¿Sindicatos o amanecederos? Los vacíos para intervenir bares que no dejan dormir
Vecinos de Chapinero luchan contra bares que se amparan en la figura de “sindicato” o clubes, lo que limita el actuar de las autoridades. Parece no haber mecanismo para mediar en este ruidoso conflicto, en una ciudad donde el 12 % de los barrios presentan alta contaminación acústica en la noche
Juan Camilo Parra
Vivir cerca de bares o discotecas puede ser un martirio. Imagínese llegar a casa, un jueves y tener que escuchar toda la noche la fiesta, en un bar tipo rooftoop, porque dicha estructura no cuenta con aislamiento de ruido. Ahora, imagine vivir lo mismo al día siguiente, al siguiente y al siguiente hasta que el calendario marca el lunes a las 6:00 a.m. A veces, la fiesta dura hasta el martes.
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Vivir cerca de bares o discotecas puede ser un martirio. Imagínese llegar a casa, un jueves y tener que escuchar toda la noche la fiesta, en un bar tipo rooftoop, porque dicha estructura no cuenta con aislamiento de ruido. Ahora, imagine vivir lo mismo al día siguiente, al siguiente y al siguiente hasta que el calendario marca el lunes a las 6:00 a.m. A veces, la fiesta dura hasta el martes.
Esto es lo que sufren dos comunidades en Chapinero donde, pese a las quejas formales, a las cartas a la Alcaldía Local y entidades correspondientes, y al desarrollo de mesas técnicas, no han podido llegar a una solución, que les permita dormir tranquilos. Un problema recurrente, en las denuncias conocidas por El Espectador, es que algunos establecimientos se amparan bajo la figura de “sindicato”, que lo complica todo.
Los sindicatos son asociaciones de trabajadores, que intermedian con los empleadores. Como organización, pueden tener sedes y clubes para sus afiliados, para actividades privadas. Sin embargo, debido a la facilidad para registrase bajo esta figura y a lo diluido que son los controles, otros vienen acudiendo a ella para montar establecimientos nocturnos, que no cumplen las normas y escapan al control local.
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El caso del rooftoop BPM
Para los habitantes de la copropiedad Vitra Art, ubicada sobre la calle 58 con avenida Caracas, la pesadilla comenzó en septiembre del 2023, cuando las fiestas en la terraza del bar BPM Brotherhood Group Colombia -como aparece en redes sociales- comenzaron a perturbar a los residentes. “Es un quinto piso (calle 58 # 13-10) con tejas de plástico transparente. No está insonorizado”, contó uno de los residentes.
Algunos copropietarios consideran normal escuchar ruido en Chapinero un viernes o sábado, pero la cosa se vuelve inaguantable cuando empiezan desde el lunes. “Hace dos meses hubo un festival de electrónica que fue de lunes a miércoles. Cuando pedimos control, nadie pudo intervenir”, contó un vecino.
Aunque las inspecciones a bares y discotecas, así como estas confrontaciones vecinales, corresponde a la Policía y a la secretaría de Gobierno, en estos casos, cuando las comunidades piden intervenir estos sitios, por violar los horarios de rumba o los niveles de ruido, les dicen que “el sitio está amparado en la figura de sindicato y no se puede hacer nada, pues es tarea del ministerio de Trabajo, entidad de orden Nacional”.
En este caso la situación se agudizó, al punto que la entonces edil de Chapinero, Andrea Carolina Hernández, envió una carta a la Alcaldía Local pidiendo trasladar el caso a las entidades competentes, a raíz del fracaso de una mesa de trabajo, que se celebró de octubre pasado, con el también afectado edificio Infinitum 59, en la que no se llegó a ninguna solución.
“Cuando llega la policía dicen ser un sindicato de nombre ASINCAL. Según los ciudadanos, dicho establecimiento opera con música a alto volumen toda la noche y a veces en el día, sin ninguna restricción. Además, a la hora en que salen, se toman el sector de baño, generando basuras y afectando la convivencia del sector”, indica la carta de la edil.
