Rutas agroecológicas, nueva apuesta turística en Bogotá
La capital ya cuenta con recorridos por Engativá, Teusaquillo, Suba, Santa Fe, Kennedy y La Candelaria, localidades en las que ciudadanos crearon huertas para abastecer a su comunidad.
Sara Caicedo
En los últimos tres años la presencia de huertas urbanas viene creciendo en Bogotá, desde que la pandemia motivó a los bogotanos a sembrar en sus hogares, terrazas, parques o cualquier espacio disponible cercano.
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En los últimos tres años la presencia de huertas urbanas viene creciendo en Bogotá, desde que la pandemia motivó a los bogotanos a sembrar en sus hogares, terrazas, parques o cualquier espacio disponible cercano.
Actualmente, se estima que en la capital hay 20.000 huertas, y desde que el Jardín Botánico identificó este fenómeno decidió trabajar de la mano con los cultivadores para la creación de “Huerta en huerta, rutas agroecológicas por Bogotá”.
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Este programa cuenta con cuatro recorridos en distintas localidades (ver gráfico al final), con los que se pretende mostrarles a los capitalinos y a los turistas que en esta metrópolis también se puede sembrar y alimentarse con productos orgánicos y sin químicos.
Según José Alberto Amaya, director (e) del Jardín, la estrategia es parte del compromiso de la entidad con el Plan de Ordenamiento Territorial Bogotá Reverdece, que le asignó siete proyectos, y uno de ellos es fortalecer la agricultura urbana. Por eso está brindando acompañamiento, capacitaciones y otros apoyos a la comunidad.
La idea de estas huertas, además de la siembra y de conocer los procesos en su interior, es que los turistas puedan hacer los recorridos en bicicleta o a pie y no solo conozcan los espacios, sino las historias e identidades detrás de estos, teniendo en cuenta que cada uno es diferente.
La ruta de Engativá y Teusaquillo es la más reciente y la integran cuatro huertas, las cuales abordan el tema de la agricultura urbana desde labores sociales, lugares de literatura, construcción sostenible y laboratorios experimentales.
Huerta El Camino
Esta nació en la Comunidad de Vida Hogar El Camino, de la Secretaría de Integración Social, en la localidad de Engativá. Allí llegan personas en condición de habitabilidad en calle y reciben ayuda profesional para poder salir de ese infierno. Dentro de esas terapias está la participación en la Huerta El Camino, en la que a través de la siembra y trabajos propios de la tierra luchan contra sus adicciones.
“Esto le dio sentido a mi vida”, comentó Giovanni, un exhabitante de calle de 44 años, de familia campesina, proveniente del municipio de Anolaima, en Cundinamarca. Él lleva varios meses trabajando en la huerta y con una sonrisa refleja la alegría que siente cada vez que mete sus manos en la tierra y descubre el nacimiento de una fruta o verdura.
De acuerdo con Germán Darío Álvarez Lucero, subdirector técnico operativo del Jardín Botánico, esta huerta ha sido de gran ayuda “para muchos jóvenes que han estado en ese proceso de reintegración. Allí se han formado, e incluso algunos ya trabajan con el Jardín. Es un proceso para encontrarle un valor adicional a la agricultura y ver la función social que puede cumplir un espacio tan valioso”.
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Para Germán, la apuesta es que la Huerta El Camino se convierta en un referente para la ciudad y a través de este poder mostrar el valor de estos espacios y de la cuarta ruta de Engativá y Teusaquillo. Por su parte, para Tania Elena Rodríguez, subdirectora educativa y cultural de esa entidad, este proyecto se destaca por la inclusión social con los habitantes de calle, quienes en muchas ocasiones llegan buscando aprender algo, con la intención de conseguir un empleo.
“Fortalece mucho la circunstancia social de habitabilidad de calle. De las huertas que hemos manejado, El Camino es una que florece; que da fruto y belleza, y de esta forma es que se les da un impulso a quienes están alojados en este centro”, agregó.
Otros espacios verdes
Así como la Huerta El Camino, en los diferentes puntos cardinales de la capital hay espacios dignos de resaltar. En la ruta de Engativá y Teusaquillo hay tres cultivos más, entre ellos la Huerta Siquie Bacatá, de la Biblioteca Virgilio Barco. Allí turistas y amantes de la literatura podrán apreciar una forma moderna de sembrar y leer al mismo tiempo.
La biblioteca, que fue declarada Bien de Interés Cultural Nacional en 2007, le quiere apostar a fortalecer la práctica agrícola, y en este espacio espera que sus visitantes puedan combinar el arte, la naturaleza y la literatura. Su nombre, Siquie Bacatá, surgió para homenajear los caminos de agua que resaltan en la arquitectura de este centro cultural.
Otro punto de esta ruta es la Fundación Centro de Entrenamiento en Energías Renovables (Funcener), la cual fue declarada en 2017 por la Secretaría de Ambiente como una de las construcciones más sostenibles de Bogotá. Esta es una huerta moderna y funciona dentro de un centro de entrenamiento en energías renovables, para la mitigación y adaptación al cambio climático.
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Es una casa de varios pisos que ofrece cursos de energía solar, energía eólica, muros verdes, agroecología, bioconstrucción, estudios ambientales y energéticos. Allí recogen aguas lluvias y llevan a cabo otras actividades para aprovechar los recursos naturales. En esta huerta se cultivan más de 35 especies de manera orgánica.
Finalmente, está la Huerta Agroecológica del Jardín Botánico de Bogotá, en la que los usuarios experimentan y forman parte de laboratorios de pacas biodigestoras y conocen un banco de semillas agroecológicas. Todos estos son el reflejo de la apuesta que están haciendo los bogotanos para que la ciudad se convierta en un referente de la agricultura urbana.
Otros recorridos
Antes de que existiera la ruta Engativá y Teusaquillo ya existían otras, igual de relevantes. Como la de la localidad de Suba, donde está la Cobá, el hogar de las abejas, un espacio grande en el que los visitantes no solo aprecian un paisaje maravilloso, sino la práctica de la apicultura.
Johnny Ramírez Hernández, agricultor y apicultor de esta huerta, señala que el sueño con estos espacios es surtir “el alimento para la ciudad, para no estar dependiendo de municipios aledaños, sino que la capital sea autosostenible”.
Johnny, junto con su padre, se encargan de sostener este espacio, en el que siembran moras, acelgas, lechugas, ajíes, gulupas, ajo, tomillo y granadillas. También se producen en pequeñas cantidades huevos y lana, pero la miel sigue siendo el producto que los convirtió en referente de la localidad. A partir de este producto se les enseña a los visitantes sobre flores, insectos polinizadores, las jerarquías de esta especie y otras actividades.
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El recorrido de Suba está conformado por cinco huertas y fue denominado como “La ruta del agua”, a la que se suma la del Centro, nombrada “De regreso a la tierra” y conformada por cinco huertas que recogen historias, productos agroecológicos y emprendimientos de las localidades de La Candelaria y Santa Fe. Finalmente, en Kennedy nació otra de las rutas que se caracteriza por tener huertas de barrio, una de ellas en la Biblioteca El Tintal.
Todas las rutas y cada una de las huertas son la muestra del trabajo de los bogotanos para promover la agricultura urbana, demostrando que vivimos en un país campesino, en el que nuestros padres o abuelos han estado en contacto directo con la tierra y lo seguirán haciendo incluso viviendo en la gran ciudad.
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