Radio Inquebrantables, las voces tras las rejas en la cárcel Distrital de Bogotá
En uno de los cuatro centros penitenciarios que hay en Bogotá se creó una emisora, en la que los reclusos pueden trabajar y redimir su eventual condena. El proyecto, que ha sido clave en su proceso de resocialización, les ha permitido aprovechar el tiempo libre y descubrir talentos.
Cuando bautizaron con el nombre de Inquebrantables la emisora de la cárcel Distrital de Bogotá, los guardias del penal pensaron que se iba a gestar un acto de rebeldía en contra de la seguridad del sitio. Dos meses después, los programas se convirtieron en un referente de la vida tras las rejas. Con la puesta en marcha de la emisora nació la necesidad de informar desde otros ángulos, lo que obligó a los reclusos a crear otro producto noticioso: un periódico, del que van apenas tres ediciones, pero el cual es más esperado que la misma solución a los procesos legales a los que se enfrentan cada uno de ellos.
La emisora empezó siendo un espacio para que los detenidos trabajaran y redimieran su condena, pero ahora es la llave a la libertad, porque, a pesar de que los locutores no salen de la cárcel cuando están al aire, sí se sienten fuera de ella por dos horas al día, de lunes a viernes. Hablan de derechos humanos, de cómo proceder ante los cargos que enfrentan, de sus historias de vida, de salud mental y hasta recomiendan libros. Por esos micrófonos ha pasado el secretario de Seguridad de Bogotá, Aníbal Fernández de Soto; escritores como Mario Mendoza, y varios abogados y psicólogos, que los orientan y ayudan a resolver dudas.
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Radio Inquebrantables es una fuente de consulta, un libro abierto y una voz amiga, elementos que son fundamentales para los procesos de resocialización por los que pasan los privados de la libertad. La emisora tiene 1.100 oyentes, entre otros detenidos y esos mismos guardianes, que vieron extrañados el comienzo de la iniciativa. Los cuatro locutores que la conforman sueñan con trascender, que su voz llegue a otros penales o, mejor aún, que esté en una cadena nacional de radio, pero como entienden sus limitaciones, por ahora se encargan de perfilar sus talentos para hacer carrera en el mundo de la comunicación.
Este espacio radial es apenas uno de los talleres que ofrece el centro penitenciario. Adicional está la carpintería, el teatro, las confecciones e incluso la biblioteca, la cual está vinculada a la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de la ciudad. Estos proyectos sirven para que los reclusos trabajen, se formen en áreas profesionales y, ante su eventual salida, puedan hallar empleo.
Talentos descubiertos en las celdas
“Los saludamos desde Radio Inque... Inquebrantables”, es la bienvenida con la que empiezan todos los programas. En una mesa hay cuatro micrófonos, de los cuales tres de ellos los ocupan Yamid Núñez, Andrés Henao y Daniela*, el cuatro es para los invitados. En el otro extremo de la mesa de trabajo está la consola de sonido, que la opera Rodolfo*. Un computador también es parte de la emisora, que lo maneja Angélica Forero, o la “profe”, como la llaman los detenidos, quien se encarga de dirigir el proyecto, coordinar las entrevistas, editar los audios y hacer las veces de directora del programa radial.
Radio Inquebrantables sale al aire dos horas al día, una a las 8:00 a.m. y otra a las 2:00 p.m., pero el trabajo no acaba allí. Antes y después de cada emisión los periodistas empíricos se tienen que encargar de tener listos los temas y coordinar a los invitados. También tienen que tener un cronograma milimétricamente ajustado, porque saben que al otro lado, sus oyentes, están a la expectativa de escuchar, desde la selección de canciones que les han pedido, hasta las respuestas a las preguntas que les han hecho llegar.
“Cualquier duda que los compañeros tengan en el pabellón, nosotros se la ponemos en conocimiento a la profesora y con ella vemos cómo podemos presentar el tema. Hay secciones con las que les damos datos de interés general a nuestros compañeros, está Un día como hoy o ¿Sabías que? Con Literateando, les recomendamos libros que tenemos en la biblioteca de la cárcel y los invitamos a que vayan y los pidan prestados.
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Y no podía faltar el espacio musical, que se llama Complacencias musicales, cuenta Andrés, una de las voces de la emisora, quien tras pasar una temporada en una cárcel en China, llegó deportado a Bogotá y fue recluido en la cárcel Distrital, por un proceso que tenía vigente en el país.
