Una década de violencia de género en los colegios de Bogotá: reflexión hacia el futuro
El informe de Violencias Basadas en Género y Sexuales en Instituciones Educativas midió este fenómeno en instituciones públicas y privadas, con el fin de brindar una guía de acciones para que estos casos no se repitan. Con más de 95.000 reportes estos diez años, los resultados ubican a dos agresores frecuentes: los compañeros y los padrastros.
Juan Camilo Parra
Seis años tenía la hija de Laura cuando denunció haber sido víctima de un acto sexual abusivo, en un baño de la Institución Educativa Distrital Colegio Castilla, al parecer, por otro estudiante. El episodio ocurrió el 10 de agosto de 2023 y desembocó en protestas estudiantiles, no solo por la forma como la institución atendió el caso, sino por la escalada de denuncias en ese periodo escolar. En noviembre la historia llegó a Usme y Ciudad Bolívar. Las víctimas eran niñas y adolescentes.
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Seis años tenía la hija de Laura cuando denunció haber sido víctima de un acto sexual abusivo, en un baño de la Institución Educativa Distrital Colegio Castilla, al parecer, por otro estudiante. El episodio ocurrió el 10 de agosto de 2023 y desembocó en protestas estudiantiles, no solo por la forma como la institución atendió el caso, sino por la escalada de denuncias en ese periodo escolar. En noviembre la historia llegó a Usme y Ciudad Bolívar. Las víctimas eran niñas y adolescentes.
Al cerrar el año la capital volvió a registrar un aumento en reportes de violencias en colegios públicos y privados. A un lado del panorama del bullying, que también preocupa, el informe Violencias basadas en género y sexuales en instituciones educativas de Bogotá analiza los últimos diez años de reportes, encontrando que la confianza en denunciar ha aumentado y el sistema de alertas tiene mayor capacidad que en años anteriores.
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No obstante, esa manera de ver el vaso medio lleno, los retos en la atención y los retos sociales siguen representando un obstáculo para lograr una disminución real de la cantidad de casos que, en su mayoría, afectan a las niñas y adolescentes, que representan el grueso de víctimas de violencias sexuales en las instituciones.
Violencias de género
Las violencias basadas en género son entendidas como “todo acto de violencia, discriminación, y vulneración de derechos humanos (incluidas las amenazas y la coacción), debido al género o la orientación sexual de quien ha sido víctima”. Este tipo de violencias tiene un origen: las desigualdades de poder en el orden de género en el que vivimos, que privilegia a la masculinidad. El Sistema Integrado de Información sobre Violencias de Género las cataloga en cuatro formas: violencia psicológica, física, económica y sexual.
Entre 2014 y 2023 se reportaron en los colegios de Bogotá 97.374 casos de violencia en general. De estos, 1.746 fueron presuntos casos de violencias basadas en género. El tipo de violencia que más se repitió fue la psicológica (43,41 %), seguida de la sexual (27,26 %), y la física (26,29 %). En los últimos cuatro años los casos vienen en aumento. De hecho, por falta de datos en el pasado, se destaca que más de la mitad de estos reportes se realizaron entre 2022 y 2023. En total, 96 casos se reportaron en 2021; 421, en 2022, y 463, en 2023. Aunque el abrupto aumento en 2022 lo explican como el resultado del fortalecimiento del sistema de denuncias del Distrito, la situación preocupa, pues deja ver la magnitud del fenómeno oculto en las instituciones.
En cuanto al agresor, en seis de cada 10 denuncias se señala a los compañeros de clase como responsables en este tipo de conductas. Al discriminar por tipos de violencia, estos son responsables del 64,76 % de los casos violencias psicológica; 60,08 %, de violencia sexual, y 51,2 % de violencia física. En cuentas generales, los hombres, en este caso menores de edad, siguen siendo causantes de la mayoría de las agresiones sexuales.
