“Trinchera Voguera”: la apuesta por resignificar el sur a partir del arte marica
En medio de una localidad caracterizada por la violencia y los comportamientos delictivos, un colectivo LGBT busca, a través de las expresiones disidentes, rechazar la discriminación, así esto implique ponerse en riesgo.
Cristian Camilo Perico Mariño
¿Qué es lo primero que se le viene a la mente al hablar de Ciudad Bolívar? Esa fue la pregunta que realizamos en un sondeo desde este medio. La respuesta de la mayoría de los participantes encasilló a la localidad en cinco términos: periferia, marginalidad, peligro, inseguridad y delincuencia. Estos conceptos reflejan el imaginario colectivo que se ha construido, con el paso de los años, sobre el sur de Bogotá y las localidades que lo conforman, como Bosa, Kennedy, Tunjuelito, Usme y, por supuesto, Ciudad Bolívar.
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¿Qué es lo primero que se le viene a la mente al hablar de Ciudad Bolívar? Esa fue la pregunta que realizamos en un sondeo desde este medio. La respuesta de la mayoría de los participantes encasilló a la localidad en cinco términos: periferia, marginalidad, peligro, inseguridad y delincuencia. Estos conceptos reflejan el imaginario colectivo que se ha construido, con el paso de los años, sobre el sur de Bogotá y las localidades que lo conforman, como Bosa, Kennedy, Tunjuelito, Usme y, por supuesto, Ciudad Bolívar.
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Sin embargo, conscientes de este panorama, un colectivo LGBT, conformado por vecinos de esta zona de la ciudad, le ha apostado a desdibujar el estereotipo, que reduce el lugar que habitan a cifras de delitos. Todo desde lo que saben hacer: resistir siendo diversos.
Con este objetivo nació “Trinchera Voguera”, una colectiva (como se autorreconocen) que, según su madre fundadora Alexandra Wells Ibáñez, más conocida como Wells 007, busca mostrar otra cara del sur de Bogotá a través del arte y de expresiones de liberación homosexual, como el Vogue.
“Nací en el hospital Meissen y crecí acá, en el sur. Este es mi territorio, pero nunca tuve un lugar inclusivo ni ningún referente de lo queer. Siempre me sentí discriminada en mi localidad, en especial por el imaginario social, por saber que nos trataban mal en el barrio y que mostrarse abiertamente podría acarrear intimidaciones”, afirma Wells. De esta manera se ha dedicado a abrir espacios para la representación de la diversidad, en una zona con altos reportes de violencia en la capital.
¿Cómo? Dicta talleres, de manera abierta y con aportes voluntarios, a quienes estén interesados en el voguin, un tipo de baile que así usted no esté vinculado de manera directa con el colectivo LGBT, seguramente ha visto alguna vez en programas como “RuPaul’s Drag Race”, su versión latinoamericana “La Más Draga”, e incluso en series de diferentes plataformas como “Pose” o en conciertos y coreografías en redes sociales.
Ángel A. Angele, arquitecta, investigadora LGBT e integrante de la iniciativa museológica “Museo Q”, lo explica mejor: el voguin es un baile que se caracteriza por incorporar movimientos, con ángulos específicos, que se realizan con los brazos, las piernas e incluso el rostro, con tal de imitar las poses típicas de las portadas de revistas de moda como Vogue. De ahí su nombre.
“En una ciudad cosmopolita como Bogotá, se trata de una expresión disruptiva, porque no se copia de ningún tipo de parámetro de la danza. Se trata de la máxima demostración de la inteligencia queer, para sabotear el sistema, para mostrar el fuego que tienen las cuerpas trans y las cuerpas disidentes, porque lo que se busca es retar los arquetipos de belleza y hacer una experimentación corporal desde lo que somos”, explica.
Conforme con el especial ‘Ballrooms throwbacks’ (en español ‘Recuerdos de salones de baile’), realizado por el centro LGBTQ del Bronx (EE. UU.), a partir de estos encuentros la población diversa, negra y latina de Nueva York creó en los años 60 la cultura Ballroom. Sin embargo, vino a ser mundialmente conocida luego de que en 1990 se publicara el documental Paris is Burning (París está ardiendo) y luego de que Madonna lanzara su posicionado hit Vogue ese mismo año.
