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Un video conocido por este medio muestra cómo cientos de personas, sin tapabocas ni distanciamiento, bailan en una de las discotecas más populares de Bogotá. El mismo fue grabado hacia la medianoche del 27 de junio, casi un mes antes de que el Distrito anunciara su decisión de implementar protocolos de bioseguridad para la reapertura de este tipo de actividades.
Adriana Plata, directora ejecutiva de Asobares, recalca la importancia de que cada caso de vulneración de medidas se aborde de manera particular, pues no es justo que aquellos bares, gastrobares y ahora discotecas que se esfuerzan por respetar los protocolos de bioseguridad se vean estigmatizados por las faltas de otros.
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Más allá de estos hechos, el tema de fondo es qué tan complejo puede ser para una de estas empresas velar por la adecuada implementación de las medidas de bioseguridad. La pregunta surge, entendiendo que los renglones de la economía que se esperan reactivar son aquellos que fácilmente pueden congregar a cientos o a miles, como lo son las discotecas, los conciertos y los partidos de fútbol y, en especial, cuando se han registrado casos de intolerancia, en los que los clientes emprenden acciones violentas contra trabajadores de establecimientos comerciales que les piden, por ejemplo, usar la mascarilla.
Así las cosas, la corresponsabilidad parece ser la clave para el éxito de esta apuesta. “Los establecimientos han hecho todo lo que se les ha exigido, pero también pedimos a nuestros clientes ser conscientes de que ellos comparten responsabilidades. Hay que entender que a los lugares a donde vamos existen reglas por cumplir”, mencionó Plata.
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Javier Orlando Suárez, subdirector técnico de parques del Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD), comparte la misma opinión. Para él (entendiendo que el Distrito fijó un aforo máximo del 50 %) vigilar que las casi 17.500 personas que comenzarán a recibir espacios como El Campín lleven en todo momento el cubre bocas, respeten el distanciamiento con el de al lado y no usen artefactos que produzcan aerosoles, como pitos y vuvuzelas, es prácticamente una misión imposible.
“Es un tema de corresponsabilidad, porque no podemos ejercer un control sobre todas las personas. Si quieren seguir volviendo al estadio, deben respetar las medidas, porque de lo contrario lo que tendremos será un despelote que, probablemente, lleve a que la alcaldesa ordene un nuevo cierre, lo que al final terminará afectando a los hinchas”, detalló Suárez.
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Sin embargo, tampoco se puede pasar al otro extremo y aceptar que los organizadores de este tipo de eventos se escuden en la irresponsabilidad de sus clientes. De nuevo, la fórmula es la de la responsabilidad compartida. Suárez entiende esto y por eso explica que al ingreso de El Campín habrá un control para corroborar que los asistentes lleven el tapabocas y que no ingresen pitos o cualquier artefacto que pueda expedir aerosoles. Además, recalcó que la venta de boletería se hará de forma virtual e implementando un software que aplica el distanciamiento en la silletería al momento de la venta.
Pero también está la vigilancia del Distrito. En entrevista con este medio, el subsecretario de Salud Pública, Manuel González, aseguró que se continuará con el acompañamiento a los dueños de los establecimientos para la adecuada implementación de los protocolos, así como las actividades de inspección que adelantan las subredes de salud en cada uno de estos espacios y con los clientes de los mismos.
“Según lo analizado por los expertos que asesoran al Distrito, el peligro se relaciona con las interacciones de alto riesgo, es decir, aquellas donde no se guarda el distanciamiento, no se usa el tapabocas y donde hay personas asintomáticas, que debiendo estar aisladas deciden salir, o que estando en edad de vacunación no se han aplicado el inmunológico”, aseguró.
Édinson Ramírez, gerente de una de las discotecas más masivas de la capital, Theatron, reconoce esta situación y asegura que la reapertura ya era necesaria, pues su empresa pasó de registrar ingresos por $20.000 millones en 2019 a $2.000 millones en 2020, lo cual generó que prescindiera de gran parte de su fuerza de trabajo, quedándose solo con 22 de los 350 jóvenes que obtenían de allí una fuente de sustento.
Aunque aplaude la reapertura, no titubea al expresar su descontento con el Gobierno, pues durante los 14 meses que estuvo cerrado el gremio del que forma parte, no recibieron ayuda alguna. “El Gobierno es socio de uno para cobrar impuestos, pero no en los momentos malos”, dijo.
Si bien el control de las medidas en espacios públicos y de aglomeraciones como estos representa un reto para los empresarios y el Distrito, también es cierto que pondrá un tatequieto a las fiestas clandestinas que han sido aprovechadas en medio de los cierres. El único reparo del gremio del espectáculo y el entretenimiento es que les permitan trabajar hasta las 3:00 de la mañana, y no hasta la 1:00, pues de lo contrario se corre el riesgo de que aquellos negocios escondidos, en donde no se hace ningún control, comiencen a ser demandados a modo de after party.