Tragedia en Sutatausa pone en la mira la actividad minera en Cundinamarca
La minería es la principal fuente económica y de empleo en esta y otras zonas del departamento. Por su parte, Sutatausa cuenta con 27 títulos mineros vigentes, sin embargo, la reciente explosión que dejó 21 muertos cuestiona el panorama de esta peligrosa actividad.
Sara Caicedo
Laura C. Peralta Giraldo
En Sutatausa, Cundinamarca, es común que los rostros de sus habitantes estén manchados de negro carbón. Allí no solo se hereda el apellido, sino también el oficio de minero que, según los mismos que lo ejercen, es riesgoso y desagradecido. Por lo mismo, son comunes los accidentes laborales bajo tierra, el quedar con afectaciones de salud e incluso el tener que despedir a un hijo, esposo, padre o vecino.
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En Sutatausa, Cundinamarca, es común que los rostros de sus habitantes estén manchados de negro carbón. Allí no solo se hereda el apellido, sino también el oficio de minero que, según los mismos que lo ejercen, es riesgoso y desagradecido. Por lo mismo, son comunes los accidentes laborales bajo tierra, el quedar con afectaciones de salud e incluso el tener que despedir a un hijo, esposo, padre o vecino.
Pese a esta escena común la explosión de la anterior noche del 14 de marzo impresionó a los sutatausanos, que hasta ese momento no se habían visto en la obligación de decirles adiós a tantos hombres y al mismo tiempo.
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En total, 21 mineros perdieron la vida, luego de que por el alto nivel de gas presente en al menos seis bocaminas interconectadas: El Eléctrico, La Llanada, Los Chocos, El Hoyo, La Golondrina, El Lucero y El Pedregal se generara una explosión mortífera.
Habitantes afirman que la gran detonación aún la escuchan y que los recuerdos de las familias que lloran, los equipos que rescatan y los medios que retratan la tragedia seguirán lúcidos en sus memorias. “Cuando nos toca, toca”, es la frase de consuelo en Sutatausa.
“Mi abuelo, mi papa, mi hijo y yo hemos estado en las minas, porque aquí no hay más para hacer”, dice Baudilio Caicedo, un hombre que, a punto de cumplir 70 años, cuenta cómo desde sus 10 inició a trabajar bajo tierra.
Con la ruana que tantos usan en el municipio para protegerse del frío, un sombrero y sus botas enlodadas, recuerda a sus compañeros de trabajo, los accidentes que sufrió en primera persona y los otros que vio, pero en especial el cómo pudo “salir de las minas hace cinco años, luego de obtener la pensión”.
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Sin embargo, su hijo, Iván Darío, lanza al aire una pregunta que suena más a resignación: “¿Qué más puede hacer uno acá? No hay nada”. Y con la mirada fija en una de las entradas de las minas recuerda que años atrás fue él quien sintió el vacío en el estómago, característico de la angustia. “Hace ocho años perdí a dos primos en la mina. Hace rato no pasaba algo así en Sutatausa. Nunca había visto que tantas bocaminas explotaran”.
Quien sí vive el duelo en el presente es Filadelfo Sierra, padre de Daniel, una de las víctimas mortales de la tragedia. Con apenas 27 años, el joven minero perdió la vida luego de ingresar al socavón de Los Chocos para cumplir su turno de mantenimiento. “Cada año muere alguien, esto no es nuevo. A veces es lo que Dios diga”, lamenta el hombre.
Pese a la tragedia la comunidad coincide en que pudo ser peor. “Pudieron ser más los muertos, en cada bocamina había por lo menos 30 personas en el turno de la noche”, asevera Yamid Morales, un manizaleño que se mudó a Sutatausa buscando mejores condiciones económicas con la minería.
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Minería en Cundinamarca
Según reportes de la Agencia Nacional de Minería (ANM), en Cundinamarca han muerto 355 mineros, entre 2005 y 2022. En los últimos tres años, la mortalidad venía en descenso, al pasar de 26 casos en 2020; 21 en 2021, y 17 en 2022. No obstante, las 21 víctimas de Sutatausa obligan a revisar el esquema, para mejorar la seguridad, y retomar esa senda.
