Si crece el área de operación solo hay abastecimiento de agua hasta 2033
En entrevista con El Espectador, la gerente del Acueducto, Natasha Avendaño, planteó la posibilidad de tener una línea directa entre el embalse de Tominé y la planta Tibitoc, para que esta agua no se descargue en el Río Bogotá y así evitar más costos en su tratamiento.
María Angélica García Puerto
La economista Natasha Avendaño García asumió el 5 de enero como gerente de la Empresa de Acueducto de Bogotá (EAAB). Llegó revestida por la experiencia que ganó como superintendente de Servicios Públicos (2018 -2022) y como experta comisionada en la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG), la cual puso a prueba con la fuerte sequía que golpeó el sistema Chingaza, que llevó a que este año registrara los niveles más bajos de su historia, poniendo en riesgo el suministro de agua para la ciudad y 11 municipios de Cundinamarca.
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La economista Natasha Avendaño García asumió el 5 de enero como gerente de la Empresa de Acueducto de Bogotá (EAAB). Llegó revestida por la experiencia que ganó como superintendente de Servicios Públicos (2018 -2022) y como experta comisionada en la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG), la cual puso a prueba con la fuerte sequía que golpeó el sistema Chingaza, que llevó a que este año registrara los niveles más bajos de su historia, poniendo en riesgo el suministro de agua para la ciudad y 11 municipios de Cundinamarca.
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En entrevista con El Espectador, ella contó cómo se llegó a la decisión del racionamiento, la cual no fue “de un día para otro”; cómo operan hoy los sistemas, y sobre las alternativas en evaluación, para no repetir las afugias actuales. Aunque fue enfática en que toda alternativa está en estudio, es evidente la necesidad de tomar decisiones pronto, pues hoy la ciudad solo tendría capacidad de suministro para los próximos 16 años.
¿Cómo recibió el sistema Chingaza?
Cuando me posesioné, los técnicos me explicaron que la baja afluencia del último trimestre del año pasado nos tenía por debajo de la curva guía, que indica como opera el sistema en sus niveles ideales. Agregaron que, ante las proyecciones del Ideam, las lluvias empezarían a finales de febrero y, como históricamente ha ocurrido, empezaría la temporada de precipitaciones de abril a octubre. Ante esto, el equipo informó que estaban realizando movimientos operativos para traer más agua de Tibitoc y menos de Wiesner, con el fin de bajarle la presión al sistema Chingaza, porque debían prever que ese pronóstico del Ideam no se cumpliera.
¿En el empalme le advirtieron la situación del sistema Chingaza? Expertos reiteran que la situación se pudo prever, incluso desde comienzos del 2023, sabiendo los tiempos del Fenómeno de El Niño.
No. El equipo directivo de la alcaldesa habló de la necesidad de tomar decisiones para abastecimiento más allá del 2040, pero no de una situación coyuntural. El equipo técnico, que me recibió, desde el primer día sí dijo que estamos en unos niveles históricamente bajos, pero que había un plan.
Entonces, ¿cómo se llega a la decisión de un racionamiento?
La primera decisión no era racionar. Se tomaron antes muchas decisiones, como traer más agua de Tibitoc, por eso, en la segunda semana de enero estábamos con los temas de coloración del agua, que fue temporal. Lo hicimos para bajarle la presión al sistema Chingaza. También hicimos campañas de ahorro y consumo responsable, y regulamos las presiones del sistema hasta donde fue posible, para no incumplir los parámetros de presión.
¿Y qué pasó?
Los pronósticos no se cumplieron. No llovió en enero, febrero y marzo, que incluso fue el mes más caluroso e hizo que la tierra se secara. Y cuando empezaron las lluvias a mediados de abril, los embalses no subían ni un centímetro, porque la tierra se chupaba el agua, mientras se reacondicionaba su suelo y su vegetación. Los niveles en el sistema eran tan bajos que, incluso, se nos afectaba la capacidad de tratamiento, porque ya era el ‘cuncho’, el barro, y eso es difícil de tratar en la planta de filtración directa en Wiesner.
¿Y cuándo hablan de racionar?
