la vía. Lo ideal es que en una intersección exista por lo menos una cámara para la calle y otra para la carrera. Estos sensores enviarán el conteo a un “controlador”, que es un computador en un armario metálico, cerca del cruce.Su trabajo, con base en los datos que recibe en tiempo real, será elaborar un plan de señales acorde con las necesidades de la intersección. Por ejemplo, si los sensores detectan más carros en la calle que en la carrera, el controlador priorizará el paso por la vía más congestionada, para mejorar el tránsito.
Pero esta ‘inteligencia’ no será del todo independiente. Necesitará del apoyo de una inteligencia humana, ya que las artificiales continúan siendo falibles. Dejar a una máquina tomar decisiones sin ningún parámetro podría ser peligroso. Imagínese que el controlador determine que lo ideal es dejar un tiempo de verde indefinido. Esto obligaría a los peatones a cruzar arriesgando su vida.
Por esta razón, los ingenieros detrás de esta implementación pensaron previamente en tales escenarios y diseñaron unas ‘reglas de juego’ que la máquina debe respetar.
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Los planes también contemplan que las intersecciones se conecten a una única central de semáforos, gracias a un cableado de fibra óptica, para controlar su funcionamiento. Actualmente existen tres centrales (norte, centro y sur) porque el cableado de cobre dificulta una comunicación a larga distancia. No obstante, ya arrancó la migración para la consolidación de un solo centro de control. Por lo menos 314 intersecciones ya han migrado.
Los semáforos pueden funcionar en dos modalidades: adaptativa y responsiva. La primera significa que su funcionamiento obedece a lo aprendido de las condiciones de tráfico. La segunda, a las órdenes precargadas para atender una emergencia, como facilitar el paso de una ambulancia o un carro de bomberos.
El Espectador visitó esta central. Allí grandes pantallas muestran los registros de las cámaras de seguridad, así como un enorme mapa de la capital con puntos de colores. Cada uno representa el estado de cada intersección: verde es que funciona sin problemas; naranja, que abrieron el armario del controlador; amarillo, que está operando pero se perdió la comunicación, y gris, que está en proceso de migración.
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Para ambas situaciones, la secretaría de Movilidad tiene una respuesta. En el caso de los datos personales afirma que “la información recolectada será de la entidad y la manejará acorde con la legislación vigente (datos abiertos y protección de datos)”. Frente a las investigaciones disciplinarias, administrativas y penales, el despacho asegura que mientras las autoridades no emitan una sentencia seguirán con la ejecución del contrato de semaforización inteligente.
Por ahora, mientras el Distrito sigue presentando los avances de la ejecución del cuestionado contrato de modernización semafórica, la ciudad queda a la espera de saber si esta vez sí se completará el proceso sin importar las irregularidades que lo preceden o si quedará a medias por orden de la justicia.