Un informe de la ANM complementa la mirada: indica que el 77 % de las muertes en las minas son por explosión, acumulación de gases o derrumbes; siete de cada 10 casos se registran en minas de carbón, y nueve de cada 10, en socavones. Todo se combinó en Sutatausa.
De acuerdo con Armando Sarmiento, profesor del Departamento de Ecología y Territorio de la Javeriana, la tragedia de ese municipio es parte de una serie de accidentes frecuentes en todo el mundo, ya que una de las particularidades de las minas de carbón es el gas metano y otros, y cada vez que se lleva a cabo la actividad de extracción, estos se van acumulando y aumenta el riesgo de una explosión.
“La explotación de estas minas produce polvo de carbón y al mezclarse con los gases se convierte en algo altamente explosivo, y aunque se supone que las minas deben tener sistema de ventilación, para prevenir ese tipo de acumulación, estos pueden fallar”, señaló Sarmiento.
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En el caso de Sutatausa, la explosión fue grande, porque eran varias minas conectadas por los túneles, pero todas estaban operando legalmente. Sin embargo, “la minería subterránea de carbón es extremadamente riesgosa. El gas se acumula y cualquier sistema eléctrico o la misma presión pueden detonar estos gases y causar ese tipo de accidentes que desgraciadamente son frecuentes y mortíferos, porque el interior de los túneles es un ambiente perfecto para que la onda expansiva sea más letal”, informó el maestro.
Aunque esta actividad represente un riesgo mayor para sus trabajadores y las comunidades aledañas, la humanidad sigue consumiendo enormes cantidades de carbón.
“La guerra en Ucrania llevó a una alteración del gas natural y en Europa se vieron obligados a poner al máximo las centrales de energía que funcionan con carbón. Entonces, hoy se requiere en grandes cantidades y vende a un precio elevado”, afirma Sarmiento.
En Colombia, Cundinamarca es uno de los departamentos que lideran la explotación de minas de carbón, junto con Boyacá, Santander y Antioquia. Si bien en el departamento también hay minas de sal y se explotan materiales de construcción, por la demanda que genera Bogotá, el carbón sigue siendo la actividad principal.
Por ejemplo, “en Sutatausa la minería de carbón es la principal actividad económica, por lo que representa la única actividad de empleo en este y otros municipios, ya que no solo para los mineros hay trabajo, sino en toda la cadena como el transporte y en el área técnica de las minas”, agregó Sarmiento.
Y, de acuerdo con Jaime Humberto Arévalo, alcalde de Sutatausa, los mineros se dedican a esto porque ganan más que trabajando en el campo. “Como se les paga por actividad, un empleado juicioso puede ganar hasta $2 millones”, resaltó el mandatario.
Actualmente el precio internacional de una tonelada de carbón está aproximadamente en US$170, un precio alto y que influye en el aumento de producción, ya que “Colombia exporta muy buena parte del carbón que explota, tanto el que se usa para generación de energía como para la industria metalúrgica”, informó Sarmiento.
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Y es que precisamente al tener esta actividad gran incidencia en la economía del departamento y del país es que se debe vigilar y entender cómo funciona la seguridad en el interior de las minas.
Para el profesor de la Javeriana, “Colombia en las últimas dos décadas ha tenido un incremento significativo en el control de las minas, pero siguen existiendo las informales, aunque son menos frecuentes. Lo relevante acá es revisar cómo se realiza la actividad no solo en temas de seguridad, sino en la contratación y las condiciones en las que trabajan los mineros. Aunque ha habido mejora en este sector, los accidentes siguen y ahí se debe entrar a revisar los motivos de estas explosiones. Sin embargo, no hay duda de que las condiciones en las minas son mejores e incluso las autoridades han ejercido un mejor control, sin dejar de lado que los riesgos seguirán existiendo”.
Durante 2022, en Colombia murieron 114 mineros, de los cuales 17 estaban en Cundinamarca. No obstante, para el profesor de ecología y territorio hay que tener en cuenta que actualmente en el país se está explotando gran cantidad de carbón.
