Reforestación de los cerros: un camino largo y que requiere de paciencia
La CAR anunció que evaluará los daños ecosistémicos que dejaron los incendios en los cerros, con el fin de activar un plan de reforestación. Los expertos advierten que el proceso va más allá de sembrar árboles aleatoriamente, y piden tomar en consideración otros aspectos climáticos y científicos. Por lo pronto, el fenómeno de niño impedirá que cualquier acción pueda efectuarse antes de marzo.
Miguel Ángel Vivas Tróchez
Restaurar lo que el fuego se llevó tomará alrededor de 100 años. Con la extinción de las llamas y el control de la fase más crítica del incendio, que devoró 20 hectáreas de bosque en los cerros Orientales, las mangueras de los bomberos serán sustituidas por azadones y semillas.
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Restaurar lo que el fuego se llevó tomará alrededor de 100 años. Con la extinción de las llamas y el control de la fase más crítica del incendio, que devoró 20 hectáreas de bosque en los cerros Orientales, las mangueras de los bomberos serán sustituidas por azadones y semillas.
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Desde la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca, en cabeza de Alfred Ballesteros, ya preparan un marco de acción que permita reforestar la flora arrasada y, de paso, hacerle frente a las especies invasoras y el riesgo de conflagración latente que representan. Por delante, al margen de la prisa que todo bogotano tiene por cerrar las heridas que el fuego dejó en los cerros, queda un largo trecho por recorrer.
Alfred Ballesteros, recién posesionado del cargo como director de la corporación, ya dejo ver que para la restauración forestal de los cerros harán falta 100 años de trabajo. En este periodo de tiempo, las especies que sean plantadas en los cerros, crecerán y volverán a componer una cadena ecosistémica anterior a las conflagraciones y a la introducción de especies invasoras, décadas atrás. El horizonte de tiempo, por más extenso que parezca, plantea una ventaja respecto a la cantidad de factores que se deben tener en cuenta para adelantar un proceso de reforestación, el cual, contraria del imaginario colectivo, va más allá de plantar árboles durante una mañana cualquiera.
Aunque algunos colectivos de bogotanos se han mostrado prestos a introducirse monte adentro, y comenzar con las labores de siembra, las autoridades, en cabeza de la CAR, hicieron un llamado a la cautela. “Recordemos que la restauración no es ir al territorio a sembrar. Primero tenemos que hacer una adecuación de los suelos, tenemos que hacer el análisis científico y técnico de las condiciones en las cuales quedaron los suelos y las coberturas vegetales, luego del incendio”, explicó Ballesteros.
Al unísono de la petición, se unen las voces de expertos y activistas con conocimiento en el tema. La evidencia dice que reparar los daños que dejaron tras de sí las conflagraciones, requiere un despliegue técnico meticuloso. Y, sobre todo, que las disposiciones emitidas por los tomadores de decisiones trasciendan el plazo de una mera vigencia presupuestal.
El lío de las especies invasoras
.Décadas atrás, los cerros orientales lucían el deterioro propio de una ciudad en pleno auge urbanístico. Las fotos del archivo histórico dan cuenta como los cerros orientales, lejos del verde, al que estamos acostumbrados de presenciar desde cualquier punto de la ciudad, no eran más que un puñado de lúgubres serranías y lodazales. En aquel entonces, cuenta el ingeniero forestal de la universidad Distrital, Jaime Ussa, especies como el pino y el eucalipto se introdujeron al ecosistema de los cerros para mejorar este aspecto. Sin embargo, la introducción de estas especies, oriundas de Europa, California, Australia y Chile, se hizo de manera errónea. "
No vamos a buscar culpables y no queremos buscarlos, pero si queremos decir que hay que corregir lo que se hizo años atrás. Las especies invasoras que se introdujeron de forma errada en ese momento, sin información suficiente, generó una afectación al equilibrio ecosistémico de los cerros. Yo siempre defenderé a todas las especies, pero en este caso, se perdió y hoy en día tenemos muchos retamos, tanto liso, como espinoso, además de los pinos y los eucaliptos”, explica el experto”. Este tipo de vegetación, contienen en su interior aceites que, en medio de una situación de fenómeno del niño y quemas por parte de ciudadanos, hacen que una conflagración forestal desencadene con mayor facilidad.
Sobre este aspecto, también opina Diana Wiesner, directora de la Fundación Cerros de Bogotá, quien explica que desde la entidad bajo su cargo se han incentivado la creación de viveros en los que se planten semillas de especies nativas de los cerros, las cuales, dadas sus características, no son producidas por los viveros comerciales. “En promedio, las especies nativas de los cerros son unas 400. La Fundación fomentó la creación de un pequeño vivero ciudadano, el que hemos hecho de mayor diversidad a la fecha, el cual cuenta con individuos de 80 especies nativas distintas propias de los cerros”, explica. Wiesner explica que, si bien han solicitado a la CAR a través de diversos medios, el permiso para plantar estas semillas nativas, la respuesta que han obtenido ha sido prácticamente nula. Llevamos cerca de dos años y medio pidiéndole a la CAR un permiso para reemplazar los eucaliptos por especies nativas y no lo dan. Eso lo hacemos asumiendo el costo, con nuestros estudios y tampoco es posible, cada vez surgen más trabas”.
