Reparos a licitación de Transmilenio van más allá del debate ambiental
Aunque el Distrito trató de bajar la temperatura del debate al aumentar el puntaje a las empresas que incluyan en la nueva flota de TM buses con tecnologías limpias, se conocen nuevas observaciones sobre aspectos que generan preguntas entre los concejales.
Felipe García Altamar / fgarcia@elespectador.com / @FelipeAltamar
Los reparos a la licitación que adelanta el Distrito para renovar la flota de Transmilenio y contratar a los nuevos operadores de las Fases I y II no terminaron con la decisión de la administración de aumentar la calificación (de 50 a 400 puntos) a las empresas que incluyan en su oferta algunos buses impulsados por tecnologías limpias. Ayer, en el debate de control político que realiza el Concejo, se conocieron nuevas observaciones y sugerencias al proceso, que sigue sin abrirse de manera oficial. (LEA: Bogotá les abre la puerta a los buses eléctricos y a gas en Transmilenio)
Si bien algunos cabildantes resaltaron el acierto de la Alcaldía al aumentar la calificación a los que ofrezcan buses no contaminantes, agregaron que la medida podría quedarse corta, ya que no obliga a los interesados a apostar por vehículos eléctricos o de gas. Incluso, el concejal Jorge Torres (Alianza Verde) advirtió que los oferentes se podrían unir para ofrecer sólo buses de diésel. Por esta razón, se pidió que, más allá del puntaje, se incluya en los pliegos la exigencia de contar con un porcentaje mínimo de buses cero emisiones. No obstante, sobre este tema el Distrito ha explicado que hacerlo sería direccionar la licitación.
A partir de este punto, lo que siguió fue una serie de dudas y sugerencias, que los concejales esperan se resuelvan y se acojan en los pliegos definitivos. Entre ellas, una que es clave para la ciudad: el impacto en la tarifa al usuario. ¿Cómo impactará la compra de buses eléctricos o de gas en el pasaje? ¿Afectará el haber dividido el proceso en dos licitaciones (una para la compra de buses y otra para operarlos)? ¿Aumentará el porcentaje que recibe el Distrito por la operación del sistema? Estas fueron algunas de las preguntas que se lanzaron durante la sesión.
Para abrir la discusión, el concejal Álvaro Argote (Polo Democrático) expuso que en 18 años se han recaudado casi $12 billones por concepto del servicio troncal. Sin embargo, dice, se ha repartido muy mal el dinero: “Mientras los operadores recibieron el 72,8 % ($8,8 billones), el Distrito, que hace las vías, vigila y asea las estaciones, sólo recibió el 4,4 % ($530.000 millones). No se puede seguir profundizando ese negocio, así que proponemos aprovechar para renegociar los contratos”. (LEA: Las alternativas para renovar la flota de Transmilenio)
En el mismo sentido se pronunciaron sus compañeros de bancada. Para Celio Nieves, por ejemplo, la licitación es la gran oportunidad no sólo para traer buses no contaminantes, sino para revisar la forma como se distribuyen los ingresos entre los privados y el Distrito. “Se requiere un nuevo modelo donde los dueños de los buses no ganen los voluminosos recursos que hoy ganan”.
Manuel Sarmiento, por su parte, apoyó esa sugerencia, pero fue más allá: criticó que en vez de abrir una sola licitación para la compra y la operación de buses, hubiera dividido el proceso en dos. Para el concejal, este modelo hará más compleja la operación y servirá para diluir las responsabilidades de cada actor.
Agrega que este modelo, no solo podría generar aumentos en la tarifa, sino choques cuando, por ejemplo, se dañe un bus. “¿Será responsabilidad del que puso la flota o del que la opera? Como el bus no es del operador, va a querer reducir sus costos de mantenimiento para aumentar sus ganancias... A falta de un contrato de concesión, vamos a tener dos. Ambos son privados que van a buscar ganancias, así que ahora la ciudad va a pagar doble tasa de rentabilidad”. (LEA: Nuevos articulados: un revolcón en Transmilenio)
Pero los reparos no solo se escucharon en la bancada de oposición. Desde Cambio Radical también se hicieron observaciones. Yéfer Vega hizo énfasis en dos puntos: la necesidad de establecer indicadores de calidad, que garantice un mejor servicio para los usuarios, y la de resolver el futuro de los conductores y demás trabajadores de los actuales operadores de TM. Reprochó que no se hubiera considerado una cláusula que invitara a los nuevos operadores a contratar a los actuales trabajadores del sistema.
“Se habló mucho de la calidad del aire, pero debemos pensar también en aspectos como la seguridad y el bienestar de los usuarios. Por ejemplo, abrir una discusión alrededor del componente tecnológico y la necesidad de contar con botones de pánico, cámaras al interior de los buses y otros aspectos de seguridad”, afirmó Vega. (LEA: Nueva flota de TM: ¿ajustar el presupuesto o apostarle a un aire de calidad?)