Desde antes de Semana Santa se empezó un análisis técnico, que nos presentaron al señor alcalde y a mí. Y con toda la tranquilidad, pensando en la operatividad y en los riesgos, tomamos la mejor decisión. No fue de un día para otro. Hubo un plan de la empresa que, además, es regulatoriamente obligatorio: el plan de emergencia y contingencia, el cual dicta qué hacer en estos casos. La gente cree que fue improvisación, pero no. Hicimos todo lo posible para no tener que llegar a racionar.
¿Cuánto es, en promedio, el consumo per cápita diario de agua en la ciudad?
La dotación, digámoslo así, está más o menos en 120-125 litros por habitante. Bogotá es una de las ciudades que, en consumo, ya está en niveles bastante moderados. Incluso, no solo por debajo de la norma técnica, que está sobre los 130 litros, sino del promedio nacional y de muchas otras ciudades del mundo con características similares. Es una ventaja, pero a la vez un reto, porque ya tenemos un consumo bajo, pero vemos casos en el que las personas se demoran 15 minutos bañándose o dejan la llave abierta para cepillarse los dientes. Y ahí si es importante el ‘cada gota cuenta’.
¿Es vulnerable el sistema Chingaza en el futuro, teniendo en cuenta el cambio climático y su impacto en la disminución del bosque amazónico?
Históricamente hubo Fenómenos del Niño y La Niña en el país, y el sistema Chingaza nunca se había afectado. Por eso, para la Empresa no era algo que pudiera pasar, pero se materializó por el cambio climático. Porque, más que un Fenómeno de El Niño, fue una sequía extrema. Pero entonces, ¿eso quiere decir que ya no va a llover? ¿Qué no va a haber agua? No. Eso quiere decir que hay que tener en cuenta esas vulnerabilidades y prepararnos para no volver a tener una medida de racionamiento.
¿Es posible qué hasta cierto año ya no funcione más el sistema Chingaza?
El sistema Chingaza siembre va a funcionar. Que sea suficiente la capacidad, es otra cosa. Y esto último se asocia al crecimiento poblacional. En el empalme nos hicieron un análisis: si la ciudad sigue creciendo, como lo proyecta el Dane, y el Acueducto sigue atendiendo la demanda en los municipios de la región, sin nuevas áreas de prestación, tendremos capacidad de abastecimiento hasta el 2040. En cambio, si ampliamos el área de prestación y en los municipios donde vendemos agua en bloque pasamos a ser prestadores, tendremos capacidad de abastecimiento hasta el 2033.
¿Tiene considerada en su administración hacer nuevos trabajos de revestimiento en los túneles de Chingaza?
No. Ya todos están hechos. Hay que hacer, como en cualquier infraestructura, inspecciones y mantenimientos. Pero no está dentro del plan hacer revestimiento.
¿Y ya han hecho inspecciones?
En estos seis meses, no. Eso tiene un cronograma. Se debe hacer cada dos años. Estamos más bien cercanos, en el primer o segundo semestre de 2025, para hacer esa inspección, pero tenemos que esperar que se normalice un poco más la situación del sistema, porque eso implica cerrar la salida del agua de Chusa a San Rafael y pues debemos tener San Rafael lleno, para no afectar a la ciudad.
¿Seguimos dependiendo de Chingaza, que nos abastece de un 70 % de agua?
En condiciones normales, Wiesner pone el 70 % de agua y Tibitoc el 26 %. Hoy en día estamos 50 %, Tibitoc; 46 % Wiesner y el resto, del microsistema de El Dorado.
¿Se va a mantener entonces esas capacidades fuera de la coyuntura?
¿Qué agua preferimos nosotros? La de Chingaza. Es más pura, más fácil de tratar y menos costosa, mientras que tratar el agua del río Bogotá sale entre 3 o 4 veces más costa. Y eso es una consideración importante, porque eso lo pagamos todos nosotros. Entonces, para decidir eso, hay que basarnos en la capacidad que tengan los sistemas para darnos.
¿Se ampliará la planta de potabilización de Tibitoc?
No es ampliación, es optimización. Estamos mejorando la manera en la que se optimizan los siete trenes de tratamiento, generando que sea mayor la capacidad de producción. La obra estaba proyectada para terminar en octubre, pero en virtud de que estamos usando más actividad, no se le pudo entregar al contratista dos trenes al tiempo para intervenir. Tocó de a uno, porque necesitábamos el otro para producir. Pero esperamos entregarlo el primer trimestre de 2025, para tener ahora 12 metros cúbicos por segundo de capacidad de tratamiento, dependiendo de las necesidades del sistema. Es decir, si volvemos a tener una situación como la actual, ya tenemos la capacidad de irnos con Tibitoc al 70%.
