Tras el cese al fuego ¿Bogotá está lista ante la amenaza de las disidencias?
Ante la ruptura del cese al fuego con 24 columnas de las disidencias, el alcalde anunció un plan para evitar posibles ataques del grupo armado. La estrategia de seguridad, que se fortalece en compañía del Ejército, responde a las alertas de organizaciones y expertos sobre la presencia de este y otros grupos en la ciudad.
Miguel Ángel Vivas Tróchez
Hacer daño a Bogotá siempre ha sido uno de los objetivos de los grupos armados al margen de la ley. Lo hicieron los capos del narcotráfico, las antiguas Farc y el Eln. Por eso, ante la ruptura del cese al fuego con 24 columnas de las disidencias de las Farc, bajo el mando de Iván Mordisco, las autoridades saben que no pueden bajar la guardia y por eso, ante la novedad en las negociaciones de paz, se teje la estrategia para hacerle frente a cualquier tipo de amenaza sobre la capital.
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Hacer daño a Bogotá siempre ha sido uno de los objetivos de los grupos armados al margen de la ley. Lo hicieron los capos del narcotráfico, las antiguas Farc y el Eln. Por eso, ante la ruptura del cese al fuego con 24 columnas de las disidencias de las Farc, bajo el mando de Iván Mordisco, las autoridades saben que no pueden bajar la guardia y por eso, ante la novedad en las negociaciones de paz, se teje la estrategia para hacerle frente a cualquier tipo de amenaza sobre la capital.
El reto no es menor. Aunque para las autoridades capitalinas todavía no hay evidencias fiables para hablar de presencia de disidencias y el Eln en la ciudad, más allá de grupos de delincuencia común, que intentan suplantar las organizaciones armadas reconocidas, otra cosa piensan entidades y expertos en seguridad. Ellos llevan años alertando sobre la posible presencia de estructuras urbanas peleándose los corredores del narcotráfico; de como vienen instrumentalizando y reclutando jóvenes en los barrios, así como su intención de recuperar presencia en un corredor estratégico como el páramo de Sumapaz,
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Independiente, de si hay o no presencia directa o de si se trata de un esquema de subcontratación criminal, como lo ha asegurado la fuerza pública, cada vez que se presenta un hecho de terrorismo en la capital, lo mejor es estar alerta, y por eso, todos estos factores hoy se están teniendo en cuenta a la hora de tejer la estrategia de seguridad contra los grupos armados al margen de la ley. Así lo indicó el alcalde Carlos Fernando Galán, quien se pronunció por primera vez, al menos de forma directa, sobre las medidas que tomaría la ciudad para blindarse ante posibles ofensivas de las disidencias, tras el fin del cese al fuego.
El mandatario fue enfático en que, junto a la Décima Tercera Brigada del Ejército Nacional, la secretaría de Seguridad dispone de un plan para enfrentar la posible amenaza. “Venimos implementando una estrategia, no solo por este caso, sino también para estar preparados ante situaciones que pongan en riesgo la seguridad de los bogotanos”, aseveró. Evidentemente, los detalles de la estrategia son clasificados, más allá de la comunicación permanente que mantiene la Policía Metropolitana de Bogotá con el Ejército y los altos mandos de la Policía de los municipios aledaños.
En medio del llamado que hizo Galán a la ciudadanía, para que denuncien cualquier tipo de movimiento sospechoso, organizaciones expertas en temas de conflicto como Pares, la Defensoría del Pueblo y académicos insisten en que la presencia sobre estas estructuras criminales es una realidad, sobre la que es necesario actuar.
Falsas banderas y “subcontratación”
Los vestigios de este tipo de organizaciones, como el Eln y las disidencias de las Farc, se aglutinan en las intimidaciones que realizan a la población civil, valiéndose de la reputación que tiene este grupo. También lo hacen a través de actos de emancipación, como la instalación de banderas en lugares públicos de la ciudad, e incluso en actividades comunitarias como la entrega de regalos, como se evidenció en diciembre del año pasado.
No obstante, como lo ha señalado la Policía en varias ocasiones, algunas bandas delincuenciales del común suplantan a otros grupos con mayor presencia criminal para amedrentar a sus víctimas. De hecho, el jueves, un ciudadano extranjero fue capturado mientras se hacía pasar como un miembro de las disidencias para realizar extorsiones.