No obstante, a más de 4.000 kilómetros de distancia y 33 años después, esta apuesta de arte disruptiva es el mecanismo a través del cual los integrantes de esta colectiva dicen: aquí estamos. Este es nuestro territorio y también nos pertenece.
“Decidí dejar de vivir con miedo y dejar de pensar qué dirán los demás. Me dije a mí misma: ‘Tengo que crear un espacio para que todes se sientan segures’ y digan: ‘Si ella puede ser una marica en la calle, yo también lo puedo ser’”, puntualiza Wells, quien ahonda en la resistencia de la diversidad desde el arte lo que, reconoce, le ha traído amenazas e intimidaciones por algunos vecinos o habitantes de la localidad.
El baile como resistencia
Con todo este contexto, se entiende entonces el valor simbólico que tiene el hecho de que personas diversas se apropien de espacios para ser ellos mismos, en medio de una realidad que señala y marginaliza la diferencia. Esto lo resalta el activista Manuel Velandia, quien fue uno de los organizadores de la primera marcha LGBT, que en este año cumple su aniversario número 40:
“Históricamente se ha buscado resignificar el sur desde el maquillaje, pintando las fachadas y ocultando la pobreza, para que no incomode. Lo que hicieron desde administraciones anteriores fue volver a la pobreza como un punto turístico. Por el contrario, “Trinchera Voguera” ha logrado volver el territorio un acto político, entendiendo que el cuerpo es un espacio de exclusión. No quieren ocultar la pobreza, quieren que los reflectores lleguen a sus barrios para superarla y mostrar que viven personas que quieren aportar desde lo que saben, a pesar de las condiciones de pobreza”, señala el activista. Aspecto que es fundamental para entender las realidades que se afrontan en esta localidad.
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Panorama y cifras oficiales
De acuerdo con la Encuesta Multipropósito 2021, en Ciudad Bolívar vivían 651.958 habitantes, cifra que no se encuentra actualizada y puede aumentar, teniendo en cuenta la llegada de migrantes, tanto nacionales como extranjeros.
Conforme con el diagnóstico local, hecho por la Secretaría Distrital de Planeación y la Secretaría de Integración Social, del total de la población que vive en los más de 360 barrios de esta localidad, el 26 % estaba en pobreza monetaria, situación que se agudizó por la pandemia, lo que llevó a que en 2021 el 10,9 % se encontrara en pobreza multidimensional.
No obstante, analicemos ahora las métricas actuales de inseguridad en Ciudad Bolívar. De acuerdo con las cifras del Sistema de Información Estadístico Delincuencial, Contravencional y Operativo de la Policía Nacional y la Secretaría de Seguridad, los delitos están bajando, a pesar de que el estereotipo se mantenga.
Así lo demuestran los registros en delitos como el hurto a comercios que, en lo que va de 2023, lleva 91 reportes, 72 casos menos, respecto al mismo período del año pasado, en el que se contaba con 163 denuncias. Lo mismo sucede con otros delitos como lesiones personales, que presenta una reducción de 319 reportes, y violencia intrafamiliar, pasando de 2.212 casos en 2022 a 1.932 en lo que va de 2023.
Sin embargo, cabe señalar que se presentan alzas en otros comportamientos delictivos como el homicidio, que en los primeros cinco meses de ese año ha reportado siete casos más que el año pasado, o el hurto a personas, con un incremento de 68 casos, pasando en 1.958 a 2.026. Cabe señalar que si bien son las cifras oficiales, existen subregistros, pues no todas las personas denuncian, de manera que no exponen los niveles de riesgo reales.
Dicho todo esto, habrá que analizar entonces por qué persiste el estereotipo de que Ciudad Bolívar es una de las localidades más inseguras. De acuerdo con el exsecretario de Seguridad Hugo Acero, esta perspectiva se debe, en gran parte, a que solo se aprecian las cifras redondas y no las tasas, teniendo en cuenta la densidad poblacional.
