Tala y traslado de árboles, lo que no se tuvo en cuenta en las obras de Bogotá
Las avenidas 68, Ciudad de Cali y Caracas son los corredores más afectados por la tala y traslado de árboles. Hoy, la compensación para la ciudad por esa pérdida es mayor. Expertos mencionan que en la ciudad se debe sembrar más de un millón de individuos, para darle cara a la crisis climática.
Sara Caicedo
Bogotá es hoy escenario de grandes obras de infraestructura, en puntos estratégicos. Intervenciones que a su paso contemplan cambios en el espacio público y, con esto, el traslado y la tala de árboles, que llevan años en diferentes corredores. La situación, que genera preocupación en diferentes sectores, llevó a que el Concejo de Bogotá realizara un debate, para revisar los tratamientos silviculturales de los proyectos, que prometen, no solo el traslado sino la siembra de más árboles en la capital.
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Bogotá es hoy escenario de grandes obras de infraestructura, en puntos estratégicos. Intervenciones que a su paso contemplan cambios en el espacio público y, con esto, el traslado y la tala de árboles, que llevan años en diferentes corredores. La situación, que genera preocupación en diferentes sectores, llevó a que el Concejo de Bogotá realizara un debate, para revisar los tratamientos silviculturales de los proyectos, que prometen, no solo el traslado sino la siembra de más árboles en la capital.
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La visión del Distrito frente a este tema la explica en detalle la secretaria de Ambiente, Carolina Urrutia, quien indica que “perder árboles es doloroso”, por lo que el Distrito decidió tomar cartas en el asunto, sobre todo, en las intervenciones de la carrera 68, donde opositores a la tala han calificado como un arboricidio.
“Por eso, en la troncal de las 68 tomamos la decisión de incrementar la compensación. Porque, además lo que provoca la pérdida de un árbol es más emocional que racional”. Asimismo, Urrutia mencionó que la compensación no es suficiente, por lo que llegaron a conversaciones con los constructores y aquellos que diseñan dichos proyectos, para evitar al máximo la tala injustificada.
“Pedimos que cuando estén diseñando una obra no digan ‘pues nos llevamos todos estos árboles’, sino que se estudie si realmente el talar sale más caro e indagar si el diseño permite incorporarlos”, agregó la secretaria.
Incluso, agregó que dicha petición comenzó después de lo sucedido con las obras de la trocal de la carrera 68, en donde salió más caro talar y trasladar los árboles. “Con base en esa experiencia tuvimos aprendizajes que estamos incorporando en el manual de arbolado, en términos de participación y de manejo de temas muy técnicos”, agregó.
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Asimismo, Urrutia recalcó que siempre debe haber un análisis del costo y de beneficio. “Es más importante para la ciudad tener una troncal con energías limpias, con vías más organizada, que permitan mejorar las redes de transporte público, que unos árboles. Y, pues, en este caso esas son las decisiones difíciles que tenemos que tomar”.
Finalmente, la secretaria indicó que cada obra viene con una compensación y seguimiento de los traslados, asimismo, con sanciones a quienes incumplan dichos acuerdos. Incluso, que, en conversaciones con el IDU y sus contratistas, lograron reducir las talas en obras en 37%, dentro del marco del contrato.
Y recordó que algunos diseños de obras que contemplaban la tala y los traslados fueron aprobados en años anteriores a la actual administración. Sin embargo, en el caso de la troncal de la 68 lograron pasar de la tala de 2.027 árboles a 1.375. “Siguen siendo muchos, pero es una reducción súper importante, que esperamos, no solo se mantenga, sino que realmente se amplíe en todos los procesos de construcción y de obra pública y privada en la ciudad”.
Corredores afectados por la tala
Para Herman Martínez Gómez, exdirector Jardín Botánico de Bogotá (2008-2011) y activista de La Marcha de los Árboles, la defensa de los árboles en las comunidades tomó fuerza en el periodo del exalcalde Enrique Peñalosa, cuando Germán Tovar, el único ingeniero forestal de planta de la Secretaría de Ambiente, y quien lleva más de 20 años trabajando en esa entidad, les informó que Peñalosa tenía un plan de talar 34.000 árboles en Bogotá.
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En ese momento, los ambientalisas recalcaron que Bogotá cuenta con más de 1,3 millones de árboles, de los cuales, cada año mueren 2.000. “Eso es un dato histórico del Jardín Botánico. Entonces, la tala debería ser en promedio de 2.000 cada 12 meses, pero Peñalosa pretendía talar 34.000 en cuatro años, es decir, 8.000 por año. Su administración alcanzó a talar 14.700, por lo que hubo protestas en 65 puntos de Bogotá”, mencionó Martínez.
Para él, hoy, el panorama en administración de Claudia López es triste, ya que todos aquellos que protestaron contra Peñalosa apoyaron a la alcaldesa, quien habría prometido no talar árboles a esa escala. “Pero Claudia lleva más de 15.000 árboles talados. Se aprovechó de la pandemia para quitar árboles en contra de la ciudadanía, que no podía salir. Dejó la avenida 68 prácticamente despoblada”.
De acuerdo con el exdirector del Jardín Botánico, en la avenida 68 había 3.735 árboles. Después de las talas de la actual administración, solo quedaron 2.000, los cuales se pudieron salvar por las manifestaciones de la gente.
Por otra parte, Martínez informó que la avenida Ciudad de Cali, que contaba con alrededor de 1.000 árboles,” le alcanzó a quitar 700, llegando a ser la avenida más pobre de arbolado en Bogotá”. Y en la Caracas entre calles 19 y 76, con las intervenciones que se han hecho, quedaron apenas 300.
