Se ha perdido tanta agua como para abastecer por dos meses a toda Bogotá
Este año, a partir de abril, se duplicó la cantidad de metros cúbicos perdidos por daños. El reporte a septiembre ya era el más alto de los últimos seis años. Se denuncian demoras para atender los reportes y falta de acciones. El Acueducto responde.
Alexánder Marín Correa
En medio del racionamiento y el llamado de ahorro a los hogares, indigna ver el agua a borbotones por las calles a causa de una tubería dañada. Pero indigna más saber la cantidad que se ha perdido este año por esta causa: 89 millones de metros cúbicos (m3), entre enero y septiembre, la cifra más alta de los últimos seis años. ¿No dimensiona la gravedad? Tal vez esto le ayude: lo perdido equivale al 31 % de la capacidad del sistema Chingaza, cantidad suficiente para abastecer a la capital por 63 días. Hoy, si se pudiera recuperar este líquido, los embalses Chuza y San Rafael estarían al 83 % y la amenaza de desabastecimiento para 2025 muy lejos.
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En medio del racionamiento y el llamado de ahorro a los hogares, indigna ver el agua a borbotones por las calles a causa de una tubería dañada. Pero indigna más saber la cantidad que se ha perdido este año por esta causa: 89 millones de metros cúbicos (m3), entre enero y septiembre, la cifra más alta de los últimos seis años. ¿No dimensiona la gravedad? Tal vez esto le ayude: lo perdido equivale al 31 % de la capacidad del sistema Chingaza, cantidad suficiente para abastecer a la capital por 63 días. Hoy, si se pudiera recuperar este líquido, los embalses Chuza y San Rafael estarían al 83 % y la amenaza de desabastecimiento para 2025 muy lejos.
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El cálculo de pérdidas no es arbitrario. Para hacerlo, los técnicos del Acueducto tienen en cuenta la presión promedio de la zona donde se registra el daño y el tiempo que tarda cada reparación. Hasta septiembre se habían reportado 20.429 fugas en la capital. Y acá otro dato diciente: este año la EAAB ha tardado, en promedio, 25 horas en detener cada fuga, justo en una época donde cada minuto, así como cada gota, cuenta. Las zonas con mayor nivel de daños están en Bosa, Kennedy, Engativá y Suba. Sin embargo, los de mayores pérdidas son Ciudad Bolívar, San Cristóbal, Santa Fe y Usme.
Ejemplos de las demoras hay por montones en las redes sociales. Nada más este jueves, Juan Martín León puso un caso en evidencia: “Hace varios días venimos reportando la ruptura subterránea de una tubería en la calle 72A # 70A-53, y nadie ha venido. Sigue desperdiciándose el agua y la empresa de Acueducto no asigna a nadie. ¿El racionamiento solo es para la gente? ¿Dónde está el compromiso del Acueducto”.
Desperdicio vs. racionamiento
Parte de estos datos reposan en la respuesta a un derecho de petición que elevó la concejal Diana Diago (Centro Democrático) a la EAAB, a raíz de las denuncias frecuentes. En la respuesta, la EAAB reconoce que las conexiones fraudulentas y fugas en las redes como una amenaza a la disponibilidad de agua en la ciudad, tal parece que ha sido poco lo que ha podido hacer para contrarrestar este fenómeno. Los datos muestran que la situación los desbordó.
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A septiembre, con un acumulado de 89 millones de m3, las pérdidas por este problema ya superaban en 28 % el registro de todo 2023, cuando reportaron 65 millones de m3. Pero se hace más complejo al analizar el promedio mensual de pérdidas, que prácticamente se duplicó: mientras en 2023 fue de 5,3 millones de m3, el de 2024 está en 10 millones de m3. Y, al parecer, en algo tuvo que ver el racionamiento. El consolidado de daños, mes a mes, revela que si bien la cantidad de reportes no aumentó (2.200 en promedio cada mes) sí fueron más graves desde abril, cuando se disparó la cantidad de m3 desperdiciados, pasando de seis millones de m3 en marzo a 12 millones desde que empezó la restricción.
“Todo esto es otra incoherencia de la administración. Mientras el alcalde obliga a los ciudadanos a ahorrar agua, el Acueducto está dejando desperdiciar millones de metros cúbicos de agua”, señaló la concejal Diago. La crítica la refuerza con una denuncia: el Acueducto no estaría atendiendo a tiempo los llamados de la comunidad. Hago un llamado para que su administración responda de forma inmediata los llamados de la ciudadanía”.