Ese planteamiento lo comparte la experta en convivencia y seguridad ciudadana María Stella Baracaldo: “Este imaginario es la suma de muchos factores, entre ellos la presencia de bandas delincuenciales, que se dedican a la comercialización de estupefacientes en esta zona, algo que no es exclusivo del sur de Bogotá. De manera que hay que revisar con sumo detalle los índices ligados al número de habitantes, porque las proporciones no son iguales al comparar homicidios en La Candelaria (que tiene poco más de 23.000 habitantes) con Ciudad Bolívar, por ejemplo”, comenta y agrega que, frente a la no discriminación, falta una transformación social y cultural de base.
Violencia a población LGBT
De acuerdo con la organización Colombia Diversa, en 2022, 148 personas LGBT fueron asesinadas en Colombia por su disidencia sexual o de género.
Según su reporte del total de casos, el 44 % corresponde a hombres gais, el 24 % a mujeres trans, 11,4 % a mujeres lesbianas, 6,7 % a hombres bisexuales, 2,7 % a mujeres bisexuales y el 1,34 % a hombres trans. Conforme con las métricas, en el 9,4 % de los casos no se especificó la identidad u orientación sexual de la víctima.
“La tendencia también indica que los departamentos más afectados por la violencia homicida contra personas diversas son Antioquia, Valle del Cauca y el Distrito Capital, en donde se concentraron el 43,8 % de los casos en 2020, el 45,4 % en 2021 y el 48,6 % en 2022”, indican desde la organización.
En Bogotá, y según la Dirección de Diversidad Sexual, Poblaciones y Géneros, entre 2021 y 2022, 877 personas fueron atendidas por situaciones de violencia y homofobia, bifobia o transfobia. De ellos, 35 casos fueron atendidos, 15 tienen seguimiento de la Fiscalía y nueve avanzan en proceso penal (cinco en individualización y cuatro en acusación).
Alejandro Castro, conocido como “Crystal Fem Fatal”, aprendiz en la “Trinchera Voguera”, reconoce que a sus 21 años se ha restringido ser él mismo por su seguridad:
“Ciudad Bolívar es un lugar difícil para las personas diversas, aquí se ve mucho el machismo. Estar en un espacio como la trinchera es liberador, porque no he encontrado algo similar en mi punto natal. Me ha ayudado a explorar mi feminidad, algo que no he podido demostrar en la cotidianidad. Me gusta sentir ese ‘mariconeo’ que no puedo expresar en mi diario vivir”, narra.
Por ahora “Trinchera Voguera” seguirá trabajando desde su propuesta que une el activismo y el arte, en búsqueda de una transformación social de base, que les permita disfrutar de los espacios públicos con plena garantía de sus derechos. No buscan la fama, quieren demostrar que el sur de Bogotá es más que delincuencia.
Testimonios de quienes integran la colectiva
“El sur es agreste con la diversidad y por ello la mayoría de los espacios para nosotres estaban en el centro. Las maricas del sur también tenemos presencia en los territorios, de ahí la importancia de iniciativas como esta”, Alkimia Cubillos.
“Estar en este grupo es una fantasía LGBT (risas)... porque realmente todo el mundo es libre, cada quien se viste como quiere y se maquilla. Es un espacio de amor, libertad y de compartir para expresarnos a través de la danza”, Steve Sánchez.
“La trinchera se creó para cambiar el pensamiento de muchos de los habitantes de esta zona que crecieron con una perspectiva negativa hacia los gais, las personas trans y las lesbianas. Hay mucha transfobia y por eso queremos cambiar su visión”, Laura Cárdenas, “Lilo”.
“Ciudad Bolívar es un lugar difícil para las personas diversas porque aquí se ve mucho el machismo. Estar en un espacio como la trinchera es liberador porque no he encontrado algo similar en mi punto natal. Me ha ayudado a explorar mi feminidad, algo que no he podido demostrar en la cotidianidad. Me gusta sentir ese ‘mariconeo’ que no puedo expresar comúnmente en mi diario vivir”, Alejandro Castro, “Crystal Fem Fatal”.
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