Expertos plantean traer el agua de los embalses del Sisga, Tominé y Neusa por túneles como en Chingaza, para que el agua no se descargue al río Bogotá ¿Se ha planteado esta opción en Tibitoc para reducir costos?
En este ejercicio de evaluación de alternativas con enfoque de riesgo, precisamente tener una línea directa de Tominé a Tibitoc es una de ellas. Pero hay que tener la concesión del caudal, que lo otorga la Corporación Autónoma Regional. Entonces, eso nos ayudaría a mejorar la calidad del agua y tener una capacidad de tratamiento que ya estamos terminando. Pero lo que no podemos pensar es que vamos a depender solamente de Tibitoc porque la ciudad no se puede abastecer toda con esta planta. En la parte alta no le llega agua del río Bogotá, sino de Chingaza.
Entonces, ¿se va a retomar el proyecto de Chingaza II?
Está mal llamado Chingaza II. Realmente es el embalse La Playa. Recordemos que cuando se empezó la construcción del sistema Chingaza, la decisión fue construir primero el embalse Chuza, el más grande (220 millones de metros cúbicos) y luego La Playa (134 millones de metros cúbicos). Por ello, es una alternativa que está concebida. La discusión es cómo determinar su viabilidad, no solo técnica (porque estaba concebido en el diseño original), sino ambiental. Tiene que ser un debate en el marco de las posibilidades jurídicas y ambientales, que trascienda de la política, la ideología, acerca de si esa es una alternativa real y viable.
¿Tienen licencias sobre ese embalse La Playa?
Nunca se ha hecho la solicitud de licencia ambiental. Para hacerlo, debe ser con base en esa evaluación de alternativas que se está haciendo con el apoyo del Banco Mundial y entonces decidiremos como Empresa y como Distrito, cuáles son las que vamos a tener.
¿Hay otras alternativas de abastecimiento que estén evaluando?
Una de las conclusiones más importantes de la misión del Banco Mundial, que tuvimos hace un par de semanas, es que en Bogotá nunca se ha hecho un estudio de agua subterráneas serio, pensando en abastecimiento. En el mundo, este ha sido un uso crecientemente, en ciudades que han sufrido estrés hídrico, como acá. Y han encontrado en las fuentes subterráneas no es una solución de emergencia, sino de largo plazo. Entonces, parte de lo que estamos buscando es poder conseguir cooperación internacional para lograr tener a alguien que sepa hacer eso, aunque ya esté inventado.
¿No se han hecho estudios?
Acá hay un estudio muy viejo, que se hizo con una agencia japonesa hace más de 10 años, con un enfoque distinto. De ese estudio solo sabemos que hay 1,5 metros cúbicos por segundo y eso sale más caro el caldo que los huevos. Eso no me suple la demanda, pero no tengo información suficiente para decir que la solución es el agua subterránea.
¿Si en octubre no se llega al llenado del 70 % en Chingaza, va a volver ese racionamiento diario?
No tengo como responderlo ahora. Aquí lo que hacemos permanentemente es un monitoreo a las condiciones de lluvia. Consideramos que, dada la recuperación en los embalses, era importante también empezar a entregar a la ciudadanía esa responsabilidad de demostrar lo aprendido en seis meses. Y por eso, desde el punto de vista técnico, estaban dadas las condiciones para espaciar un poco más las restricciones.
Pero, ante esa incertidumbre respecto a las lluvias ¿no era mejor continuar con la medida diaria, mientras se llegaba a esa meta de llenado del 70 %?
Tenemos precisamente que empezar a soltar a la ciudadanía que es la responsable de ese consumo consciente. Además, las medidas de restricción son un reto operativo, por los daños que se generan en las tuberías, sobre todo en las más viejas. Sabíamos que eran riesgos por correr o si no nos quedábamos sin agua. Mucha gente pregunta por qué no iniciamos el racionamiento antes y yo les respondo que esto no hubiera garantizado que hoy no tengamos racionamiento.
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