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Dos fuertes accidentes en minas del departamento de Cundinamarca cobraron la vida de tres personas que se encontraban trabajando en ellas. Ambos incidentes ocurrieron de manera consecutiva, en menos de 12 horas, y en dos municipios diferentes.
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De acuerdo con la información divulgada por medios regionales, el primer accidente ocurrió durante la tarde del martes 1 de octubre. En la vereda de Ramada, jurisdicción del municipio de Cucunubá, un minero perdió la vida mientras se encontraba trabajando en un socavón. Las circunstancias del accidente, y el tipo de material explotado en la mina, aún no han sido confirmados por las autoridades.
Entre tanto, horas después de este incidente, otros dos mineros fallecieron en una mina localizada en la vereda Rasgatá Alto, del municipio de Tausa.
Allí, dos mineros se habrían caído de un inclinado de 300 metros de profundidad mientras trabajaban en la mina. Uno de ellos falleció de manera instantánea, mientras que, su compañero, pudo ser trasladado a un centro asistencial, en donde pereció en vista de la gravedad de sus heridas.
Por el momento, ni las autoridades municipales, ni la Agencia Nacional de Minas han emitido un comunicado oficial sobre las causas del incidente o posibles investigaciones a los dueños de las minas en donde ocurrieron los accidentes. En consecuencia, resulta difícil establecer si se trataban de concesiones autorizadas o socavones ilegales, los cuales son frecuentes en estos dos municipios de vocación minera.
Una comunidad dedicada a la minería
Según los habitantes de la vereda Pueblo Viejo, zona en la que se presentó la explosión que cobró la vida de 21 mineros el 20 de abril del año pasado, trabajan alrededor 1.300 personas. Por lo tanto, es común ver a diario camiones cargados de “oro negro”, también lo es ver los rostros ennegrecidos de cientos de vecinos de la zona, donde la minería es su principal fuente de trabajo, como lo señala la comunidad de Cucunubá.
Sin embargo, el miedo no parece una opción, y menos en una zona donde, dicen, algunos pueden llegar a ganar hasta $3 millones quincenales, dependiendo del riesgo y el esfuerzo. “Aquí se trabaja por contrato y se gana bien, pero ¿a qué riesgo?”, compartió uno de ellos.
Y es que, en esta zona, en la que los trabajadores van de mina a mina buscando en cuál pagan más, parece que tener mejores condiciones de seguridad implica menores ganancias. En una mina, con todos los permisos y papeles al día, pueden pagar $8.000 por el picado de carbón. En otras, ofrecen hasta $40.000 por el mismo trabajo. La diferencia y las razones son evidentes.
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