El debate fue la oportunidad para tocar otro tema complejo: al margen de las energías limpias, pocos han mencionado la baja calidad del combustible diésel que se produce en Colombia. Por esto, algunos cabildantes creen en que los términos de la licitación, más que hablar de tecnologías Euro V o VI, se deberían enfocar en fijar un indicador mínimo de emisiones contaminantes, que obliguen a que se mejore la calidad del combustible en el país. La razón es que, por más tecnología que cumplan los buses, no se podrán aprovechar sus beneficios.
Finalmente, y al margen de los aspectos técnicos, el concejal Roberto Hinestrosa, aprovechó para cuestionar al Distrito sobre la inclusión de una cláusula que fija una comisión de éxito, tal como lo reveló El Espectador en la edición de ayer. Para el cabildante, genera dudas el hecho de incluir en los pliegos que los ganadores de los contratos tengan que pagarle a la unión temporal (UT) SDG-PHR-KPMG, que fue la que estructuró la licitación, una bonificación de $2.200 millones. (LEA: Comisión de éxito en la licitación de Transmilenio: ¿es legal?)
Ante esto, Hinestrosa hizo una serie de preguntas durante el debate: “¿Cuál es el sustento legal de la comisión de $2,2 millones? ¿Cómo se llegó a esa cifra? ¿Quién va a asumir los costos de esa comisión? ¿el Distrito o la ciudad? ¿Cuál es el soporte legal del pago de la comisión? ¿Los mismos que estructuraron la licitación asesoran a los proponentes y luego cobran la comisión?”.
Debido al tiempo que se tomaron los concejales en sus exposiciones, el tiempo de la sesión se agotó y se levantó casi a las 2:00 de tarde, sin tener la oportunidad de escuchar las respuestas del Distrito a esta serie de dudas y reparos. El debate continuará el próximo miércoles, día en el que los funcionarios distritales del sector movilidad tendrán tiempo para hacer las aclaraciones pertinentes. (LEA: Nuevos buses de Transmilenio: irán siete pasajeros de pie por metro cuadrado)
Mientras se mantiene el debate y Transmilenio termina de responder la avalancha de observaciones hechas a los prepliegos, por ahora la apertura oficial de la licitación y, por ende, la fecha para que lleguen los nuevos buses (diésel, eléctricos o a gas) a rodar por la ciudad, continúa en veremos hasta nueva orden.
Los reparos a la licitación que adelanta el Distrito para renovar la flota de Transmilenio y contratar a los nuevos operadores de las Fases I y II no terminaron con la decisión de la administración de aumentar la calificación (de 50 a 400 puntos) a las empresas que incluyan en su oferta algunos buses impulsados por tecnologías limpias. Ayer, en el debate de control político que realiza el Concejo, se conocieron nuevas observaciones y sugerencias al proceso, que sigue sin abrirse de manera oficial. (LEA: Bogotá les abre la puerta a los buses eléctricos y a gas en Transmilenio)
Si bien algunos cabildantes resaltaron el acierto de la Alcaldía al aumentar la calificación a los que ofrezcan buses no contaminantes, agregaron que la medida podría quedarse corta, ya que no obliga a los interesados a apostar por vehículos eléctricos o de gas. Incluso, el concejal Jorge Torres (Alianza Verde) advirtió que los oferentes se podrían unir para ofrecer sólo buses de diésel. Por esta razón, se pidió que, más allá del puntaje, se incluya en los pliegos la exigencia de contar con un porcentaje mínimo de buses cero emisiones. No obstante, sobre este tema el Distrito ha explicado que hacerlo sería direccionar la licitación.
A partir de este punto, lo que siguió fue una serie de dudas y sugerencias, que los concejales esperan se resuelvan y se acojan en los pliegos definitivos. Entre ellas, una que es clave para la ciudad: el impacto en la tarifa al usuario. ¿Cómo impactará la compra de buses eléctricos o de gas en el pasaje? ¿Afectará el haber dividido el proceso en dos licitaciones (una para la compra de buses y otra para operarlos)? ¿Aumentará el porcentaje que recibe el Distrito por la operación del sistema? Estas fueron algunas de las preguntas que se lanzaron durante la sesión.
