Robo de cable en Bogotá: el enorme negocio del cobre detrás de los pequeños hurtos
La incidencia de este delito está disparada. Hablamos con el presidente de la ETB sobre la situación, que tiene en jaque a la empresa de telecomunicaciones del Distrito.
El robo de cable de cobre en la ciudad no es una novedad. Las redes de fibra óptica que suministran el servicio de internet, y de telefonía en algunos casos, son apetecidos por la delincuencia, debido al valor que tiene en el mercado negro el kilo de cobre. En las últimas semanas, las denuncias ciudadanas sobre hurto de cableado (que incluso pueden dejar barrios enteros sin el servicio) o fallas en el servicio de internet han aumentado notoriamente.
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El robo de cable de cobre en la ciudad no es una novedad. Las redes de fibra óptica que suministran el servicio de internet, y de telefonía en algunos casos, son apetecidos por la delincuencia, debido al valor que tiene en el mercado negro el kilo de cobre. En las últimas semanas, las denuncias ciudadanas sobre hurto de cableado (que incluso pueden dejar barrios enteros sin el servicio) o fallas en el servicio de internet han aumentado notoriamente.
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La incidencia de este delito es tan frecuente que, en muchas ocasiones, los perpetradores ni siquiera se esconden y realizan sus fechorías a plena luz del día. Uno de los casos más recientes sucedió a las 4:00 de la tarde, del pasado 15 de agosto, en plena carrera séptima con calle 42.
Dos sujetos, que estaban saqueando el cable de una alcantarilla como si de nada ilegal se tratase, frente a transeúntes y vecinos, fueron capturados en flagrancia. En ese mismo operativo se recuperaron 53,2 kilos de cable de cobre, repartidos en 13 cañas, que equivalen a 13 metros, y que tienen capacidad de llevar el servicio a unas 900 líneas telefónicas.
Las cifras muestran la magnitud del problema. Una de las empresas que más ha sufrido este problema es la ETB. La empresa de telecomunicaciones del Distrito informó que, en 2023, de robo en robo, los delincuentes sustrajeron más de 400 kilómetros de cableado público, cifra que equivale a la distancia que separa a Bogotá de Medellín. Y este año, la situación ha escalado dramáticamente. En lo que va del 2024 ya se han registrado más de mil hurtos y durante el primer trimestre del año, este tipo de robos aumentaron 140%.
¿Por qué es tan apetecido?
“El cable se mueve mucho, porque es de lo que mejor pagan en las chatarrerías y en los chuzos que se prestan para eso. Por ejemplo, hace unos meses usted llevaba un kilo de cable de cobre pelado y le daban entre $30.000 y $35.000. Si lo lleva sin pelar, le pagan por bajito entre $23.000, más o menos. Eso es un negocio grande, porque si se lo pagan bien a los que se lo roban, los que lo compran deben triplicar esa cifra. Ahí no hay pierde”, señaló, en diálogo con El Espectador, Yeison, un joven que reside en los pagadiarios del centro y se gana su sustento diario con labores de reciclaje.
“A mí agarrar esos cables para venderlos siempre me ha dado miedo, porque he escuchado muchos casos de gente que se ha muerto electrocutada al agarrar cables, pero de energía. Pero sé cómo se mueve y ahí está la plata. Muchos prefieren robarse unos metros de esa vaina a tener que hacer una ruta de reciclaje, porque ahí, por bien que le vaya, no llega a ganarse lo que puede darle el cable”.
En esto coincide Álex Blanco, presidente de la ETB. “El apetito por el cobre se da, principalmente, por un aumento en el precio del metal en el mercado internacional. El valor se ha duplicado en el último año y puede que, incluso, más. Eso, por su puesto, hace que el cobre sea un botín apetecido por las bandas delincuenciales”..
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Las salidas
Señala Blanco que los más de mil hurtos de cable que se han reportado este año no distinguen zona. “Nuestra red se expande por toda Bogotá y vemos con preocupación que a lo largo y ancho de la ciudad el hurto del cableado es una constante. Para revertir esa tendencia hemos avanzado en varios frentes. Actualmente, tenemos el 85% de nuestros clientes con cobertura de fibra óptica y la meta, para final de este año, es lograr que el 100% de los usuarios tengan fibra óptica. Luego, retiraremos el cableado de cobre, para que, simplemente, no haya que robarse”, señala.
