Así sufren los comerciantes los cierres en la Caracas, por las obras del Metro
Desde el 4 de mayo vienen cerrando estaciones de Transmilenio, en la avenida Caracas, para darle paso al Metro. La medida, no solo impacta la movilidad sino a los comerciantes, que cuentan cómo sus ventas han caído. Temen perder el sustento para sus familias
María Angélica García Puerto
Obras y más obras es el panorama en la ciudad, por cuenta, entre otras, de la construcción de la primera línea del metro elevado, que promete generar desarrollo y mejorar la movilidad en la ciudad, cuando entre a operar, en marzo de 2028. Pero, mientras se llega esta fecha, sin duda, los ciudadanos sentirán el efecto contrario. En especial en un punto neurálgico: la avenida Caracas, que podría calificarse como la columna vertebral del transporte en la capital. El colapso en esta vía lo padece toda Bogotá.
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Obras y más obras es el panorama en la ciudad, por cuenta, entre otras, de la construcción de la primera línea del metro elevado, que promete generar desarrollo y mejorar la movilidad en la ciudad, cuando entre a operar, en marzo de 2028. Pero, mientras se llega esta fecha, sin duda, los ciudadanos sentirán el efecto contrario. En especial en un punto neurálgico: la avenida Caracas, que podría calificarse como la columna vertebral del transporte en la capital. El colapso en esta vía lo padece toda Bogotá.
Y ya se empezó a sentir. Para dar paso a esta megaobra, desde el 4 de mayo comenzó el cierre escalonado de estaciones de Transmilenio (TM), para adelantar la cimentación y posterior construcción del viaducto. La primera fue la estación Calle 26, alterando la movilidad para las 11.458 personas que validaban a diario su pasaje en este punto; el 25 de mayo fue la estación Marly (Caracas con calle 49), que reportaba 31.349 validaciones, y este sábado, la estación Calle 72, que reportaba 17.702. En agosto cerrarán la de la Calle 63.
“Hasta el momento la operación ha sido positiva. Hemos dado todas las alternativas a los usuarios para que puedan seguir usando el sistema y se han creado opciones, como pedagogía en las calles, rutas duales y rutas circulares en Marly, para que se puedan conectar con troncales como la NQS y la operación del sistema en la carrera Séptima”, comenta María Ortiz, gerente de Transmilenio, quien agregó que los cierres de cada estación durarán aproximadamente un año o un año y medio.
“Muchos locales se han ido o han cerrado”
Pero los efectos de las obras no solo se sienten en la movilidad. En este corredor, por donde a diario se movilizan cientos de miles de ciudadanos, las consecuencias también las sienten los comerciantes, que se beneficiaban de la estela de transeúntes que deja Transmilenio. En la Calle 26, zona de oficinas y centros de salud, el comercio es poco y los negocios aún no se han visto tan golpeados, como lo cuenta Rosalba, la dueña de un restaurante en el sector. Sin embargo, otros sí entraron en pánico y vendieron antes de la crisis.
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El panorama es distinto al norte. Julieth Lorena Mateus administra hace 4 años una peluquería, en la carrera 15 con calle 52, cerca de la estación Marly, y dice que el cierre sí afectó el negocio. “Antes recibíamos 100 clientes en un día, ahora máximo 20. Eso sí, seguimos pagando $2 millones de arriendo y $800 mil de servicios. Cuando pasa personal del Metro y les contamos la situación, lo único que dicen es que la estación estará así por dos años. Toca mirar hasta donde aguantamos, porque hay familias que dependen de nosotros”, manifestó preocupada.
Carlos, quien hace 30 años se dedica a la compra y venta de ropa usada, espera en su silla a que la gente entre a su local. “Antes vendía $700 mil en un día, ahora $100 mil. Esto está terrible. Al menos, cuando estaba Transmilenio la gente pasaba por aquí. Ahora solo hacen sus vueltas y se van. Nos pasaron volantes contándonos que el cierre duraba 18 meses. Vamos a ver si resistimos o si nos toca entregar el local y buscar en otro lado”, señala.
Como él, otros comerciantes han asistido a reuniones con el Distrito para plantear su preocupación y pedir algún alivio durante el cierre. “Asistieron la Empresa Metro, Transmilenio y la Alcaldía de Chapinero. Les preguntamos por ayudas económicas, pero alguien nos dijo que eso no iba a pasar. Que ellos disponían de 1 a 3 millones de pesos como préstamo, pero no tiene lógica. No voy a endeudarme. Nos preocupa el tema de los arriendos y, por eso, le propusimos a la Empresa Metro que nos diera una carta para usarla como herramienta para pedir una rebaja a los dueños y no tener que entregar nuestros locales”, dice Mauricio, otro vendedor de compra y venta de ropa usada.
Pero hay otras personas, como los vendedores ambulantes, que dependen de su labor para sostener a sus familias. Para ellos, las ventas también han disminuido. Así lo relata Heidy Rocío Lozano, quien hace cinco años vende frente a una clínica, en la carrera 15 con calle 52. Sus quejas van acompañadas de propuestas, para que “esta mejora a la ciudad no enriquezca el transporte y empobrezca a los vendedores”, señala.
