El sistema Chingaza, al que pertenece el Embalse San Rafael y que surte de agua al 70% de Bogotá, está en alerta roja, debido a que hoy está al 16% de su capacidad.
Solo basta con escuchar que se suspenderá el servicio de agua para que de inmediato se seque la garganta. Cada que el Acueducto anuncia cortes por obras, muchos corren a llenar todos los recipientes a la mano, porque pensar en un día sin el líquido vital genera angustia, en especial en una ciudad donde casi todos han tenido acceso continuo y de calidad. Pero el panorama empieza a variar: los fenómenos climáticos y la falta de ahorro tienen a Bogotá ad-portas de volver costumbre algo que ha sido esporádico: pasar días con los grifos secos.
Por Alexánder Marín Correa
Periodista manizaleño, con experiencia en periodismo de datos, judicial, investigación y local. @alexmarin55Jamarin@elespectador.com