Racionamiento: ¿cómo entender la crisis hídrica en Bogotá y parte de la sabana?
La medida empezará a regir la próxima semana en casi toda la ciudad. ¿Cómo llegamos a este punto? Este ha sido el camino.
Tras varias semanas de especulaciones e incertidumbre respecto a la situación hídrica de la ciudad, la crisis hoy es una realidad: Bogotá tendrá racionamiento de agua debido a los críticos niveles de los embalses que abastecen a la ciudad. La medida fue anunciada el jueves 4 de abril por el alcalde Galán. “Desde enero hicimos un llamado insistente de ahorrar agua, pero no ha sido suficiente. Además, tenemos una situación climática que no ayuda”, indicó.
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Tras varias semanas de especulaciones e incertidumbre respecto a la situación hídrica de la ciudad, la crisis hoy es una realidad: Bogotá tendrá racionamiento de agua debido a los críticos niveles de los embalses que abastecen a la ciudad. La medida fue anunciada el jueves 4 de abril por el alcalde Galán. “Desde enero hicimos un llamado insistente de ahorrar agua, pero no ha sido suficiente. Además, tenemos una situación climática que no ayuda”, indicó.
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Según lo anunciado, Bogotá entrará en etapa de racionamiento de agua, cuyos detalles se darán a conocer el lunes 8 de abril. Por ahora se sabe que la ciudad será dividida en 10 zonas, en las cuales, por días y horarios, habrá racionamiento de 12 a 24 horas. La medida también aplicará en los municipios de la sabana que se abastecen de varios de los embalses que hoy presentan bajos niveles: Chía, Soacha, Facatativá, Madrid, Funza, Mosquera, Cajicá, La Calera, Tocancipá y Gachancipá. Con la medida, se espera que el consumo promedio de la ciudad, que está en 18 metros cúbicos por segundo, se reduzca hasta llegar a los 15.
Hasta el momento, según el Distrito, la única localidad de la ciudad en donde no habrá racionamiento es Usme, debido a que el agua que la abastece proviene del sistema El Dorado, el cual tiene un 45 % de su capacidad total y puede suplir la demanda.
¿De dónde viene el agua que consumimos en Bogotá?
“Las cuencas hidrográficas vinculadas a los ríos Chuza, Guatiquía, Bogotá y Tunjuelo, provenientes de los páramos de Chingaza, Guerrero y Sumapaz, constituyen las principales fuentes de agua para la ciudad de Bogotá. Estas aguas se almacenan en embalses como Chuza, San Rafael, Neusa, Sisga, Tominé, La Regadera y Chisacá, integrantes de los sistemas Chingaza, Norte y Sur, respectivamente”, señaló, en diálogo con El Espectador, María del Pilar García, investigadora de la Universidad Externado de Colombia.
Los tres sistemas hídricos que abastecen la ciudad están interconectados entre sí. El Sistema Sur recoge el agua de los embalses Chisacá y La Regadera, que luego es tratada en la planta de El Dorado y en otras dos plantas más pequeñas, que abastecen la localidad de Usme y parte de Ciudad Bolívar. En este momento, según la CAR, el embalse de Chisacá tiene un 47,5 % de su capacidad total, y La Regadera, un 29, 7 %, y ambos continúan con tendencia descendente.
Por otro lado, está el Sistema Chingaza, el más importante, ya que suministra cerca del 70 % del agua de la ciudad. Está compuesto por los embalses de Chuza y San Rafael, cuyo caudal hídrico es tratado en la planta Wiesner. Chapinero, La Candelaria, Engativá, San Cristóbal, Kennedy, Bosa y Tunjuelito se surten de este sistema. Actualmente, el embalse de Chuza presenta un preocupante estado del 16,08 %, con tendencia descendente, y el de San Rafael, un 18,66 % de su capacidad total y permanece con tendencia descendente.
Finalmente, el Sistema Norte se alimenta en gran parte del río Bogotá, en su cuenca alta, antes de que llegue a la ciudad y sus aguas son tratadas en la planta Tibitoc. Este sistema tiene una bondad y es que, además del río, cuenta con el caudal de los embalses Tominé, Sisga y Neusa, cuyos niveles se encuentran así: Neusa, 83,06 % con tendencia ascendente; Sisga, 50,50 %, y Tominé, 51,99 %, ambos con tendencia descendente.
Cabe mencionar que, a principios de año, una de las medidas que adoptó el Acueducto de Bogotá para enfrentar los bajos niveles del sistema Chingaza fue suplir su demanda con las reservas del sistema Norte, debido a que en los últimos meses este ha tenido los niveles más robustos. “Es importante ser más conscientes del manejo del recurso hídrico, no solo en situaciones de emergencia. Podemos asegurar que un posible desabastecimiento no se avizora próximo”, dijo Natasha Avendaño, gerente de la Empresa de Acueducto de Bogotá, en febrero de este año. No obstante, dos meses después, entramos en racionamiento.
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¿Cómo llegamos a este punto?
Son un cúmulo de circunstancias. Por un lado, está la incidencia del fenómeno de El Niño y del cambio climático, que producen altos picos en las temperaturas, además de largos periodos de sequía y bajos niveles de precipitaciones en las zonas de reservorios, embalses y cuencas de ríos y quebradas, que abastecen los sistemas hídricos. Por otro lado, el compromiso ciudadano para ahorrar y cambiar hábitos de consumo de agua ha sido ínfimo. Sin ese componente es imposible que la situación cambie.
De acuerdo con Natasha Avendaño, durante el inicio de este año, “nuestro consumo ha aumentado en un metro cúbico adicional con respecto al promedio del año pasado. Esto significa que estamos consumiendo como si tuviéramos 500.000 personas más en Bogotá”.
Ante esto, dicen los expertos, es crucial promover el uso racional del agua en todos los sectores, especialmente en las actividades agrícolas, que son las principales consumidoras. Además, “es fundamental comprender que las acciones destinadas a garantizar el suministro deben ir de la mano con una gestión adecuada de todo el ciclo hidrológico. En este sentido, es prioritario priorizar el tratamiento de aguas residuales a nivel nacional, ya que los impactos negativos derivados de la descarga de vertidos sin tratar y la subsiguiente contaminación son cuestiones prioritarias si queremos preservar el acceso al agua”, dice García.
Para tales efectos, Alfred Ballesteros, director de la CAR Cundinamarca, enumeró varias recomendaciones importantes para ahorro y manejo eficiente del agua: revise y repare cualquier fuga por mínima que sea, instale ahorradores en la ducha y báñese rápidamente, recolecte agua lluvia para lavar loza, ropa o regar plantas, por ejemplo, procure instalar inodoros con sistema de doble descarga e intente usar la lavadora con la carga completa para evitar consumos innecesarios.
Por ahora, se espera que la incidencia del fenómeno de la Niña provoque altos niveles de precipitaciones y así los niveles de los embalses se puedan nivelar, proceso que podría tardar hasta seis meses, contando con que llueva a cántaros. Esto, además del compromiso individual de ahorro y consumo responsable, configuran la clave para que el agua, símbolo histórico de este territorio de páramos y ríos, recupere su espacio y nos permita seguir viviendo como hasta ahora.
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