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Más agua, ¿y las redes?
Las críticas no paran. Al preguntar por los planes para evitar nuevos racionamiento, la EAAB enlista exploraciones de nuevas fuentes de abastecimiento y obras para mejorar el tratamiento de agua (muchas de las cuales no tienen diseños, cronogramas ni presupuestos), pero poco de las tuberías. Menciona, por ejemplo, la ampliación del sistema Chingaza, proyecto del que se habla hace más de una década, que contempla en el proyecto Chuza Norte, para desviar más corrientes del macizo de Chingaza; el plan Chingaza Sur, para desviar el río Guatiquía, y un nuevo embalse: La Playa.
A esto se suma la ampliación del sistema Sur, con la construcción del embalse La Regadera II, para aumentar su capacidad de tres millones de m3 a 34 millones, y los embalses Chisacá II y Alto Muña. Además, obras para aumentar la capacidad de potabilización y los caudales concesionados, para captar más agua del río Bogotá y tratar hasta 9,6 m3/s; de las quebradas Cortadera, Palacio Piedras Gordas y La Horqueta I, y aumentar los caudales del río Tunjuelo.
Qué dice el Acueducto
Ante este panorama, según la EAAB, el incremento de pérdidas de agua obedece a dos componentes: las pérdidas técnicas por fugas y las comerciales, por errores en medidores y consumos no autorizados. Aclara, eso sí, que para identificar la eficiencia en la disminución de las pérdidas, la CRA creó el Índice de Pérdidas por Usuario Facturado, que viene disminuyendo, al pasar de 6,9 m3 en diciembre de 2021 a 6,3 m3 en junio de este año.
Sobre la incidencia del racionamiento, reconoce que ha sido un factor, al generar un estrés adicional al sistema, por el cierre y apertura de válvulas. No obstante, se han atendido de manera oportuna. Y sobre las demoras en la atención de los daños, señala que acá inciden distintos factores como la accesibilidad, la profundidad de excavación, el tipo de suelo, el clima o, incluso, condiciones de orden público. “Sin embargo, siempre se dará atención en el menor tiempo posible”.
Finalmente, sobre el plan para reducir las pérdidas de agua, en un momento tan crítico como el que vive la ciudad, indica que la EAAB desarrollo un “Plan de Reducción de Pérdidas (PRP), discriminado en tres ejes estratégicos, 1. Gestión de la información, 2. Gestión de las pérdidas comerciales y 3. Gestión de las pérdidas Técnicas, con actividades principalmente ligadas a acciones preventivas y correctivas de las fugas o roturas en tuberías; el monitoreo y optimización de los datos hidráulicos, y el uso razonable y eficiente de agua mediante acciones encaminadas principalmente a atacar el fraude. Para este último aspecto cabe resaltar el apoyo de la Policía Nacional a la EAAB con la creación de la “Policía de Agua”.
Acciones conjuntas
Toda esta situación, en una época en la que se les pide a los ciudadanos ahorrar agua es algo que genera cuestionamientos. “Se les pide llegar a una meta es llegar a 15 m3 por segundo. Pero es clave precisar que la población no consume toda el agua. Las pérdidas en la conducción por daños, filtraciones y fugas representan un 30 %”, dice Andrés Torres, director del Instituto del Agua de la U. Javeriana, quien agrega que si se descuenta ese 30 % se le estaría exigiendo a la población consumir menos de 110 litros al día, lo cual ya no parece tan factible. Por eso, señala, para alcanzar la meta es necesario que no solo la población haga esfuerzos, sino también las instituciones reduciendo las pérdidas en el sistema.
“Parece no solo injusto, sino poco estratégico penalizar a la población para alcanzar una meta que implica a otros responsables. Acá se debe hacer un diagnóstico de escenarios prospectivos de la seguridad hídrica en el Distrito, bajo un esquema de trabajo conjunto entre las entidades y la academia para evaluar la factibilidad de las medidas, en particular las de mediano y largo plazo”.
La necesidad, en medio de este panorama de crisis hídrica, es clara. Si bien mejorar la capacidad de las plantas de tratamiento y buscar más fuentes son acciones necesarias, de poco servirá cualquier esfuerzo si el preciado líquido sigue brotando a borbotones por los tubos rotos y hay demoras en la atención. ¿Cómo mejorar la situación de cara al futuro? La administración queda con la tarea.
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