Ninguno de los integrantes de Radio Inquebrantables tenía conocimiento en la profesión de locutores o periodistas. Sus vidas siempre fueron ajenas a la comunicación, pero el estar privados de la libertad los llevó a explorar esas alternativas que les ofrecía el penal y con las que encontraron la forma de contar historias con las que otros, semejantes a ellos, se sentían identificados.
“Cuando no estábamos en la emisora, nos levantábamos a las 5:00 a.m., nos alistábamos, bajábamos al patio y nos quedábamos todo el día ahí. Algunos invierten el tiempo jugando parqués, haciendo artesanías, leyendo o durmiendo. Pero ahora, en el momento en el que salgo a la emisora, el día tiene un propósito. Tenemos que pensar en que vamos a estar en el programa, tenemos que recoger información abajo con nuestros compañeros, tenemos que estructurar algo. Así ocupamos el tiempo que pasamos acá. La emisora me dio la oportunidad de sentirme útil para mí y para los demás”, señala Yamid, quien hace nueve meses se vinculó a la emisora y lleva por lo menos un año recluido esperando a que le definan su situación legal.
La cárcel Distrital de Varones y Anexo de Mujeres es un penal que alberga a personas sindicadas por delitos menores, cuyos procesos no se han definido. Cuando se define su situación legal son trasladados a cárceles de máxima seguridad, en caso de ser culpables, o para sus hogares, de ser inocentes. De los procesos que enfrentan cada uno de los Inquebrantables poco se habla, en realidad, dicen ellos, eso es lo que menos importa ahora, porque sienten que pensar en sus casos y en el tiempo que llevan o les falta se podría convertir en un enemigo de su estadía.
De los cuatro integrantes de la emisora, Rodolfo es quien menos conversa. Como él lo dice, lo suyo es más técnico, estar pendiente del sonido, de que en cada uno de los patios el sistema de audio funcione a la perfección y de que el programa en general marche sobre ruedas. Cuenta que su profesión como técnico electrónico le sirvió para ocupar un puesto en Radio Inquebrantables, porque ser parte de este proyecto es más complicado de lo que parece.
“Los puestos se van ocupando por una selección que hace la profesora. Tenemos una entrevista y ella ve qué sabemos hacer y cómo podemos vincularnos, pero sobre todo, se mira si nos interesa este trabajo. Me encargo de lo que es el sonido, de la consola, los micrófonos, que se escuche en todos los patios la información que estamos dando”, cuenta Rodolfo, a quien su esposa y su hija anhelan ver trabajando en un proyecto similar, pero esta vez fuera del penal.
Diana es la voz femenina en la cabina de radio y la representante del patio Esperanza, el único espacio de reclusión de mujeres con el que cuenta esta cárcel. Es de las que menos lleva en el programa (seis meses aproximadamente), pero sus contribuciones, como las de los demás, han permitido que la emisora se consolide. La admiración de sus compañeros y el gusto que les cogió a los micrófonos se convirtieron en el combustible para que este trabajo sea un propósito que quiere ir alimentando cuando recupere su libertad.
“Mientras estoy en el patio, me siento como encerrada, como acorralada, como que no hay nada que hacer más que dar vueltas o jugar algo. Pero acá (en la emisora) he aprendido muchas cosas. Todos los días espero la hora de poder salir a compartir con la docente, con mis compañeros, a hablar, a organizar un programa. En la emisora me siento libre, y que el tiempo no pasa igual que en los patios”, asegura Diana, quien no pensó terminar hablando en público y contando momentos históricos en la sección Un día como hoy.
Antes de que se acabe la entrevista, los locutores, que operan con destreza, salen al aire una vez más. Recuerdan un programa que hicieron hace unas semanas en homenaje al Día de las Madres y les cuentan a los demás privados de la libertad que unos colegas, periodista de El Espectador, fueron a visitarlos y que saldrán en un periódico en los próximos días.
Dicen sentirse agradecidos porque, paradójicamente, el estar tras las rejas les abrió una puerta y les ayudó a descubrir un talento. Por hoy los micrófonos de Radio Inquebrantables se apagan, sus trabajadores se van a las celdas y al llegar a sus pabellones los requisan con detalle, porque así lo exigen los protocolos de seguridad del sitio. Los sueños se vuelven a encerrar en las celdas, esperando que a las 5:00 a.m. del día siguiente suene la campana para despertar, y un nuevo día les brinde la oportunidad de seguir construyendo el sueño que nació en cautiverio.