En este punto es preciso señalar que la tecnología de fibra óptica es la forma más efectiva de enfrentar el problema, pues lo elimina de raíz. El cableado de la fibra óptica está compuesto por un hilo muy delgado, que puede ser de silicio, vidrio o algún otro material dieléctrico (es decir, que no conduce cargas eléctricas) y al no tener el cobre, lo hace inocuo para los fines delincuenciales. Además, la fibra óptica permite mayor velocidad en el servicio de internet.
Otro de los frentes que ha fortalecido la empresa para enfrentar el problema tiene que ver con robustecimiento del sistema de respuesta y soluciones rápidas por los fallos en el servicio que genera el robo de cable. También iniciaron un proceso de marcación de cables, para diferenciar los de fibra óptica de los tradicionales, además del despliegue conjunto con la Policía, la Fiscalía y la Secretaría de Seguridad.
El presidente develó un dato que da cuenta de la complejidad del problema y la relación directa con la exportación de cobre. “En un informe que tenemos, basado en datos de la DIAN, evidenciamos que el año pasado el país exportó US$ 630 millones en cobre, cuando Colombia es un país que solo tiene una mina, que exporta US$ 112 millones. Entonces tenemos más de US$500 millones que se exportan con lo que se denomina chatarra de cobre, que, entre muchos otros elementos, se vale de cobre que viene en el cableado que se roban, el cual luego se funde y termina saliendo del país”.
En ese sentido, señaló que están desarrollando estrategias articuladas con la Policía de aduana y la DIAN para que toda exportación de cobre tenga una trazabilidad del origen del metal, para garantizar que no provenga de una actividad ilícita.
Por otro lado, según el testimonio de Yeison, la presión de las autoridades ha generado un cambio en las dinámicas del mercado negro. “Como la Policía está encima de las chatarrerías y de los locales en donde generalmente compran el cobre, lo que pasa ahora es que los negocios se hacen en otro lado. El que comete el hurto cuadra una cita con el comprador en un punto que no genere sospechas y listo, se hace como si nada. Generalmente, el centro, la zona del Ricaurte y de los talleres de carros son lugares en donde uno sabe que se hacen esos torcidos”.
El llamado final está dedicado al grueso de la ciudadanía. “En este ejercicio de revertir las cifras, el apoyo de la comunidad es fundamental. Por eso le hemos pedido insistentemente a las personas que vean actividades sospechosas que puedan derivar en el robo del cableado, que avisen directamente a la línea 123 para que las autoridades puedan actuar”, señala Blanco.
Se tiende a pensar que las afectaciones por el robo de cableado de cobre no van más allá de las pérdidas en materia financiera de las empresas afectadas y un corte en el servicio que se restablecerá en el corto plazo. Sin embargo, estos robos, que este año se han disparado, han dejado sin conexión a hospitales, colegios, hogares geriátricos, entidades y otras instituciones en donde la conexión es indispensable y de ello pueden depender incluso vidas.
Las fallas semafóricas, por ejemplo, también se cuentan entre las afectaciones, pues muchas veces, las personas que pretenden perpetrar los hurtos no saben distinguir los cables y terminan electrocutados, o cortando cables de fibra óptica, que no son útiles para sus fines, pero que propician fallas generalizadas.
La aplicación de justicia en estos casos ha dado pasos importantes. Desde 2007 el delito dejó de ser hurto simple y ahora la ley lo tipifica como hurto calificado. “La pena será de cinco (5) a doce (12) años de prisión, cuando el hurto se cometiere sobre elementos destinados a comunicaciones telefónicas, telegráficas, informáticas, telemáticas y satelitales, o a la generación, transmisión o distribución de energía eléctrica y gas domiciliario, o a la prestación de los servicios de acueducto y alcantarillado”, se lee en el artículo 240 de la ley 599 del 2000 en el apartado de delitos contra el patrimonio económico.
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