Asimismo, señala que con el proyecto del metro “viene quitando árboles por la carrera 30, por el barrio Santa Isabel, y la comunidad se ha venido levantado “frente a estos abusos de la tala cuando han podido trasladarlos”.
Traslado de árboles
El concejal Celio Nieves Herrera, del Polo Democrático Alternativo, quien citó el debate al Concejo por los tratamientos silviculturales que se le han dado a las obras de infraestructura, también menciona el mal manejo que se le dio a la tala y traslado de árboles en las obras de la 68.
“Aunque se diga que va a haber reposición, en el marco del desarrollo urbano el Distrito debe garantizar la concertación de los ecosistemas a través de la reposición y la compensación de los árboles, asimismo, nuevas plantaciones y no compensaciones económicas”, mencionó Nieves.
Y es que el concejal afirma que cuando los responsables de una obra talan un árbol deben compensarlo con un traslado o con dinero, este último, según Nieves, va a parar a la Secretaría de Ambiente, sin embargo, para él, esto no compensa el perder un individuo arbóreo que tiene un papel tan importante como el de descontaminar una capital como Bogotá.
“Ambiente no informa tampoco lo que recibe por compensaciones pecuniarias económicas pues son cifras que no están establecidas en dicha entidad, y esto genera un déficit de compensación de zonas verdes, que es diferente al árbol que se tala o que se traslada”, agregó Nieves.
Además, menciona que el IDU a demostrado que en el diseño paisajístico de distintas obras hay un balance negativo frente a las áreas verdes, lo que termina en un déficit de estas zonas. “Por ejemplo, en obras que son contratadas por el IDU hay áreas verdes de 676.000 metros cuadrados, que luego de la intervención quedan en 502.000 y eso significa un déficit al final por esas obras realizadas de cerca de 103.000. Y esto sucede con todas las obras a cargo del Acueducto de Bogotá, la Empresa Metro de Bogotá y Transmilenio”.
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Incluso, el concejal afirma que cuando se trasladan los árboles “la supervivencia de estos individuos en esa etapa del trasplante es de aproximadamente un 60% eso significa que el 40% puede morir, y si no se le trata adecuadamente la muerte por trasplante o traslado se puede aumentar, este número es universal, pero yo considero que la mortandad de individuos arbóreos se puede disminuir en Bogotá”.
Ahora, en temas de costos, el concejal Carlos Carrillo, del Pacto Histórico, denunció que compensar la tala de un árbol en Bogotá cuesta $1.300.000. E informó que en el 2023 el Jardín Botánico, con $6.600 millones financió la plantación de 5.095 árboles y el mantenimiento de otros 161.206. Sin embargo, Carrillo advierte que “nada tiene que ver la plata destinada a la compensación de los árboles, con los recursos del mantenimiento de arbolado adulto”.
“Al hacer el cálculo de los recursos invertidos en la compensación, la entidad no estaría cumpliendo con el compromiso de compensar cinco árboles, por uno talado y adicional, incluye dentro de los costos el mantenimiento de los árboles mayores a 3 años, lo cual no debería estar sucediendo, ya que para este ítem hay otros recursos”, mencionó el concejal.
Asimismo, le solicitó a Octavio Naranjo, jefe de arborización urbana del Jardín Botánico de Bogotá, aclarar las cifras reales de árboles talados por parte de esa entidad, “frente al número real de árboles compensados y el costo real de esta compensación”.
Qué debe hacer el próximo alcalde
Frente a un evidente descontento por el manejo que le ha dado la alcaldesa Claudia López al arbolado de Bogotá, el concejal Celio Nieves menciona que la próxima administración no debe permitir un metro más de troncales de Transmilenio de la ciudad, las cuales, según él, arrasan con los árboles y zonas verdes de la capital.
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“Si nosotros tenemos líneas férreas subterráneas garantizamos que no se talen árboles, esa obra que va subterránea no impactará negativamente la parte superficial del suelo que es donde está el árbol en la zona verde. Esos elementos deben tenerse en cuenta en la construcción de nuevas infraestructuras”.
Para Herman Martínez Gómez, exdirector Jardín Botánico de Bogotá, el próximo alcalde debe tomar medidas contundentes frente a la crisis climática y dentro de esta se contempla el manejo del arbolado de la ciudad.
“La crisis climática en Bogotá va a estar sometida por dos fenómenos: inundaciones por lluvias torrenciales que superan la red de alcantarillado de la ciudad, y el de sequía prologada que si supera más de seis meses podría someter a Bogotá a racionamientos de agua y cortes de energía, cualquiera de las dos las va a afectar económicamente”, agregó.
Frente a esto, Martínez expone que “la capital necesita un millón de árboles nuevos, los cuales pueden capturar el agua de la lluvia y drenarla, entonces esta es la mejor forma de evitar emergencias”.
Este panorama obliga a la administración actual y a las futuras alcaldías a repensar los diseños en las obras de infraestructura e incluso los llamados planes de manejo ambiental, las compensaciones por talas y el seguimiento que se le está dando al traslado de árboles. Mucho se habla de los avances en temas de infraestructura pero qué tanto se está pensando en las afectaciones que dichas obras pueden dejar en el medio ambiente de la capital, empezando por el arbolado, que hoy sufre las consecuencias de años de atraso y de administraciones indiferentes al estado del medio ambiente en Bogotá.
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