Curiosamente, sobre ASINCAL o Asociacion Nacional de Trabajadores Independientes Informales No Calificados (creado en 2009), hay un registro de prensa del ministerio de Trabajo, tras un operativo que se realizó en octubre del 2023, en la Zona T y en la ‘Zona de Tolerancia’ de Los Mártires, justo por esos días en los que se realizó la fracasada mesa de trabajo que mencionó la edil.
En dicha oportunidad, el comunicado señaló que “se identificaron establecimientos nocturnos que se hacen pasar por sindicatos, para burlar los controles de las autoridades. Dentro las organizaciones fachadas están Sintranoctur y ASINCAL”. A pesar de esto, el establecimiento sigue operando y causando incomodidad en los edificios de la cuadra.
Producto de la situación, muchos propietarios decidieron irse y aprovechar las rentas a corto plazo, por plataformas como Airbnb, pero el ruido entre semana ha espantado a los turistas. “El apartamento es bonito, pero es tan ruidoso, con música sonando toda la noche, que no puedo dormir. ¿Es posible cancelar mi reserva, por favor?”, dice un mensaje enviado a las 6:23 de la mañana del domingo 14 de abril. Otros mensajes parecidos fueron enviados un lunes y martes a las y los copropietarios de estos apartamentos.
El martirio de la familia Henao contra una cuadra de bares
Esta, sin embargo, no es la peor situación, ni el único sector. Está el caso de la familia Henao, que desde 2016 sufre un calvario en el sector de Quinta Camacho, al vivir al lado de una bodega que hace ocho años opera como bar. “Desde el 2016 empezamos a oír un fuerte ruido, pero no sabíamos de dónde llegaba. Al verificar, lo encontramos, en la carrera 13 #65-42, pero afuera decía Centro Educativo Intepac. Tocamos y salió un señor borracho- Notamos demasiado humo y música fuerte. Ese día inicio nuestro calvario”.
Han transcurrido ocho años e Irene Henao sigue denunciando, ya no uno sino al menos tres bares en la zona, sin solución posible. Cuando todo empezó, el bar no se llamaba Bar Blues, sino Boogaloop y ya no solo música electrónica, sino bandas en vivo. En 2019, tras una operación de la Inspección 2B, se verificó el problema. El dueño entonces, Juan Medina Florián, se comprometió a insonorizar para mitigar el impacto, pero solo colocó un drywall y siguió realizando eventos”. Con el cambio de arrendatario, todo siguió igual, pues el bar siguió con los permisos de la Secretaría de Planeación del uso del suelo para estos fines.
Irene sufrió en 2021 un accidente cerebrovascular y estuvo hospitalizada 10 días hasta que le dieron los resultados: ahora era hipertensa y sufría de fibrilación auricular hipertensiva. El bar ya se llamaba Gastrobar El Boogaloop del gato. En 2023 se llamó Djembe VIP y funcionaban de domingo a domingo. En Febrero de 2024 le cambiaron de nuevo el nombre y ahora es Coconut. “Solo hasta el 10 de abril de 2024 tuvimos una audiencia en la inspección 2C en espera de una solución final a tantos años de sufrimiento”, contó la mujer.
En su caso, la secretaría de Planeación no ha explicado cómo realizó el estudio para permitir que una bodega se use como bar. En cuando al ruido, “la secretaria de Ambiente solo tiene un medidory con tanta queja tardan mucho en realizar las mediciones. Y frente a las vibraciones, dicen que le compete a la Alcaldía local, que a su vez le dan potestad a la inspección, y allí no pueden sancionar. La Policía lo pueden hacer, por extralimitarse del horario permitido, pero ni con el historial lo han hecho. Estamos indefensos”, señaló Irene.
A la lucha de esta familia se unió el Hotel Brisas del Oasis. La administradora vive en constante preocupación, porque los clientes se quejan cada vez que el bar hace eventos y dejan malas reseñas; o los vecinos del edificio Villahermosa, que sufren también, donde, desde el sótano, se siente la vibración que emana de este establecimiento, que sube hasta los pisos 9 y 10, donde el 80 % es habitado por personas de la tercera edad.
