Reservorios de agua, la apuesta de la CAR para enfrentar sequías y cambio climático
La Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca anunció la construcción de 5.000 reservorios de agua con el fin de mitigar los impactos derivados del Fenómeno del Niño. Con la medida, la entidad planea enfrentar el cambio climático y evitar desabastecimiento en zonas rurales de producción agrícola y ganadera. Hablamos con expertos.
Uno de los principales retos que han asumido en 2024 los gobiernos locales y las corporaciones autónomas regionales es el fenómeno de El Niño y su incidencia en la variabilidad climática, que intensifica y prolonga las sequías, produciendo desabastecimiento de agua, incendios forestales y alteración de ecosistemas estratégicos, entre otros riesgos.
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Uno de los principales retos que han asumido en 2024 los gobiernos locales y las corporaciones autónomas regionales es el fenómeno de El Niño y su incidencia en la variabilidad climática, que intensifica y prolonga las sequías, produciendo desabastecimiento de agua, incendios forestales y alteración de ecosistemas estratégicos, entre otros riesgos.
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Cundinamarca es uno de los departamentos donde la acción de El Niño se ha sentido con más fuerza. Solo en marzo, según la delegación departamental de bomberos, se han atendido 25 incendios forestales, en 14 municipios, los cuales afectaron 194 hectáreas. Las cifras globales en lo que va de 2024 dan cuenta de la magnitud de la emergencia: hasta el 11 de marzo habían atendido 345 incendios forestales, en 78 municipios, que afectaron 2.365,5 ha.
Otro efecto de El Niño es el déficit hídrico, que ha afectado a varios municipios, al punto de que 21 fueron declarados en riesgo, a principios de febrero, ante un posible desabastecimiento de agua, hecho que repercute en la producción de alimentos y el bienestar de los animales que se usan en la industria láctea y ganadera.
Llama la atención que, con corte al 11 de marzo, según la CAR, la tendencia en los niveles de todos los embalses, excepto en los del agregado sur, es descendente. El agregado norte, integrado por los embalses Neusa, Sisga y Tominé, tiene un nivel del 57 %; el agregado sur, compuesto por los embalses Chisacá y Regadera, tiene un nivel del 53 %. Por su parte, el sistema Chingaza presenta el 20,99 % de su capacidad total, déficit que cubren los demás embalses. Finalmente, El Hato, tiene un 84 % de su capacidad total.
Con ese panorama, la CAR Cundinamarca anunció la construcción de 5.000 reservorios de agua en todos los municipios del departamento, como iniciativa para “generar una medida de adaptación al cambio climático y mejorar la capacidad de acción de los campesinos en épocas de menos precipitaciones”, según explicó la entidad. El anuncio constituye un fortalecimiento de la estrategia, que ha llegado a 72 de los 104 municipios planeados.
Los reservorios
¿Qué son? Infraestructuras, generalmente pozos, ideados a manera de depósitos, para aprovechar las aguas provenientes de las lluvias por escorrentía, con el fin de poder utilizarlas en períodos de sequía o desabastecimiento. Cada estructura puede almacenar 120 metros cúbicos. El proyecto busca darles a los campesinos la posibilidad de “adaptarse a esta nueva realidad del cambio climático, la cual nos obligará a transitar de períodos de sequía muy fuertes, como el del fenómeno de El Niño, a períodos de invierno intensos como fenómenos de La Niña, que ya ha anunciado al Ideam”, advierte Alfred Ballesteros, director de la CAR.
El fenómeno de la Niña, de acuerdo con el Ideam, se caracteriza por generar un aumento considerable en los niveles de lluvias y una disminución en las temperaturas, cuya incidencia este año se empezará a partir de los últimos días de agosto y su momento de mayor impacto, se prevé, será en la temporada de fin de año.
En ese sentido, lo que se busca es que, en épocas de veranos fuertes, las comunidades puedan acceder a los reservorios y no a las fuentes hídricas primarias, cuyo caudal tiende a disminuir en esas temporadas. Además, su uso resulta contraproducente y puede, incluso, generar desabastecimientos, como ocurrió en el municipio de La Calera a inicios de febrero, por los bajos niveles en una quebrada que abastece a gran parte del municipio.
La medida es bien vista por los expertos, como Jorge Iván Hurtado, consultor en temas de derecho ambiental y profesor investigador del departamento de Derecho del Medio Ambiente, de la Universidad Externado de Colombia. Para él, es clave rescatar, en primer lugar, la importancia de que una autoridad ambiental no solo actúe de forma reactiva ante este tipo de contingencias, sino preventiva.