Para abrir la discusión, el concejal Álvaro Argote (Polo Democrático) expuso que en 18 años se han recaudado casi $12 billones por concepto del servicio troncal. Sin embargo, dice, se ha repartido muy mal el dinero: “Mientras los operadores recibieron el 72,8 % ($8,8 billones), el Distrito, que hace las vías, vigila y asea las estaciones, sólo recibió el 4,4 % ($530.000 millones). No se puede seguir profundizando ese negocio, así que proponemos aprovechar para renegociar los contratos”. (LEA: Las alternativas para renovar la flota de Transmilenio)
En el mismo sentido se pronunciaron sus compañeros de bancada. Para Celio Nieves, por ejemplo, la licitación es la gran oportunidad no sólo para traer buses no contaminantes, sino para revisar la forma como se distribuyen los ingresos entre los privados y el Distrito. “Se requiere un nuevo modelo donde los dueños de los buses no ganen los voluminosos recursos que hoy ganan”.
Manuel Sarmiento, por su parte, apoyó esa sugerencia, pero fue más allá: criticó que en vez de abrir una sola licitación para la compra y la operación de buses, hubiera dividido el proceso en dos. Para el concejal, este modelo hará más compleja la operación y servirá para diluir las responsabilidades de cada actor.
Agrega que este modelo, no solo podría generar aumentos en la tarifa, sino choques cuando, por ejemplo, se dañe un bus. “¿Será responsabilidad del que puso la flota o del que la opera? Como el bus no es del operador, va a querer reducir sus costos de mantenimiento para aumentar sus ganancias... A falta de un contrato de concesión, vamos a tener dos. Ambos son privados que van a buscar ganancias, así que ahora la ciudad va a pagar doble tasa de rentabilidad”. (LEA: Nuevos articulados: un revolcón en Transmilenio)
Pero los reparos no solo se escucharon en la bancada de oposición. Desde Cambio Radical también se hicieron observaciones. Yéfer Vega hizo énfasis en dos puntos: la necesidad de establecer indicadores de calidad, que garantice un mejor servicio para los usuarios, y la de resolver el futuro de los conductores y demás trabajadores de los actuales operadores de TM. Reprochó que no se hubiera considerado una cláusula que invitara a los nuevos operadores a contratar a los actuales trabajadores del sistema.
“Se habló mucho de la calidad del aire, pero debemos pensar también en aspectos como la seguridad y el bienestar de los usuarios. Por ejemplo, abrir una discusión alrededor del componente tecnológico y la necesidad de contar con botones de pánico, cámaras al interior de los buses y otros aspectos de seguridad”, afirmó Vega. (LEA: Nueva flota de TM: ¿ajustar el presupuesto o apostarle a un aire de calidad?)
El debate fue la oportunidad para tocar otro tema complejo: al margen de las energías limpias, pocos han mencionado la baja calidad del combustible diésel que se produce en Colombia. Por esto, algunos cabildantes creen en que los términos de la licitación, más que hablar de tecnologías Euro V o VI, se deberían enfocar en fijar un indicador mínimo de emisiones contaminantes, que obliguen a que se mejore la calidad del combustible en el país. La razón es que, por más tecnología que cumplan los buses, no se podrán aprovechar sus beneficios.
Finalmente, y al margen de los aspectos técnicos, el concejal Roberto Hinestrosa, aprovechó para cuestionar al Distrito sobre la inclusión de una cláusula que fija una comisión de éxito, tal como lo reveló El Espectador en la edición de ayer. Para el cabildante, genera dudas el hecho de incluir en los pliegos que los ganadores de los contratos tengan que pagarle a la unión temporal (UT) SDG-PHR-KPMG, que fue la que estructuró la licitación, una bonificación de $2.200 millones. (LEA: Comisión de éxito en la licitación de Transmilenio: ¿es legal?)
Ante esto, Hinestrosa hizo una serie de preguntas durante el debate: “¿Cuál es el sustento legal de la comisión de $2,2 millones? ¿Cómo se llegó a esa cifra? ¿Quién va a asumir los costos de esa comisión? ¿el Distrito o la ciudad? ¿Cuál es el soporte legal del pago de la comisión? ¿Los mismos que estructuraron la licitación asesoran a los proponentes y luego cobran la comisión?”.
Debido al tiempo que se tomaron los concejales en sus exposiciones, el tiempo de la sesión se agotó y se levantó casi a las 2:00 de tarde, sin tener la oportunidad de escuchar las respuestas del Distrito a esta serie de dudas y reparos. El debate continuará el próximo miércoles, día en el que los funcionarios distritales del sector movilidad tendrán tiempo para hacer las aclaraciones pertinentes. (LEA: Nuevos buses de Transmilenio: irán siete pasajeros de pie por metro cuadrado)
Mientras se mantiene el debate y Transmilenio termina de responder la avalancha de observaciones hechas a los prepliegos, por ahora la apertura oficial de la licitación y, por ende, la fecha para que lleguen los nuevos buses (diésel, eléctricos o a gas) a rodar por la ciudad, continúa en veremos hasta nueva orden.