“Llevamos casi 14 años de precios altos, excepto en 2016 y 2017. Y esos precios han sido un incentivo para aumentar la producción. Si comparamos el número de muertos con la cifra de 2009 vemos que ha disminuido”. Pese a esto, aún hay minas muy antiguas que no han logrado cumplir los requisitos para estar totalmente formalizadas, sea por titulación minera u otros factores. A esto se suman minas que son explotadas artesanalmente y otras que no cumplen con los estándares.
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En el caso particular de Sutatausa, epicentro de la reciente tragedia, se puede decir que era uno de los pueblos mineros de Cundinamarca con los mejores indicadores. Allí el 90 % de las minas son legales y generan casi 2.000 empleos directos. Pese a que es el tercer productor de carbón en Cundinamarca (lo superan Cucunubá y Guachetá) la mortalidad era baja.
En el municipio hay 27 títulos mineros (no todos están activos), de los cuales 19 son para explotar carbón. Entre ellos, 11 cuentan con permiso ambiental y la mayoría se concentran en las veredas Peñas de Cajón y Peñas de Boquerón, donde está la veta del mineral, que explotan a través de 105 bocaminas.
En promedio, solo en Sutatausa sacan casi 300.000 toneladas por año. En los últimos cinco años, según la Unidad de Planeación Minero-Energética, han extraído casi 2,5 millones de toneladas.
Algunos de estos títulos mineros comparten territorio con otros municipios, como la mina donde se registró la reciente explosión, que también abarca territorio de Cucunubá, propiedad de la empresa Minas y Minerales S. A. Minminer S. A., con 502 hectáreas y 46 bocaminas. Allí explotan antracita, carbón metalúrgico y carbón térmico. Aunque tiene contrato vigente hasta el 5 de noviembre de 2032, debido al accidente las minas están cerradas mientras avanza la investigación.
Según Óscar Cano, coordinador del Programa de Minería del municipio, entre 2016 y 2022 se reportaron tres víctimas: dos en 2016 y una el año pasado por derrumbe. Según Cano, la garantía de que casi todas sean legales permite tener control sobre su actividad y fiscalización, y eso ha hecho que las tasas de mortalidad no sean tan altas, en comparación con otros municipios.
¿Cuánto gana Cundinamarca con la minería?
De acuerdo con la Unidad de Planeación Minero-Energética (UMPE), en 17 municipios de Cundinamarca se explota carbón. No obstante, de los 11,5 millones de toneladas reportadas en los últimos cinco años, el 90 % de estas salieron de cinco municipios: Cucunubá, Guachetá, Sutatausa, Lenguazaque y Tausa.
Haciendo un cálculo, con el precio actual de la tonelada de este mineral en mercados internacionales, se tiene que es una industria que en esta zona del departamento puede llegar a mover en promedio $1,5 billones al año.
En cuanto a regalías para la región carbonífera de Cundinamarca, el dato es el siguiente: en la base de datos de la UPME señalan que en los últimos cinco años la explotación en esos cinco municipios ha generado regalías por $120.000 millones, pero la base de datos de la ANM indica que las trasferencias directas al presupuesto de estas poblaciones ha sido de $16.000 millones. A la Gobernación de Cundinamarca le han girado $13.000 millones.
Independiente de los recursos que reciben, al menos en el caso de Sutatausa, no existe resistencia a las empresas que explotan minerales, porque son el motor del 90 % de la economía, como lo confirma Cano, coordinador de minería del municipio. Además, resalta que las empresas están comprometidas con el pueblo y sus habitantes con el apoyo a los programas sociales.
Sin embargo, los mineros insisten en que son humanos, tienen familia y están expuestos constantemente al peligro. “La Agencia Nacional Minera debería venir con mayor frecuencia, solo viene cada año. Además, se deberían tener más operarios especializados en la medición de gas bajo tierra”, señala uno de ellos.
Por su parte, el llamado del alcalde de Sutatausa es a que “tengamos memoria”, para él ha habido “accidentes asociados a la minería y algunas víctimas, pero nunca de esta magnitud. Ahora solo resta esperar la investigación del personal de la Agencia Nacional Minera (ANM), para saber a ciencia cierta qué ocurrió”, agregó Arévalo. Por ahora, sin muchas alternativas, la extracción seguirá siendo la única opción para una población de más de 6.400 habitantes, quienes no tienen otra forma de subsistir.
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