Combatir el tabú al hablar de suicidio, primer paso para cambiar el panorama
El intento de suicidio de un menor en Titán Plaza prende las alarmas sobre la salud mental en una ciudad en donde este año, en los primeros 120 días, 123 personas decidieron quitarse la vida. Más de la mitad jóvenes entre los 15 y 29 años.
Juan Camilo Parra
El intento de suicidio de un joven, de 17 años, el pasado martes, en el centro comercial Titán Plaza no solo reabre viejas heridas en la ciudad, sino que revive un cúmulo de preguntas alrededor de los motivos, la prevención y la salud mental de los capitalinos. Mientras el joven sigue en una UCI en Engativá, en su colegio, por ejemplo, compañeros y maestros se cuestionan por no haber detectado las señales a tiempo. Para ellos, nunca hubo indicios de tamaña decisión.
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El intento de suicidio de un joven, de 17 años, el pasado martes, en el centro comercial Titán Plaza no solo reabre viejas heridas en la ciudad, sino que revive un cúmulo de preguntas alrededor de los motivos, la prevención y la salud mental de los capitalinos. Mientras el joven sigue en una UCI en Engativá, en su colegio, por ejemplo, compañeros y maestros se cuestionan por no haber detectado las señales a tiempo. Para ellos, nunca hubo indicios de tamaña decisión.
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Este caso, sin duda, revive el doloroso capítulo del menor Sergio Urrego, no solo por haber sido el primero en quitarse la vida en dicho centro comercial (4 de agosto de 2014), sino por los múltiples detonantes que se pueden descubrir al escudriñar cada situación. Eso lo sabe bien Alba Reyes, madre de Sergio y directora de la fundación que creó en honor a su hijo, quien hoy acompaña el proceso que se vive en el colegio del menor.
Para ella, el reciente intento de suicidio es una alerta de notable impacto entre los allegados del joven, en particular, porque, hasta donde ha podido conocer, se trataba de uno de esos chicos a los que difícilmente se les podía encontrar visos de tristeza o depresión. “Algunos, como él, no muestran indicios”, señaló. Teniendo esto en cuenta fue que su fundación Sergio Urrego creó la Línea Salvavidas, que en los últimos cinco años ha atendido a 14.300 personas y contando.
Pero una línea de apoyo no basta para enfrentar este desafío. Para la terapeuta Nancy Becerra, miembro del Movimiento Latinoamericano de Madres y Padres con hijos diversos y cofundadora de la Fundación Sergio Urrego, el bienestar de la mente es la conversación que se debe dar. Eso sí, superando la idea de que “un psicólogo es salud mental” y yendo hacia lo profundo de los abismos de esta problemática, que parte de la discriminación.
Discriminación y desesperanza
Un día después del suceso en Titán, la Fundación Sergio Urrego ofreció su orientación al colegio del joven. Estando allí, Alba Reyes reafirmó lo que viene detectando en esta era posmoderna: “Se siente una desesperanza en nuestros jóvenes, algo de lo que no se habla, que no está en las cifras. A veces minimizamos cosas que lastimosamente estamos normalizando, como vivir en guerra, los mensajes de odio y la soledad en los jóvenes”. Otra esfera es la justicia social y los contextos en los que las personas se ven privadas de la felicidad, por las brechas sociales, que sí está en cifras, pero sobrepasa las fronteras de lo transformable en el corto plazo.
Pero ¿por dónde empezar para cambiar el panorama y luchar contra el suicidio? Combatir el tabú sobre el tema es un buen punto de partida, señala Becerra. Ejemplo de que esa prevención persiste fue el episodio que vivió Alba Reyes mientras daba una capacitación en el colegio: un padre de familia retiró a su hijo de la charla, argumentando que “ya era suficiente del tema. Esto termina siendo una muestra clara del tabú que rodea las discusiones alrededor del suicidio y el tratar de entender por qué una persona, en este caso un joven, renuncia a vivir”.
Y más, cuando se trata de discriminación o acoso. En la Fundación se han conocido casos que “en una semana se pueden llevar una vida”, por comentarios en redes sociales. “Esa parte de discriminación es fuerte y al abordarlo hay un gran tabú entre los jóvenes y sus familias. Nos cuesta todavía hablar sobre salud mental, levantar la mano y pedir ayuda”, concluye Alba.
Becerra añade que en Colombia la cultura “nos obliga a pensar que necesitamos que la vida duela para ser verracos, lo que hace que se ignore, por ejemplo, cuando un hombre se siente triste, quiere llorar o expresarse”. Sobre el amor, no duda de que “nos han vendido un amor totalmente equivocado”, lo que degenera en tensión y puede, incluso, desembocar en femicidios o suicidios.
Gómez explica que dentro de la psiquiatría son cinco categorías que se estudian como factores que indicen en los suicidios y tienen que ver con: el sistema de salud, con aspectos sociales, comunitarios, las relaciones de pareja y las características individuales de cada persona. “La salud mental, empero, es la ‘cenicienta’ de la salud en el mundo. Nos falta camino”, añadió.
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Un lugar de escucha
La Fundación Sergio Urrego abrió un nuevo espacio seguro de orientación y escucha: las Cápsulas de Confianza. Siendo la discriminación, por cualquier situación, y las rupturas amorosas las situaciones que generan más estrés y frustración, en estos espacios, las personas son libres de soltar las ataduras y derrumbar el imaginario de que los jóvenes pertenecen a una “generación de cristal”, como muchos adultos juzgan a la sociedad actual, por permitirse hablar sobre lo que ellos callaron.
“Es muy importante crear esas herramientas de apoyo y que los padres, madres y cuidadores entiendan que hablar de salud mental es necesario, es muy relevante y que no creemos paradigmas ni estigmas”, asegura Reyes. Reconocer que un amigo, familiar o pareja está pasando momentos de dolor puede ser difícil. Incluso, los terapeutas cuentan que una persona que opta por el suicidio puede verse feliz antes de cometerlo. Es por esto que mantener una comunicación segura y sana sobre los momentos más duros y tener una red de apoyo es otro punto clave.
Alba Reyes termina solicitando que espacios como Titán Plaza, cuyas instalaciones están marcadas por estos casos, se resignifiquen, para que deje de ser símbolo de desesperanza. “Debemos crear sitios seguros para nuestros jóvenes. En todo lugar y evento”. La comunidad envía un abrazo fraternal a la familia del joven que protagonizó el último intento de suicidio para que su recuperación esté acompañada de amor y que esta nueva alerta no pase desapercibida y sigamos escuchando sin juzgar, cerrando los abismos que no vemos hasta que una persona opta por acabar con su vida.
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