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Desde el inicio de la pandemia del Covid-19 en Colombia se han reportado 5´596.917 casos confirmados, de los cuales el 94 % ha logrado recuperarse tras el diagnóstico, a diferencia de los 131.268 pacientes que murieron por el virus o por complicaciones desarrolladas por este.
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De acuerdo con el Observatorio de Datos Abiertos de Bogotá -Saludata-, en la capital se tiene un reporte total de 1´579.133 contagios, siendo la localidad de Suba -con 239.827 casos- la zona donde mayor nivel de positividad se ha alcanzado, seguido de Kennedy con 197.859, Engativá con 177.955 casos, Usaquén con 124.610 y Bosa con 112.933 contagios reportados.
Del total de bogotanos que contrajeron coronavirus durante la pandemia, que ya lleva en el país 1 año, 10 meses y 14 días, el 93,6 % ha logrado superar la infección; sin embargo, algunos han quedado con secuelas o versiones leves de la enfermedad.
De acuerdo con Mayo Clinic Health Letter, publicación de la Mayo Medical School, hospital de investigación en Minnesota, Estados Unidos, algunos de los pacientes pueden entrar en la categoría de personas con covid persistente o prolongado, ya que dentro del llamado “Síndrome post covid-19″ se pueden presentar variadas afecciones, entre ellas ageusia (pérdida total o parcial del sentido del gusto) o parosmia (distorsión del sentido del olfato).
Reducción de ingresos por la falta de sentidos
La bogotana Marcela Gómez Prieto es precisamente una de las sobrevivientes del contagio, aunque en definitiva este le cambió la vida, tras el diagnóstico inicial que le confirmó que tanto ella como sus dos hijas y su esposo tenían covid-19.
A finales de abril del 2021 esta psicóloga de profesión y repostera por vocación recibió la noticia; no obstante, aunque fue alarmante intentó conservar la calma confiando en que lograría sobrellevar la situación. Tarea que no fue fácil de concretar dado que sus síntomas fueron severos y durante 15 días estuvo indispuesta a nivel general.
En dicho tiempo tuvo que suspender cualquier tipo de actividad relacionada con su emprendimiento, dado que desde hace cinco años fundó la microempresa familiar Marcela Gómez Baking & Cooking, una repostería moderna y libre de conservantes, cuya presencia en redes sociales iba creciendo de manera exponencial.
No obstante, contraer coronavirus marcó un hito en su historia personal y financiera, dado que hasta la fecha no ha podido recuperar dos de los sentidos más importantes en la gastronomía: el gusto y el olfato.
“Al inicio no me asusté porque conocía casos de personas que se recuperaron de manera rápida; sin embargo, pasaron los días, semanas, meses y ya casi voy para el año y nada. En el último tiempo he empezado a percibir de manera distorsionada algunos olores, pero no son más de 10″, explica Gómez.
Sabores fáciles de identificar para cualquier paladar como el café, el limón, la vainilla, la canela y hasta el mismo ají pasan desapercibidos para esta cocinera, que cada día se levanta con el anhelo de poder sentir de nuevo la magia que le produce la comida.
Evidentemente por esta complicación médica no ha podido reactivar su micronegocio, dado que si bien comenta que hay recetas que conoce de memoria, el no poder degustar y percibir el aroma de los productos que prepara la llevan casi a tener que cocinar a ciegas.
De acuerdo con el médico cirujano Camilo Prieto Valderrama, cerca del 80% de los pacientes que han perdido algunos de sus sentidos los recuperan tras un período de cuatro a seis semanas. En los casos excepcionales con sintomatología prolongada aún no se tiene un panorama certero, dado que los estudios recientes evidencian una alta adherencia del virus al tejido nervioso del olfato, pero no se ha establecido la duración máxima.
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Afectaciones nutricionales como secuelas
Joseph Mateo Trujillo Rodríguez es un maquillista y estilista profesional que vive en la localidad de Ciudad Bolívar, al sur de Bogotá. Este joven, oriundo de Ibagué, fue diagnosticado por primera vez con coronavirus en diciembre del 2020. Enfermedad que inicialmente no lo afectó de manera drástica, debido a que solo sintió cansancio y malestar general. Sumado a una pérdida inicial del olfato que nada más duró una semana.
Confiado en que su recuperación había sido efectiva retomó sus actividades cotidianas con la sorpresa de que cuatro meses después inició con la sintomatología que evidenciaba un cuadro de parosmia prolongado.
“Comencé a sentir olores muy extraños, por ejemplo, no soportaba el olor de la carne y mucho menos el del pescado. Me olían muy mal los productos que contenían mentol o alcohol”, comenta Trujillo, mencionando apenas algunos de los productos que encabezan la larga lista de fragancias que le parecían inaguantables.
Debido a este problema, y a lo mal que le sabían algunos de los alimentos, tuvo que alimentarse por dos meses exclusivamente con vegetales y leche, comestibles que podía tolerar dada su aversión a las proteínas animales, las cuales solamente con olerlas le provocaban arcadas.
Sin embargo, esta forzada modificación en su rutina de alimentación trajo consigo cambios evidentes en su corporalidad: “Debido a eso me adelgacé mucho, bajé más o menos 15 kilos en ese tiempo y tuve que recurrir a suplementos vitamínicos para poder nivelar la descompensación de mi cuerpo”, comparte Joseph.
La persistente angustia en la que se encontraba en aquella época lo llevó a visitar a un médico general, quien le recomendó hacerse lavados nasales con solución salina, indicación que siguió al pie de la letra sin obtener resultados satisfactorios.
Según Prieto, las especialidades médicas que tratan estas distorsiones sensitivas son la neurología y la otorrinolaringología, ramas de la medicina que tendrán el reto de dar seguimiento a las secuelas que presentan los pacientes que, como Marcela y Joseph, vieron sus vidas, su salud y hasta su economía afectadas.
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