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Una parte importante de la estructura ecológica de Bogotá son los humedales. En total son quince los reconocidos por el Distrito y once los que hacen parte del convenio Ramsar, con el que se busca generar acciones positivas que promuevan su protección. Su importancia no solo radica en que son espacios inundables, permanente o intermitentemente, que terminan sirviendo como esponjas de recarga hídrica, sino que son lugares donde se han identificado cerca de 196 tipos de aves, de las cuales 65 son migratorias y 41 acuáticas, así como especies endémicas de flora y fauna, como la tingua, el cucarachero del pantano, la margarita del pantano, la verdolaga y orquídeas, que cumplen un papel clave en el equilibrio ecológico de la ciudad.
Por esto, cualquier tipo de intervención en estos sitios ha sido motivo de controversia, ya que sobre la mesa está la eterna discusión de cuál es el modelo correcto de protección: evitar cualquier intervención o permitir el turismo pasivo, esperando una mayor apropiación ciudadana. De ahí el dilema ante las obras que se deberían permitir o no en estos lugares, como ocurre en Tibabuyes, con el puente que atravesaría el humedal, o las obras de endurecimiento en Jaboque, que se plantearon desde la anterior administración.
Ante esto, la Veeduría Distrital realizó una encuesta ciudadana para conocer qué tanto conocen los bogotanos de los humedales y su relación con estos ecosistemas, con el fin de hacer un diagnóstico y entregar recomendaciones. Para ello, el ente de control realizó encuestas que se distribuyeron por WhatsApp, en las que participaron 234 personas en ocho días. Como resultado se evidenció que al menos el 80 % sabe qué es un humedal, el 58 % tiene idea de cuántos son, mientras que al reconocer los lugares protegidos cerca del hogar, en casos como Barrios Unidos y Ciudad Bolívar, más de la mitad de los encuestados señalaron que no conocen los que están en sus localidades; es decir los humedales de El Salitre y El Tunjo.
Por otro lado, se identificó que los más conocidos son La Conejera, Juan Amarillo o Tibabuyes y Santa María del Lago, mientras que los que menos recordación generan son La Isla, Tunjo y Meandro Say. Así mismo, se identificó que la principal motivación para visitar estos espacios es contemplar la naturaleza, aprender y reconocer su importancia.
En cuanto a la gestión de la Alcaldía, las condiciones son diferentes. Tan solo el 2 % indicó que los humedales están en buen estado frente al 63 % que afirma que los humedales están en mala o regular forma. Aunque la mayoría dio una calificación intermedia con respecto a las actuaciones del Distrito, entre las recomendaciones se destacaron acciones para proteger estos espacios, así como promover y fortalecer las sanciones contra quienes vulneren estos ecosistemas.
Frente a estos indicadores, la Veeduría Distrital recomendó al Distrito incluir a la Mesa Distrital de Humedales en la discusión técnica social y ambiental para la conservación, realizar acciones de preservación y pedagogía en los territorios, mantener las medidas cautelares sobre las obras en Tibabuyes y Jaboque hasta que se verifiquen y garanticen las condiciones, y construir confianza con la ciudadanía a partir de la presentación de avances y la interacción de quienes han creado grupos de protección alrededor de estos espacios naturales.
Para Marcela Peñuela, integrante del Colectivo Caicas, que vigila el humedal Jaboque, en los últimos seis años se ha visto un incremento en el interés ciudadano por la preservación de los humedales y aunque el informe resalta que una gran parte de los encuestados desconocen estas zonas ambientales cerca de sus entornos, no se debe desconocer la labor altruista y la investigación comunitaria que ha propiciado varios grupos ciudadanos.
“La gente se ha organizado con las uñas para desarrollar proyectos que van desde yoga en áreas aledañas hasta recorridos sin costo, porque sabemos que si la ciudadanía conoce estos espacios los verá de manera distinta. No obstante, las instituciones llegan, desconocen estos procesos y pasa como en Jaboque, donde ahora vemos basuras, escombros y quemas en zonas donde antes no las había, porque se abrió de forma indebida”.
Algo similar considera Luz María Gómez, de la Mesa de Humedales, para quien la participación ciudadana es fundamental, como ocurrió por ejemplo en el Córdoba, donde se logró la viabilización de un caudal ecológico que transporta agua que llega de los Cerros Orientales. “La claridad fue fundamental para hacer ese corredor. Ahora le pedimos al Acueducto que se responsabilice por las conexiones erradas antes de continuar con sus negocios de cemento. Lo que queremos es que haya una priorización efectiva del ecosistema. No tenemos interés en hacerles daño a las instituciones, sino que se preserven las funciones que tienen los humedales”.
Por lo pronto, está en veremos el plan de manejo ambiental del complejo Ramsar y la continuidad de las obras suspendidas. Así mismo, el Distrito incluyó en el proyecto POT la declaración de dos nuevos humedales y el aval para hacer obras viales sobre los que se tiene previsto, por lo que, como indica el informe de la Veeduría, no solo tiene que crear la confianza sino hacer más pedagogía sobre lo que se adelanta y planea en las zonas protegidas de la ciudad.