“Si hay demanda nunca podremos controlar el microtráfico”, jefe de Estupefacientes
En lo corrido de 2024 se han realizado 2.621 capturas por tráfico de estupefacientes y la incautación de más de 2,5 toneladas de marihuana, además de operaciones contra 175 ollas de tráfico. Así es la lucha contra las drogas en Bogotá.
Juan Camilo Parra
Desde el nuevo comando de Policía de Bogotá, el mayor Yilmar Joaquín López, jefe de la línea investigativa contra el tráfico de estupefacientes, habló con El Espectador sobre el mercado ilegal de drogas, los operativos y los rastros sobre la fabricación de alucinógenos sintéticos.
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Desde el nuevo comando de Policía de Bogotá, el mayor Yilmar Joaquín López, jefe de la línea investigativa contra el tráfico de estupefacientes, habló con El Espectador sobre el mercado ilegal de drogas, los operativos y los rastros sobre la fabricación de alucinógenos sintéticos.
¿Cuál es el enfoque contra el narcotráfico en Bogotá?
Tenemos tres líneas de investigación base: una dedicada solo a la marihuana, otra al bazuco y otra a la cocaína. Este año hemos incautado más de 2,5 toneladas de marihuana, un 73 % más que lo incautado a la fecha en 2023. Para cada una tenemos dos enfoques: uno que analiza los contextos locales y de microtráfico, en la que hablamos de los expendedores, barrios, parques y zonas donde se mueve la droga. Adyacente, hay otra línea concentrada en los proveedores, identificando de dónde viene y quiénes son. Tenemos un grupo especializado en trazar los insumos de las drogas sintéticas, que las fabrican en cocinas clandestinas.
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¿De dónde viene la droga que se vende en Bogotá?
La cocaína, principalmente, de Putumayo y Meta. Hace poco incautamos 390 kilos de marihuana proveniente de Cauca. Nuestro trabajo es llegar a los proveedores que mueven esa droga en localidades como Ciudad Bolívar, Kennedy y Rafael Uribe Uribe, y otras ollas en Bogotá. Hay más de 370 ollas, sin embargo, hemos atacado más de 175 este 2024.
¿Y el mercado del tusi?
Aunque no tenemos una línea investigativa específica para el tusi, no paramos de cortar el suministro de insumos. Sabemos que hay un mercado que gana terrero en Bogotá, pero nos concentramos en los materiales. Por ejemplo, la última banda que capturamos, conformada por 11 sujetos, nos permitió identificar que la mayoría de elementos usados para cocinar esta droga, como la ketamina u otros insumos, pueden ser medicamentos veterinarios. En este caso venían de Brasil y Venezuela, pasaron por Cali y llegaron a la plaza España, en Bogotá, de donde se distribuyó a Usme, Rafael Uribe Uribe, Bosa y Kennedy, donde pretendían cocinar esta droga. Nosotros llegamos a cortar esa fase de distribución. La ruta para llegar aquí y los detalles del tusi los maneja la División de Antinarcóticos. Tenemos dos investigaciones que sobresalen de esta última captura, nunca se pierde la continuidad.
¿Cómo ha evolucionado el mercado de las drogas en la capital?
Desde que haya demanda, es decir, consumidores, habrá oferta. Nunca podremos controlar el microtráfico en Bogotá. Como jefe de Estupefacientes me preocupa que, luego de impactar una línea o una banda como el Tres de Aragua, siempre habrá otro grupo que quiera tomar el control de ese mercado. Esto deviene en homicidios y guerra de bandas, por ello nos enfocamos en lo que más nos importa, que es la marihuana, el bazuco y la coca.
¿Cuál droga predomina?
Hemos detectado que la mayor incidencia la tiene la marihuana. El mercado, sin embargo, se abre a diversas instancias: un cigarrillo de esta droga puede costar $4.000 en zonas de mercado “barato”. En otros casos, precisamente por la incidencia que están teniendo los sintéticos, detectamos una alteración genética a la que someten las plantas de marihuana para cambiar su color, volverla morada o incluso cultivarla con un sistema hidropónico. En ese caso, ese mismo cigarrillo puede costar $30.000 si se vende en el norte. De esta marihuana alterada la semana pasada incautamos más de 390 kilos, avaluados en $3.000 millones. Es un mercado rentable y, operativamente, se ha sofisticado.
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¿A qué se refiere con sofisticado?
Las investigaciones se han vuelto complejas. Los bandidos saben que tenemos dificultades para intervenir líneas de Whatsapp. Son contadas las líneas interceptadas. A la fecha son 144, y deberíamos tener más, pero la mayoría de bandidos ya no usan el modo voz para articular sus acciones delictivas. El transporte ha cambiado, ya no se usan grandes camiones, sino carros pequeños, camuflados, más sutiles.
¿Por qué es difícil interceptar líneas?
No tenemos el convenio internacional para poder acceder a las llamadas de Whatsapp ni a la mensajería. Para obtener esa autorización requerimos una base sólida de material probatorio y un proceso que pasa por la Fiscalía y la solicitud del permiso para obtener la orden judicial. En un caso hemos podido interceptar hasta 40 líneas telefónicas solo para dar con un cabecilla.
Hay zonas como el María Paz y Santa Fe donde el microtráfico está enquistado, ¿por qué son tan “intocables”?
Es un problema estructural. Este año hemos intervenido varias veces la zona de San Bernardo, históricamente azotada por el consumo y el microtráfico. En abril sacamos a 11 personas, entre los que había proveedores y distribuidores. Hay zonas que impactamos con regularidad cada mes, pero eso no significa que vaya a terminar el tráfico ni que tengamos que dejar de intervenirlas. Más nos demoramos en hacer la investigación y sacarlos de la zona, que otros estar tomando el control.
¿Cómo seguirá esa lucha?
Nuestro equipo sigue avanzando en varias investigaciones y seguimientos a reductos de bandas, como el Tren de Aragua, un residuo de los Camilos y los Paisas, que tenemos en la mira. El enfoque que queremos es aportar a la reducción de homicidios y anticiparnos a esa guerra de bandas que afecta a los bogotanos.
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