“En ese sentido, la fortaleza de este tipo de proyectos recae en que se planean y avizoran, tanto a mediano como a largo plazo, algunas consecuencias de hechos puntuales que hoy son realidad y no un sofisma, como todo lo que tiene que ver con el impacto del cambio climático y la variabilidad climática, que estamos viviendo incluso en zonas en donde antes era impensables este tipo de fenómenos”, señala Hurtado,
Los reservorios se construirán en terrenos aptos, en donde existan proyectos de modelos productivos de plantaciones frutales, especies forestales o cultivos de pancoger; es decir, cultivos destinados a suplir las necesidades alimentarias de una población determinada, como pueden ser plantaciones de maíz, frijol o plátano, por ejemplo.
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Municipios priorizados
De acuerdo con Ballesteros, para la fase inicial del proyecto se priorizaron 25 municipios, en donde la temporada de sequía se ha sentido con más fuerza y se han reportado los casos más urgentes de posible desabastecimiento. La lista la encabezan seis municipios de Boyacá, en jurisdicción de la CAR, como Ráquira, Saboyá, Chiquinquirá, San Miguel de Sema, Caldas y Buenavista. Los demás, son de Cundinamarca: Simijaca, Susa, Fúquene, Lenguazaque, Cucunubá, Carmen de Carupa, Villapinzón, Tibiritá, Nocaima, La Peña, Útica, El Colegio, Cachipay, Quipile, Guayabal de Síquima, Vianí, Beltrán, Jerusalén y Nariño.
Una vez termine la primera fase, a partir del segundo trimestre de 2024 se llevarán a cabo los procesos de vinculación de los municipios restantes. Para ser beneficiario de los reservorios, las personas interesadas deben contar con un certificado del uso del suelo, cuya actividad debe coincidir con actividades agropecuarias. Además, demostrar que son los dueños del predio y autorizar a la CAR para que ingrese al predio.
Cabe mencionar que el uso del suelo en un factor que incide en las situaciones relacionadas con déficit hídrico, sorprendentemente en la Región Central (Meta, Boyacá, Tolima, Cundinamarca y Huila), donde hay 18 páramos, que equivalen a la mitad de los del país y un 25 % de los que hay en el mundo.
“Los estamos usando para cultivos como papa, por ejemplo, o para deforestarlos en pro de la ganadería extensiva, situación que ocasiona pérdida de humedad en los suelos, que es clave para el manejo de incendios y para proveer una buena salud de las actividades agrícolas”, explica Ricardo Agudelo, director de la Región Administrativa de Planificación Especial (RAP-E), en relación con el actual uso del suelo.
Estrategia y conservación
Además de los reservorios, la CAR anunció que en el cuatrienio planea sembrar cinco millones de árboles en Cundinamarca y parte de Boyacá, para consolidarlos como “los departamentos más verdes de Colombia”. Para ello habrá “un acuerdo de conservación que deberán firmar los dueños de los predios, comprometiéndose a permitir que la CAR siembre en sus terrenos de 500 a 1.000 árboles. “Debemos tener la capacidad de adaptar a los ciudadanos al cambio climático”, indica la entidad.
Un aspecto a destacar es el empoderamiento de las comunidades para hacerlas partícipes del cuidado del medio ambiente, componente fundamental para temas como la soberanía alimentaria, que no es una prioridad. “Lo que en muchos casos vemos es que la autoridad ambiental inicia procesos sancionatorios a las comunidades por la tala de un árbol, por ejemplo, cosa que en efecto es una infracción que debe ser sancionada, pero esas medidas, a la postre, no forman ciudadanos conscientes y educados en la conservación del medio ambiente”, dice Hurtado. Y continúa: “Entonces cuando yo llevo un proyecto y le digo a la gente, ‘hágase usted partícipe. Aprópiese de su territorio, reforéstelo y conozca a fondo las posibilidades y características del terreno’, es un hecho que va creando conciencia a partir de la misma experiencia”, resalta.
El proyecto, además, será complementado con otra estrategia de educación ambiental en cada municipio donde se construyan reservorios. Entre las acciones principales de la estrategia está promover prácticas agrícolas y ganaderas sostenibles, como agricultura de conservación; crear viveros para la propagación y multiplicación de especies forestales nativas, y desarrollar medidas de adaptación y mitigación frente al cambio climático y el fenómeno de El Niño.
Ante el actual panorama medioambiental, que en muchos aspectos está en un punto de no retorno, se requieren acciones concretas para solucionar emergencias inmediatas, pero también planes a largo plazo, pues la tendencia muestra que la situación se recrudecerá. Por lo tanto, se tendrán que asumir macropolíticas de protección, que velen por la protección de ecosistemas fundamentales como el páramo y la selva amazónica, pero también desde lo local, enfocadas en garantizar la producción agrícola, evitando que se sigan degradando suelos para actividades depredadoras como la ganadería y los cultivos extensivos.
Por ahora, los reservorios se vislumbran como una alternativa real. Será hasta la siguiente temporada de sequía, seguramente más fuerte que la anterior, cuando se podrán medir los primeros resultados.
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