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No solo es sembrar por sembrar
En efecto, con el estrago medioambiental que originaron los incendios, emergió una oportunidad para reforestar los cerros y corregir los errores del pasado. Sin embargo, hay todo un procedimiento a seguir. No solo es ir a los cerros y sembrar cualquier tipo de planta para que la montaña se vea más verde, coinciden los expertos. Lo primero a tener en cuenta, menciona el profesor Juan Posada, de la facultad de ciencias naturales de la universidad del Rosario, son los resultados que arroje la evaluación de daños tras los incendios. Una vez se conozcan las hectáreas afectadas y las especies que perecieron a la voracidad del fuego, es necesario evaluar qué tipo de especies son las indicadas para reforestar. Para esto, es necesario un criterio micro climático, en el que se prioricen las especies nativas y las que, además, puedan crecer y desarrollarse en un clima como el de los cerros orientales. Sobre todo teniendo en cuenta que los suelos allí, explica Tobón, no son los más fértiles.
En esto coincide el profesor Ussa quien, además, en 2021, participó en el convenio interadministrativo 2651 que se firmó entre la CAR, el Acueducto de Bogotá y la Universidad Distrital. De aquel contrato se elaboró un estudio minucioso sobre las condiciones del terreno y, por consiguiente, los factores a tener en cuenta para efectuar un proceso de reforestación. Lo primero es la variable microclimática, y con ella, acciones como la de sembrar especies que protejan de los vientos y otros factores climáticos a las nuevas plantaciones. Sobre esta misma línea, hace falta diseñar algo así como unas guarderías para que una planta, de 30 centímetros, que apenas comienza a crecer, obtenga las condiciones necesarias para un desarrollo óptimo.
Luego está el tratamiento que se le debe dar a los pinos calcinados. Los cuales, dada su resiliencia natural, tienen la capacidad de dispersar semillas que pueden volver a crecer. Una vez finiquitado el manejo microclimático vienen las operaciones en campo, las podas, seguimiento y demás acciones técnicas para verificar que las especies recién plantadas logren su cometido: reforestar los cerros. Para ello, el profesor Ussa pide al rígido seguimiento de los entes de control, un margen de flexibilidad en la contratación pública para adelantar estos procesos. “Hay que tener claro que la ejecución de estas estrategias no se van a llevar a cabo en un periodo de 4 o 5 meses, que dura una vigencia. Esto lleva tiempo y el compromiso con recursos futuros, por eso es importante explicarle a los entes de control, con argumentos técnicos en mano, que los contratos para la reforestación requieren un periodo más allá del estimado en cualquier proceso de contratación”.
Un arma contra el cambio climático
Reforestar los cerros no es una cuestión de estética o de un remordimiento tardío por las acciones que, intencionales o no, provocaron el incendio. La extensión montañosa que cubre nuestra Bacatá por el oriente, es un anillo protector que la capital del país tiene para convivir con el arribo inevitable del cambio climático. Al cabo que las temperaturas suben, los bogotanos de las antiguas y nuevas generaciones deben saber que el clima no será como antes, y que los días tenderán a ser más cálidos con el pasar de los años.
El profesor Posada argumenta que, al reforestar los cerros, y recuperar la masa forestal del bosque que los conforma, sería algo así como un sumidero de partículas de monóxido de carbono. “En 30 años los árboles tendrán la altura suficiente para absorber moléculas de CO2. A través del proceso de fotosíntesis, el árbol divide la molécula absorbiendo el componente de carbón y liberando el oxígeno. Entonces, ¿qué obtengo ahí?, un mitigador del cambio climático que reduce el número de dióxido de carbono que sube a la atmósfera”, explicó.
Asimismo, reponer los árboles y demás vegetación de los cerros, implica la reconstrucción del hogar en el que cientos de especies, como aves, insectos y mamíferos, habitan. Ellos, principales damnificados de la tragedia ambiental de la semana pasada, agradecerán cada esfuerzo por regresar al cerro.
Manos a la obra
Alfred Ballesteros informó que, mientras las condiciones del fenómeno del niño se extiendan, al menos hasta mediados de marzo, no será posible adelantar ningún tipo de acción restaurativa en los cerros. La escasez de lluvias, y el sol inclemente que acompañará a la ciudad por estos días, haría inviable que cualquier tipo de especie planetada sobreviviera.
Por consiguiente, a la ciudadanía, siempre dispuesta a colaborar, solo le queda mantener la calma y aguardar por el criterio técnico para proceder. No obstante, mientras el clima nos ayuda, se puede ir avanzando con el componente estratégico. Como bien informó el director de la CAR, hay disponible una amplia oferta de evidencia científica que las universidades y organizaciones han recopilado, a lo largo de los años, sobre el comportamiento ecosistémico de los cerros. Los procesos de evaluación de las posibles especies a plantar, y la forma en la que se garantizará su desarrollo, son las acciones teóricas de las que ahora, seguramente, se ocuparán las autoridades. Por fortuna, hay mucha leña por cortar y lo que sobran sus datos en esta materia. Lo mismo aplica para la disposición de los técnicos, siempre dispuestos a realizar los aportes del caso.
Finalizando una lucha de varias semanas contra las llamas, la ciudad, a 2.600 metros sobre el nivel del mar, entró en un periodo de 100 años de soledad para reconstruir la estirpe que los primeros pasos del cambio climático nos arrebató. Las cuatro generaciones siguientes, mirando al oriente mientras viven a la ciudad, aguardarán la responsabilidad para que, al término de la centuria, aquello de los incendios forestales no sea más que el amargo recuerdo de los errores del ingenuo pasado, que jamás retornará.
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