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Guardando las proporciones, las calificadoras de riesgo son a los países, empresas y territorios lo que Datacrédito es a las personas: entidades que miden la capacidad de endeudamiento y emiten conceptos, los cuales son consultados por prestamistas al evaluar la aprobación de un crédito.
La semana pasada se supo que Standard & Poor’s, una de las grandes calificadoras de riesgo, le bajó su nota al país, la cual pasó de BBB- a BB+ con perspectiva estable. Aunque esto se podría interpretar de varias formas, la que más ha llamado la atención es que en su concepto Colombia perdió el grado de inversión; es decir, para los inversionistas es más arriesgado invertir en la nación.
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Un breve análisis del ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, explica que esto no significa que dejarán de prestarle dinero al país, pero sí es probable que suba la tasa de interés en financiamientos públicos y privados. Teniendo claro este panorama, es válido preguntarse ¿cuál es el impacto que recibiría Bogotá, a sabiendas de que el Concejo le aprobó el cupo de endeudamiento más alto de su historia ($10,79 billones)?
Para empezar, hay que recordar que la capital se ha caracterizado por tener unas finanzas saludables, las cuales se han visto reflejadas en indicadores como un buen recaudo tributario (el año pasado, con todo y pandemia, la ciudad recaudó $9,1 billones, lo que significó el 90 % de la meta trazada), y bajos niveles de deuda (esta asciende a $4,3 billones, lo que representa el 1,72 % de su PIB). Es más, en 2020 Fitch Ratings, otra gran calificadora de riesgo, mantuvo su calificación para la capital, la cual fue de AAA (la más alta) para el escenario nacional, y BBB- (una calificación media) para el internacional.
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Aunque el bienestar financiero que ha tenido la capital es garante de su capacidad de pago, por metodología internacional, esta no puede sobrepasar la calificación del país. En suma, si Colombia pierde el grado de inversión también lo pierde Bogotá. Entonces ¿esto quiere decir que subirán los intereses de la deuda que tiene o que asumirá la ciudad?
La respuesta de varios expertos consultados por este medio es: no necesariamente. Jonathan López, administrador de empresas de la Universidad Manuela Beltrán, asegura que incluso es apresurado afirmar que Colombia perdió el grado de inversión, ya que ese es el concepto de Standard & Poor’s pero, por lo pronto, no lo es el de las otras dos grandes calificadoras: Moody’s y Fitch Ratings.
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Por su parte, Raúl Gallego, director de Control Risks, va un poco más allá y explica que en esta materia el país y, por ende, el Distrito quedaron cojos, pues algunos inversionistas tienen reglamentos que los restringen a invertir solo en naciones que tienen grado de inversión en las tres grandes calificadoras, pero hay otras que se aventuran a hacerlo cuando se tiene el visto bueno de dos o de una. Aunque no deja de ser cierto que esta carencia se puede interpretar como mayores riesgos a asumir, lo que podría conllevar a tasas más elevadas.
Lo cierto que es que, hasta el momento, el concepto emitido por Standard & Poor’s no ha significado un dolor de cabeza para la deuda pública. Es más, la Secretaría de Hacienda aclara que, con corte al 20 de mayo, los mercados de deuda pública local e internacional no tuvieron variaciones sustanciales en las tasas, sin que esto desconozca el aumento que se registró en las últimas semanas (antes de la noticia sobre la pérdida del grado de inversión con esta calificadora).
“A nivel internacional, se tiene amplitud en liquidez y el registro de que Colombia siempre ha honrado su deuda soberana. Igualmente, las finanzas de la ciudad se mantienen sanas y así ha sido expresado por las diferentes calificadoras y reconocido por el mercado de capitales, con las exitosas emisiones llevadas a cabo”, detalló Hacienda.
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El concepto de Standard & Poor’s tampoco afecta de forma directa el hecho de que una empresa extranjera quiera poner en Bogotá una de sus sedes, ya que, como explica Gallego, para estas son más importantes otros indicadores, como que su operación goce de una seguridad jurídica, “y en este país hay más abogados que gente”, detalla.
De hecho, aun con paro nacional, este medio ha conocido empresas internacionales que ya iniciaron o iniciarán este año su operación en Bogotá. Ejemplo de esto es Asurion, compañía que ofrece seguros para productos electrónicos de consumo (como teléfonos y tabletas) que hoy dispone de 1.500 vacantes laborales en la capital para personal de servicio al cliente bilingüe; también lo es Apex América, con una oferta de más de 2.000 empleos (el 80 % en la ciudad), y Jokr, plataforma de alimentos que arribó con una oferta de cientos de vacantes laborales.
Para el Distrito, el concepto de Standard & Poor’s tampoco hará que reconsidere ciertas inversiones que piensa financiar con cupo de endeudamiento, por lo que seguirá su estrategia de echar mano a esos recursos buscando las mejores oportunidades para salir al mercado. De igual forma, seguirá privilegiando, en la medida de lo posible, el gasto con recursos propios por sobre los de crédito, aun cuando aseguran que la capital tiene un amplio margen para apalancar parte de sus necesidades de inversión con créditos.
En suma, aunque para Bogotá la pérdida del grado de inversión con Standard & Poor’s no ha significado una gran preocupación financiera, no deja de ser cierto que su gasto debe ser meticuloso, pues hay que recordar que atraviesa por una crisis económica (protagonizada por la pandemia y agravada por el paro) que podría costarle una disminución en el recaudo y un aumento en el gasto. Nunca antes la administración del Distrito demandó un trato tan cuidadoso.