* Nombres cambiados por petición de los detenidos.
Cuando bautizaron con el nombre de Inquebrantables la emisora de la cárcel Distrital de Bogotá, los guardias del penal pensaron que se iba a gestar un acto de rebeldía en contra de la seguridad del sitio. Dos meses después, los programas se convirtieron en un referente de la vida tras las rejas. Con la puesta en marcha de la emisora nació la necesidad de informar desde otros ángulos, lo que obligó a los reclusos a crear otro producto noticioso: un periódico, del que van apenas tres ediciones, pero el cual es más esperado que la misma solución a los procesos legales a los que se enfrentan cada uno de ellos.
La emisora empezó siendo un espacio para que los detenidos trabajaran y redimieran su condena, pero ahora es la llave a la libertad, porque, a pesar de que los locutores no salen de la cárcel cuando están al aire, sí se sienten fuera de ella por dos horas al día, de lunes a viernes. Hablan de derechos humanos, de cómo proceder ante los cargos que enfrentan, de sus historias de vida, de salud mental y hasta recomiendan libros. Por esos micrófonos ha pasado el secretario de Seguridad de Bogotá, Aníbal Fernández de Soto; escritores como Mario Mendoza, y varios abogados y psicólogos, que los orientan y ayudan a resolver dudas.
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Radio Inquebrantables es una fuente de consulta, un libro abierto y una voz amiga, elementos que son fundamentales para los procesos de resocialización por los que pasan los privados de la libertad. La emisora tiene 1.100 oyentes, entre otros detenidos y esos mismos guardianes, que vieron extrañados el comienzo de la iniciativa. Los cuatro locutores que la conforman sueñan con trascender, que su voz llegue a otros penales o, mejor aún, que esté en una cadena nacional de radio, pero como entienden sus limitaciones, por ahora se encargan de perfilar sus talentos para hacer carrera en el mundo de la comunicación.
Este espacio radial es apenas uno de los talleres que ofrece el centro penitenciario. Adicional está la carpintería, el teatro, las confecciones e incluso la biblioteca, la cual está vinculada a la Red Distrital de Bibliotecas Públicas de la ciudad. Estos proyectos sirven para que los reclusos trabajen, se formen en áreas profesionales y, ante su eventual salida, puedan hallar empleo.
Talentos descubiertos en las celdas
“Los saludamos desde Radio Inque... Inquebrantables”, es la bienvenida con la que empiezan todos los programas. En una mesa hay cuatro micrófonos, de los cuales tres de ellos los ocupan Yamid Núñez, Andrés Henao y Daniela*, el cuatro es para los invitados. En el otro extremo de la mesa de trabajo está la consola de sonido, que la opera Rodolfo*. Un computador también es parte de la emisora, que lo maneja Angélica Forero, o la “profe”, como la llaman los detenidos, quien se encarga de dirigir el proyecto, coordinar las entrevistas, editar los audios y hacer las veces de directora del programa radial.
Radio Inquebrantables sale al aire dos horas al día, una a las 8:00 a.m. y otra a las 2:00 p.m., pero el trabajo no acaba allí. Antes y después de cada emisión los periodistas empíricos se tienen que encargar de tener listos los temas y coordinar a los invitados. También tienen que tener un cronograma milimétricamente ajustado, porque saben que al otro lado, sus oyentes, están a la expectativa de escuchar, desde la selección de canciones que les han pedido, hasta las respuestas a las preguntas que les han hecho llegar.
“Cualquier duda que los compañeros tengan en el pabellón, nosotros se la ponemos en conocimiento a la profesora y con ella vemos cómo podemos presentar el tema. Hay secciones con las que les damos datos de interés general a nuestros compañeros, está Un día como hoy o ¿Sabías que? Con Literateando, les recomendamos libros que tenemos en la biblioteca de la cárcel y los invitamos a que vayan y los pidan prestados.
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Y no podía faltar el espacio musical, que se llama Complacencias musicales, cuenta Andrés, una de las voces de la emisora, quien tras pasar una temporada en una cárcel en China, llegó deportado a Bogotá y fue recluido en la cárcel Distrital, por un proceso que tenía vigente en el país.
