Recordando a Sandra Catalina: niña asesinada en una estación de Policía en Bogotá
Este miércoles se realizó un homenaje para recordar a la niña, de nueve años, que fue violada, torturada y asesinada en una estación de policía de Bogotá. Aunque condenaron al autor, su familia siente que aún hay impunidad.
Cada 28 de febrero la familia de Sandra Catalina Vásquez Guzmán se reúne para recordarla y en la tarde de este miércoles le rindieron homenaje en el Jardín de la Siempreviva, en la carrera 1 con calle 19ª, a través de un acto de memoria, que apuntó a “reivindicar el papel de las víctimas de crímenes perpetrados por la fuerza pública, así como honrar la vida de los niños y niñas que han sufrido abuso”, dijo el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo.
LEA: Clan del Golfo vs. Tren de Aragua en Bogotá: se han ignorado las alertas, Defensoría
Ella hoy tendría 40 años, pero segaron su vida cuando apenas tenía nueve. La violaron, la torturaron y la asesinaron en una estación de Policía de Bogotá. Aunque condenaron al responsable, sus dolientes aún sienten que detrás de este caso hay impunidad y de ahí que cada año pidan justicia.
Su caso es doloroso. El 28 de febrero de 1993, la niña llegó a la Estación Tercera de la Policía de Germania, para visitar a su papá, Pedro Vásquez, un agente que cumplía siete años en la institución. Su madre Sandra Janneth la acompañó, pero la esperó afuera, pues se acaba de divorciar de su pareja. Al notar que la niña se estaba demorando más de lo habitual, entró a buscarla. Su cuerpo lo encontró en un baño de la institución.
Más información: Regiotram sin licencia ambiental, claves para entender el giro ferroviario del Gobierno
El crimen conmocionó a la ciudad. En los reportes de prensa de la época, sus familiares la describieron como una niña enérgica, solidaria, inteligente, ordenada y disciplinada. Cursaba quinto de primaria, en el colegio Rosario Campestre, en la carrera 7 con calle 200. El alcalde de la época. Jaime Castro calificó el crimen como una vergüenza nacional, que ameritaba severas sanciones. Entonces, el mandatario lanzó una frase que hoy tiene plena vigencia: “Cuando la sociedad bogotana pueda mirar a su policía sin reserva, se podrá pretender que la ciudadanía le dé respaldo y colaboración”.
Según el informe oficial, la pequeña murió ahorcada con un laso, pero antes fue abusada. El primer sospechoso fue su padre, a quien tuvieron detenido hasta que dieron con el verdadero asesino, tres años después. Y se logró gracias a que en el caso intervino el FBI, con pruebas de ADN (que para entonces no existían en Colombia) a los 140 agentes que para el día de los hechos se encontraban en la estación.
En Estados Unidos se determinó que el culpable era el agente de la Policía Diego Fernando Valencia Blandón. El criminal confesó y lo condenaron a 45 años de prisión por homicidio agravado y acceso carnal violento. Pese a ello, terminó pagando solo 10, gracias a una serie de rebaja de penas.
Por este caso, la familia demandó al Estado y solo hasta 2016 el Consejo de Estado falló a su favor. Sin embargo, como lo resalta el Colectivo de Abogados, este caso fue “una cruel muestra de la precariedad en materia de justicia hacia las mujeres, niños, niñas y adolescentes víctimas de abuso sexual”.
La razón: nunca se investigó la participación, ni la responsabilidad de otros uniformados en este caso. “La vida de Sandra Catalina, además, fue arrebatada por quienes tenían la responsabilidad de protegerla, su inocencia fue atropellada por el mismo Estado y hoy, 31 años después, siguen permaneciendo impunes hechos como estos”, concluyó el Colectivo.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.
Cada 28 de febrero la familia de Sandra Catalina Vásquez Guzmán se reúne para recordarla y en la tarde de este miércoles le rindieron homenaje en el Jardín de la Siempreviva, en la carrera 1 con calle 19ª, a través de un acto de memoria, que apuntó a “reivindicar el papel de las víctimas de crímenes perpetrados por la fuerza pública, así como honrar la vida de los niños y niñas que han sufrido abuso”, dijo el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo.
LEA: Clan del Golfo vs. Tren de Aragua en Bogotá: se han ignorado las alertas, Defensoría
Ella hoy tendría 40 años, pero segaron su vida cuando apenas tenía nueve. La violaron, la torturaron y la asesinaron en una estación de Policía de Bogotá. Aunque condenaron al responsable, sus dolientes aún sienten que detrás de este caso hay impunidad y de ahí que cada año pidan justicia.
Su caso es doloroso. El 28 de febrero de 1993, la niña llegó a la Estación Tercera de la Policía de Germania, para visitar a su papá, Pedro Vásquez, un agente que cumplía siete años en la institución. Su madre Sandra Janneth la acompañó, pero la esperó afuera, pues se acaba de divorciar de su pareja. Al notar que la niña se estaba demorando más de lo habitual, entró a buscarla. Su cuerpo lo encontró en un baño de la institución.
Más información: Regiotram sin licencia ambiental, claves para entender el giro ferroviario del Gobierno
El crimen conmocionó a la ciudad. En los reportes de prensa de la época, sus familiares la describieron como una niña enérgica, solidaria, inteligente, ordenada y disciplinada. Cursaba quinto de primaria, en el colegio Rosario Campestre, en la carrera 7 con calle 200. El alcalde de la época. Jaime Castro calificó el crimen como una vergüenza nacional, que ameritaba severas sanciones. Entonces, el mandatario lanzó una frase que hoy tiene plena vigencia: “Cuando la sociedad bogotana pueda mirar a su policía sin reserva, se podrá pretender que la ciudadanía le dé respaldo y colaboración”.
Según el informe oficial, la pequeña murió ahorcada con un laso, pero antes fue abusada. El primer sospechoso fue su padre, a quien tuvieron detenido hasta que dieron con el verdadero asesino, tres años después. Y se logró gracias a que en el caso intervino el FBI, con pruebas de ADN (que para entonces no existían en Colombia) a los 140 agentes que para el día de los hechos se encontraban en la estación.
En Estados Unidos se determinó que el culpable era el agente de la Policía Diego Fernando Valencia Blandón. El criminal confesó y lo condenaron a 45 años de prisión por homicidio agravado y acceso carnal violento. Pese a ello, terminó pagando solo 10, gracias a una serie de rebaja de penas.
Por este caso, la familia demandó al Estado y solo hasta 2016 el Consejo de Estado falló a su favor. Sin embargo, como lo resalta el Colectivo de Abogados, este caso fue “una cruel muestra de la precariedad en materia de justicia hacia las mujeres, niños, niñas y adolescentes víctimas de abuso sexual”.
La razón: nunca se investigó la participación, ni la responsabilidad de otros uniformados en este caso. “La vida de Sandra Catalina, además, fue arrebatada por quienes tenían la responsabilidad de protegerla, su inocencia fue atropellada por el mismo Estado y hoy, 31 años después, siguen permaneciendo impunes hechos como estos”, concluyó el Colectivo.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.