En contra vía, la Defensoría del Pueblo ha emitido dos alertas sobre presencia de disidencias de las Farc y el Clan del Golfo en localidades como Ciudad Bolívar y Sumapaz. Bajo esta misma línea, el director del Sistema de Alertas Tempranas de la Defensoría del Pueblo, Ricardo Arias, advierte que hay un imaginario desdibujado sobre la presencia de esta clase de grupos en la ciudad.
“La gente piensa que, porque no está el típico individuo de camuflados, con fusil en mano y con el distintivo del grupo, como ocurre en otros territorios, entonces no hay presencia de estas organizaciones. Aquí debemos entender que la ciudad tiene características propias que inciden para que este tipo de estructuras permeen bajo otros métodos. Por ejemplo, lo hacen a través de organizaciones criminales ya consolidadas en la capital, con las cuales hacen pactos de colaboración para amedrentar a la población civil y llevar a cabo otro tipo de actividades delictivas. Esto es, más o menos, parecido a un modelo de subcontratación, en el que, sin necesidad de una presencia directa, mantienen la incidencia en la ciudad”, explicó.
En complemento a lo anterior, Isaac Morales, coordinador de la línea de seguridad y convivencia urbana de Pares, aclara que este tipo de subcontrataciones son más recurrentes en organizaciones como el Clan del Golfo. Mientras tanto, en estructuras con un origen más subversivo, como el Eln, o las propias disidencias de las Farc, la presencia en entornos urbanos se da en forma de bloques o columnas.
“Son bloques con presencia en localidades como Ciudad Bolívar, Sumapaz, Fontibón o Engativá, en las que se dedican a actividades como el reclutamiento de menores, control de economías ilícitas, rutas de narcotráfico, o incluso las actividades como extorsión, que se ha venido fortaleciendo en todos los grupos. Pero, vuelvo y repito, lo hacen más como bloques pertenecientes a la disidencia, y no a través de subcontrataciones, como el Clan del Golfo”, apostilló Morales.
Entornos seguros e inteligencia
En medio de las limitaciones de las iniciativas territoriales, y lo estrecho de los recursos para proteger a los líderes, la Defensoría del Pueblo propone la implementación de entornos seguros, con el fin de brindar una protección colectiva a los amenazados, en contra vía del típico enfoque de protección individual.
“Existe una confusión sobre lo que realmente es la protección colectiva. Algunos piensan que son las guardias indígenas o cimarronas, pero no lo son, ya que estas no son más que iniciativas que las comunidades implementaron para protegerse de los grupos armados. Tampoco se trata de repartir lanchas o recursos, aunque esto sea un acierto” y agrega que “los entornos seguros son acciones de seguridad humana, que van más allá de los métodos secretarios convencionales”, concluye Arias.
Acciones como la de implementar centros de formación deportiva, mejorar escuelas, y propiciar actividades que distraigan e inhiban a los jóvenes de pertenecer a grupos armados, consolidan un entorno seguro en el que no necesariamente se respira seguridad por la presencia de fuerza pública. Para lograr esto, es imperativo que entidades distintas al Ministerio del Interior, o la propia UNP, se involucren en la situación.
Entre tanto, Isaac Morales reafirma la necesidad de fortalecer las actividades de inteligencia en el territorio, para prevenir que cualquier suceso, como atentados a gran escala, ocurran. “Si no se conoce bien cómo funciona un grupo, o qué papel cumplen estas personas dentro de un grupo, es difícil efectuar cualquier tipo de acción. Hablar de inteligencia y contrainteligencia no es publicar un cartel de los más buscados, sino inmiscuirse en las entrañas de la organización misma, conocer como está organizada, la cadena de mando. Tampoco se trata de los objetivos de alto valor, como dar de baja o capturar, porque es evidente que otra persona ocupará ese lugar”, sentenció.
En este sentido, el experto insiste en que el conocimiento de los contextos, así como de las actividades delictivas, es clave para ir un paso por delante de estos grupos armados, en el marco de un buen ejercicio de inteligencia y contrainteligencia.
Cuando se enfrenta a una realidad tan compleja y con tantas aristas por tratar, todo tipo de escenario de acción debe propender a alejarse del negacionismo y acercarse más al del conocimiento. El conflicto armado ya no es un compendio de relatos exclusivos de lo rural. Entre calles citadinas, y barrios periféricos de las grandes urbes, se tejen hilos de violencia que, pese a estar desapercibidos, continúan siendo una cruenta e innegable realidad.
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Cifras sobre la presencia de estos grupos según la fundación Pares:
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