Ninguno de los integrantes de Radio Inquebrantables tenía conocimiento en la profesión de locutores o periodistas. Sus vidas siempre fueron ajenas a la comunicación, pero el estar privados de la libertad los llevó a explorar esas alternativas que les ofrecía el penal y con las que encontraron la forma de contar historias con las que otros, semejantes a ellos, se sentían identificados.
“Cuando no estábamos en la emisora, nos levantábamos a las 5:00 a.m., nos alistábamos, bajábamos al patio y nos quedábamos todo el día ahí. Algunos invierten el tiempo jugando parqués, haciendo artesanías, leyendo o durmiendo. Pero ahora, en el momento en el que salgo a la emisora, el día tiene un propósito. Tenemos que pensar en que vamos a estar en el programa, tenemos que recoger información abajo con nuestros compañeros, tenemos que estructurar algo. Así ocupamos el tiempo que pasamos acá. La emisora me dio la oportunidad de sentirme útil para mí y para los demás”, señala Yamid, quien hace nueve meses se vinculó a la emisora y lleva por lo menos un año recluido esperando a que le definan su situación legal.
La cárcel Distrital de Varones y Anexo de Mujeres es un penal que alberga a personas sindicadas por delitos menores, cuyos procesos no se han definido. Cuando se define su situación legal son trasladados a cárceles de máxima seguridad, en caso de ser culpables, o para sus hogares, de ser inocentes. De los procesos que enfrentan cada uno de los Inquebrantables poco se habla, en realidad, dicen ellos, eso es lo que menos importa ahora, porque sienten que pensar en sus casos y en el tiempo que llevan o les falta se podría convertir en un enemigo de su estadía.
De los cuatro integrantes de la emisora, Rodolfo es quien menos conversa. Como él lo dice, lo suyo es más técnico, estar pendiente del sonido, de que en cada uno de los patios el sistema de audio funcione a la perfección y de que el programa en general marche sobre ruedas. Cuenta que su profesión como técnico electrónico le sirvió para ocupar un puesto en Radio Inquebrantables, porque ser parte de este proyecto es más complicado de lo que parece.
“Los puestos se van ocupando por una selección que hace la profesora. Tenemos una entrevista y ella ve qué sabemos hacer y cómo podemos vincularnos, pero sobre todo, se mira si nos interesa este trabajo. Me encargo de lo que es el sonido, de la consola, los micrófonos, que se escuche en todos los patios la información que estamos dando”, cuenta Rodolfo, a quien su esposa y su hija anhelan ver trabajando en un proyecto similar, pero esta vez fuera del penal.
Diana es la voz femenina en la cabina de radio y la representante del patio Esperanza, el único espacio de reclusión de mujeres con el que cuenta esta cárcel. Es de las que menos lleva en el programa (seis meses aproximadamente), pero sus contribuciones, como las de los demás, han permitido que la emisora se consolide. La admiración de sus compañeros y el gusto que les cogió a los micrófonos se convirtieron en el combustible para que este trabajo sea un propósito que quiere ir alimentando cuando recupere su libertad.
“Mientras estoy en el patio, me siento como encerrada, como acorralada, como que no hay nada que hacer más que dar vueltas o jugar algo. Pero acá (en la emisora) he aprendido muchas cosas. Todos los días espero la hora de poder salir a compartir con la docente, con mis compañeros, a hablar, a organizar un programa. En la emisora me siento libre, y que el tiempo no pasa igual que en los patios”, asegura Diana, quien no pensó terminar hablando en público y contando momentos históricos en la sección Un día como hoy.
Antes de que se acabe la entrevista, los locutores, que operan con destreza, salen al aire una vez más. Recuerdan un programa que hicieron hace unas semanas en homenaje al Día de las Madres y les cuentan a los demás privados de la libertad que unos colegas, periodista de El Espectador, fueron a visitarlos y que saldrán en un periódico en los próximos días.
Dicen sentirse agradecidos porque, paradójicamente, el estar tras las rejas les abrió una puerta y les ayudó a descubrir un talento. Por hoy los micrófonos de Radio Inquebrantables se apagan, sus trabajadores se van a las celdas y al llegar a sus pabellones los requisan con detalle, porque así lo exigen los protocolos de seguridad del sitio. Los sueños se vuelven a encerrar en las celdas, esperando que a las 5:00 a.m. del día siguiente suene la campana para despertar, y un nuevo día les brinde la oportunidad de seguir construyendo el sueño que nació en cautiverio.
* Nombres cambiados por petición de los detenidos.