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Los alcaldes y gobernadores que se estrenaron este año tuvieron que reorganizar sus planes para atender una emergencia sanitaria sin precedentes. En Bogotá miles de ojos estaban sobre el metro, el proyecto de infraestructura más importante en la historia de la capital y que no hubiese salido adelante sin la continuidad que le dieron dos gobiernos nacionales y dos distritales. Y era clave saber los siguientes pasos pues, si bien la anterior administración firmó el contrato con el consorcio chino que construirá y operará el metro, este año se debían concretar varias condiciones para el inicio de la obra civil.
Pero las prioridades para este año iban más allá de consolidar un proyecto que ya estaba estructurado y difícilmente tenía reversa. Durante la campaña hacia el Palacio Liévano, la alcaldesa Claudia López anunció que su administración estaría enfocada en expandir la primera línea de metro hasta el noroccidente de la ciudad y en crear una “red de metros” en la que estuvieran involucrados los municipios aledaños a Bogotá.
En ese propósito, López encontró apoyo en el gobernador de Cundinamarca, Nicolás García, con quien compartió desde el primer día la visión de integración de la capital y el área metropolitana, que ya cuenta con el aval del Congreso. Con esa meta, la mira se puso en consolidar los Regiotram (trenes de cercanías) del occidente y norte, pensando en aquellos que trabajan o estudian en Bogotá, pero residen en municipios limítrofes.
Teniendo en cuenta ese contexto, el gran objetivo para este año era dar un primer pero significativo paso para revivir y modernizar el transporte férreo en Bogotá y Cundinamarca. Para expertos en movilidad, la calificación del año es sobresaliente, ya que se cumplieron los grandes trámites en medio de las condiciones que planteó la pandemia. Sin embargo, quedaron algunos pendientes y vendrán muchos desafíos en 2021.
En cuanto a la primera línea del metro, en octubre se firmó el acta de inicio del contrato y se despejaron las dudas sobre posibles cambios al proyecto. Con esto también se dio vía libre a las obras más complejas, las del principio y el fin del trazado: por un lado, el patio-taller, que estará en la localidad de Bosa, cuyas obras empezaron en noviembre y tardarán casi seis años, y por el otro las del deprimido de la calle 72 con avenida Caracas, en Chapinero, que comenzarán en mayo de 2021 con las excavaciones, representando un gran reto como es manejar el tráfico del sector, para evitar grandes congestiones.
En cuanto a la extensión del metro hasta las localidades de Suba y Engativá, a finales de noviembre se definió el trazado que, de acuerdo con lo que se obtuvo en los estudios de prefactibilidad, irá por la calle 72 y luego la av. Ciudad de Cali. Sin embargo, materializar este proyecto depende de lo que ocurra el próximo año, cuando la última fase de la prefactibilidad indique si será una línea subterránea, elevada o a nivel y, lo más importante, el costo total, debido a lo débiles que quedan las finanzas del Distrito y el Gobierno nacional.
Con el Regiotram ocurrió algo similar al metro. Los avances más importantes se dieron en el proyecto del occidente, que conectará a Bogotá con Facatativá, Madrid, Funza y Mosquera. A mitad de año se firmó el acta de inicio del contrato suscrito en enero con el consorcio chino que desarrollará las obras. También se avanzó en el proceso de socialización del plan de obra, y los gobiernos de Cundinamarca y Bogotá firmaron cuatro convenios para ampliar las vías de acceso en el norte y el occidente, articular el Regiotram con el sistema de transporte masivo de la capital y dar mayor participación a Bogotá en el proyecto Regiotram norte (hasta Zipaquirá), cuyos estudios y diseños se contrataron en abril. Sus resultados se conocerán a mediados de 2021.
Analistas en temas de movilidad coincidieron en que se hicieron los trámites necesarios y que los mayores desafíos estarán en materializar ese primer paso que se dio este año. Óscar Alfonso, docente de economía del desarrollo urbano y regional de la U. Externado, afirmó que las señales son buenas, pero el éxito dependerá de la planeación de contingencias. “Debemos estar preparados con temas como el deprimido de la calle 72 para que los tiempos no se prolonguen más de lo esperado. En cuanto a Regiotram se abren muchas expectativas para mirar desde otra perspectiva la movilidad a escala metropolitana. No obstante, no puede pasar más tiempo sin tener una autoridad regional de transporte”.
Por su parte, José Stalin Rojas, director del Observatorio de Movilidad de la Universidad Nacional, resaltó la manera en la que se superaron los efectos de la pandemia y planteó que los mayores retos los tendrán los entes de control. “Ahora empieza su papel para que la ejecución material no tenga retrasos y en la ejecución presupuestal no haya sobrecostos. Otro reto es la concertación con los vecinos del metro y empezar a construir una cultura para que exista apropiación del proyecto y no la aversión que todavía hay en ciertos sectores”.
Plinio Alejandro Bernal, experto en movilidad, comentó que su gran preocupación es cómo será la integración del metro, Regiotram, Transmilenio y el SITP, además de la fecha de inicio de las troncales que alimentarán el metro. En ese sentido, su llamado es a que se hagan públicos con mucha antelación los planes de gestión vehicular para las múltiples obras que vienen desde el próximo año. “Hay que hacer un llamado a la pacificación del tráfico y la sensibilización para los diferentes actores viales, porque el trancón se incrementará”.
A pesar de las adversidades, 2020 se configuró como el año de un primer avance hacia una posible transición de buses a trenes. No obstante, el 2021 será esencial para consolidar ese propósito, con importantes tareas como las primeras grandes obras, el cambio de gerente de la Empresa Metro y la definición de los proyectos que se dejaron en marcha en el año que está a punto de terminar.