Un “pin pon” de responsabilidades
En los derechos de petición que radicó la familia Henao, pidiendo respuestas y acciones claras, algunos con el respaldo de la concejala Diana Diago (Centro Democrático), se evidencia que se han presentado al menos 26 quejas contra bares del sector, que nunca se resolvieron. Una de las razones, dice Irene, es el “pin pon” de responsabilidades. “Secretaría de Ambiente hace las mediciones de ruido, pero la licencia la da Planeación; las inspecciones son de la secretaría de Gobierno, y los sindicatos, del ministerio de Trabajo”, agregó Irene.
“El trabajo que hacemos con la comunidad de Chapinero ha sido persistente. He realizado una estrategia jurídica y legal para que se tomen las medidas necesarias para garantizar la tranquilidad de los residentes del sector, sin embargo, no existe una normativa vigente, ni distrital para proteger a estas comunidades de las vibraciones provenientes de bares y discotecas,” indicó la cabildante Diago.
De los bares mencionados en las quejas, el que más acumula es un famoso sitio nocturno conocido como Video Club, ubicado en la calle 64 # 13 – 09, con 14 notas. Pero al revisar las respuestas, añade la secretaría de Gobierno: “cabe resaltar que frente al establecimiento Video Club, se identifica como sindicato, conforme lo establecido en la Circular 0024 del ministerio de Trabajo, la competencia de Inspección, Vigilancia y Control en materia de sindicatos es de esa cartera”.
La respuesta de la Alcaldía Local de Chapinero a la última solicitud de la familia Henao y la concejala dice que “dentro de sus funciones inspección, vigilancia y control realizó las actuaciones necesarias para remitir al competente, para que el inspector de Policía, de acuerdo con las competencias asignadas por el artículo 206 de la Ley 1801 de 2016, tome la decisión de fondo que en derecho corresponda”.
El ruido en la capital
La secretaría de Ambiente acompaña diferentes espacios para trazar rutas de trabajo que permitan la solución de diferentes conflictos a nivel local y distrital dentro de esta problemática bajo la estrategia “El control de ruido es tarea de todos”. “Cuando es competencia de la entidad, se realiza la medición de emisión de ruido como factor de deterioro ambiental, como lo establece la Resolución 0627 de 2006 (norma nacional de emisión de ruido y ruido ambiental).
Se llevan a cabo visitas en las localidades, en horario diurno o nocturno, con el fin de establecer cumplimiento normativo ambiental, todo esto en función del plan de trabajo del laboratorio ambiental que está acreditado por el Ideam. Las mediciones se realizan en el horario de mayor afectación reportado por los peticionarios y bajo las condiciones normales de operación de los establecimientos”, explicó la secretaría a El Espectador.
De acuerdo con la entidad, El 11,8 % de la población en Bogotá se encuentra afectada por niveles de ruido superiores a 65 dB(A), límite a partir del cual se empiezan a generar afectaciones a la salud humana, según la OMS. “Es de resaltar que 12 % de los barrios presentan una alta contaminación acústica durante la noche y en la mitad de los barrios, mínimo el 40 % de su población está molesta por el ruido”.
La principal fuente emisora de ruido en el Distrito corresponde al tráfico vehicular que aporta más del 80 % del ruido ambiental. Los vehículos livianos y pesados generan los mayores aportes, cada uno con 30.72 % y 30.25 % respectivamente. Las motocicletas aportan el 23.68 % y finalmente los vehículos medianos con un 15.35 %.
La entidad resaltó, eso sí, que, “el perifoneo comercial, altavoces en espacio público, vecinos ruidosos, ruidos domésticos, entre otros están fuera del control de la secretaría, siendo su vigilancia y control de competencia de las Alcaldías Locales, comandantes de estación e inspectores de Policía”.
El Espectador se contactó con el alcalde local pero no quiso dar declaraciones sobre las denuncias mencionadas. Sin embargo, durante la última semana la Alcaldía Local realizó operativos de control en las zonas mencionadas en los casos relatados, acciones que esperan los afectados, sirva para llegar a un acuerdo con estos establecimientos y su sueño no se siga viendo perturbado.
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