En el caso de la hija de Laura, por ejemplo, el agresor es un adolescente de la institución, lo que complica el panorama, ya que devela una necesidad de incidir en menores de 14 años que, ante la ley, son inimputables; es decir, no son objeto de procesos penales. Para Stefany Guerrero, psicóloga con enfoque clínico y educativo, una de las falencias en estos procesos es la poca claridad con la que se explican estos temas, desde que somos pequeños, y que, en el caso de un niño agresor, habría que estudiar su entorno. “Estos eventos traumáticos pueden traer afectaciones en sus relaciones personales el resto de su vida. Por eso es importante evitar la revictimización y seguir el proceso con las redes de apoyo”.
Heidy Sánchez, concejala de Bogotá (Pacto Histórico), resaltó que este panorama debe ser clave en el Plan de Desarrollo del alcalde Carlos Fernando Galán, en la medida en la que el segundo punto del borrador habla de atacar las violencias basadas en género. “Estas cifras son importantes para que la administración tome medidas contundentes, estableciendo alertas tempranas en colegios y asegurando también las sanciones correspondientes a docentes agresores, que también inciden en la ocurrencia de casos. Si bien el PDD de Galán pone en primer lugar la seguridad con enfoque de género, esto debe trasladarse también a entornos educativos”, señaló Sánchez.
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Un problema estructural
Paula Sénior Mesa, psicóloga de la U. Konrad Lorenz, apunta que este tipo de violencia tiene un componente histórico y otro cultural. “Se perfila a las mujeres como víctimas y les damos a los hombres un estatus de poder frente a las mujeres, como quienes pudieran ejercer esta violencia de manera normalizada. Si usted les pregunta a las víctimas o a algunos observadores (incluso mujeres observadoras) de estos hechos, van a decir que es normal, por supuesto, todo en un marco del machismo”.
El género masculino es el principal agresor de la violencia sexual con un 63,92 %, siendo el compañero de colegio y el padrastro los principales responsables”, subraya el informe. En los casos en los que el agresor es de género femenino, es causante en su mayoría de violencia psicológica. La adolescencia (12 a 17 años) es el ciclo de vida con mayores reportes de casos (79,67 %). Las víctimas, con 15 años, son las que reportan más denuncias, con 16,95 % del total.
La Encuesta bienal de cultura 2022 y la Encuesta de violencia intrafamiliar 2022 hacen una aproximación a las creencias comunes entre habitantes de Bogotá. Entre los resultados, el 51 % considera común que los hombres reaccionen con violencia ante el coqueteo o la infidelidad de la pareja, mientras que el 35 % cree que es típico de los hombres responder con violencia cuando la pareja descuida las labores del hogar.
Carolina Morales, docente de la U. Javeriana, analiza las cifras entendiendo que “el aumento de documentación de reportes también se analiza con el aumento de conciencia entre las mujeres. Hay que reconocer que los feminismos han llegado a escenarios educativos, promoviendo esa conciencia entre niñas y adolescentes”.
Mario Manuel León, investigador en temas de derechos humanos de la U. ECCI, anota que la violencia de género en las escuelas refleja las desigualdades y normas presentes en la sociedad. “Los roles y estereotipos de género influyen en que haya mayor prevalencia de ciertos tipos de violencia hacia niñas y niños, así el análisis de estas cifras desde esa perspectiva implica reconocer que la violencia en los colegios no se da de forma aislada, sino que responde a patrones socioculturales más amplios”, analiza.
En el caso de Laura, la actitud de la niña cambió desde que fue víctima. Después de seis meses de ocurrido el hecho continúa buscando algún tipo de acción judicial para resarcir los daños que ha sufrido su familia desde que ocurrió la agresión. Ella aconseja mantener una “constante comunicación con los niños y niñas, y a las instituciones que activen la ruta de violencias cuando los padres creen que su hijo es víctima”, dijo a este periódico.
Los retos son enormes y atraviesan cada una de las capas de la sociedad, pero el camino ya está trazado para encaminar las acciones a una nueva década de construcción de una sociedad que prevenga las violencias en todas las esferas de la infancia y adolescencia.
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