“Hubo un preaviso para que nos preparáramos. Pero cuando llegó el cierre, las ventas empezaron a caer. Mis ganancias pasaron de $50 mil diarios a $15 mil. A la estación Marly llegaba mucha gente, de la que vivíamos. Del que, a la carrera, pedía un chicle, un tinto o unas galletas. Pero ahora buscan otras vías. Le propongo al alcalde Galán que, de la mano del IPES, que nos brinden un apoyo, para que nuestra canasta familiar se vea menos afectada y poder atender, en mi caso, las cinco bocas que me esperan en casa. Los vendedores estamos sufriendo un hambre silenciosa. O compramos un pasaje o mercado”.
Este sombrío panorama no mejora cuadras arriba. En la Calle 72 con carrera 20, el paso está restringido para vehículos, que deben buscar rutas alternas. Sin embargo, en esa cuadra, hay comercio de ropa, publicidad, una panadería o de venta de elementos de seguridad industrial, como el de Eulalia Vargas, que trabaja allí desde 2013. “Antes vendíamos hasta $1,5 millones diarios, pero ahora son $100 mil o nada. Muchos locales han cerrado. La gente no quiere venir y ahora, con el cierre de la estación, menos. Aquí pasaban unos chicos con pancartas anunciando que el comercio seguía activo, pero no se han vuelto a ver. Cuando del Metro vinieron a hablar con nosotros, pedimos que no cerraran la vía, pero fue imposible”, recuerda Vargas.
Para Víctor Mojica, el panorama es el doble de angustiante. Su ferretería, cuenta, estaba en plena Caracas con calle 72. “Duré 32 años y me sacaron por el Metro. Me dieron una indemnización, que no fue gran cosa, para el daño que nos hicieron”. Sus ventas, dice, alcanzaban los $60 millones mensuales, pero luego del traslado cuadras abajo, son $20 millones. “Me he gastado los ahorros. No sé qué más hacer. Este local es mi vida. Hay que tener paciencia y echar pa’ lante. Ojalá agilicen las obras a ver si los clientes vuelven”, anhela.
Otros ni siquiera “bajan bandera”, como lo describe Jesús Rivera, cocinero de un local de comidas rápidas, rodeado de polisombras, cerca de donde avanzan las obras del deprimido de la 72 que, según la Empresa Metro, terminarán en octubre. “Es la 1:30 p.m. y no hemos vendido el primer plato. A veces llegan las 5:00 p.m. y nada. Las aplicaciones no nos mandan pedidos, porque al estar todo cerrado, hay pocos domiciliarios en la zona. Antes éramos seis empleados y ahora somos 2. Hay días que ni siquiera sacamos nuestro sueldo. Estamos viendo hasta donde aguantamos, porque tocaría cerrar y quedaríamos sin empleo”, lamenta Rivera.
¿Qué alivios se están brindando a los comerciantes?
El alcalde Carlos Fernando Galán reconoce que, ante el retraso de muchas obras en Bogotá, se ha afectado a los comerciantes. Por lo que, aseguró, están estudiando como compensarlos. “En los contratos no está contemplado, algo que se llama el impacto social, que tienen las obras. Hay países donde se contempla, en el presupuesto de la obra, una compensación a quien se ve directamente afectado. Sin embargo, estamos buscando alternativas que nos permitan dar alivios a esos comerciantes”.
Sobre esto, el gerente de la Empresa Metro, José Leónidas Narváez, explica que tienen diálogos permanentes no solo con los comerciantes, sino con toda la comunidad afectada. “Seguramente el alcalde mencionó los otros contratos de obra, pero en el del Metro Línea 1 sí tenemos salvaguardas que nos permiten atender a la comunidad. Sí tenemos acciones para atender a los afectados por la obra. Hay comercios donde no podemos resolver y toca ubicar como restablecer una manera para que puedan seguir trabajando”.
Respecto a cuáles y cuándo llegarían esos alivios mencionados por el alcalde Galán, Narváez respondió que son negociaciones particulares. “No puedo generalizar, porque tenemos desde salas de velación, talleres de motos, comercios, prenderías y hay que hacer un análisis con cada uno. Tenemos un censo de los comerciantes, de sus necesidades. Y tenemos una gerencia social y ambiental que los están atendiendo. Y si alguno considera que debe ser atendido, estamos en la obligación de tener diálogos con ellos”, aseguró.
¿Cómo avanza el Metro?
Durante el balance de la primera línea del metro de Bogotá, su gerente Leónidas Narváez entregó la proyección de este 2024. “Tenemos una programación detallada, gracias al software Primavera P5, que permite cargar la información de la ejecución y nos determina el avance”. A partir de esta herramienta, dijo, tienen programado cerrar el año con un avance del 43 % (actualmente va en 35,7%,), teniendo en cuenta tres componentes: el traslado anticipado de redes (100%); la gestión predial, que contempla la adquisición de 1.429 predios y está 98,88 %, y el contrato de concesión que va en el 21,51 %.
En términos de ejecución física, Narváez indicó que esperan iniciar la estación uno del viaducto; el puente metálico de salida del patio taller, y en septiembre u octubre terminar las redes de cimentación sobre la Avenida Villavicencio hasta el Portal Américas, así como el intercambiador de la Calle 72 que va en un 56 %. El alcalde Carlos Fernando Galán dijo que precisamente ese último deprimido, es parte del retraso de la obra. “Por eso el esfuerzo que se está haciendo para permitirnos poner al día”, con las obras de la PLMB.
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