Una obra en riesgo de desaparecer en el Cementerio Central
Ante el deterioro del antiguo cementerio, la artista Beatriz González teme que la intervención que realizó para homenajear a las víctimas anónimas sea destruida o sumida en el abandono. Documentos de la administración contemplan la construcción de un parque.
Mónica Rivera Rueda / @Yomonriver
“La vida es sagrada”, es lo único que se lee al pasar frente a los cuatro columbarios que aún se conservan del antiguo Cementerio Central, sobre la avenida 26 con carrera 19. Allí ya no hay ningún muerto. Son 8.957 tumbas vacías sobre las que posan lápidas con la imagen de dos cargueros que llevan un cadáver al hombro, y con los que la artista Beatriz González buscó preservar la memoria de los cuerpos que fueron enterrados allí de forma anónima.
“Todo el proyecto, en general, se ideó cuando supimos que se iban a tumbar los columbarios e iban a hacer un parque con un campo de fútbol y un patinódromo. Era un proyecto del alcalde Peñalosa (en su primera administración) para acabar con este espacio donde la gente pudo hacer su duelo por mucho tiempo”, asegura González, creadora de la obra.
Los columbarios son un conjunto de urnas donde otrora reposaban restos humanos. Los seis que componían el Cementerio Central contenían 13.000 tumbas que fueron construidas entre 1947 y 1968, las cuales eran alquiladas por cinco años. Luego los despojos eran incinerados o trasladados a osarios más pequeños.
Ese lugar no sólo se convirtió en uno de los más tradicionales de la ciudad, sino que además forma parte de la memoria, pues allí llegaron los cuerpos de las víctimas que dejó el Bogotazo y de muchas otras anónimas que dejó la violencia en el país.
Su primera fragmentación fue entre los años 50 y 60. Con el crecimiento de la ciudad, y la entrada en funcionamiento de los trolebuses, el cementerio fue dividido en tres partes para dar paso a la carrera 20 y la carrera 22. De esta forma, en la zona oriental quedó la elipse central y los polígonos donde hoy posan los restos de reconocidas figuras del país; en el sector occidental, el parque del Renacimiento y el cementerio alemán y hebreo, y, finalmente, en el centro, los columbarios, donde hoy comparten espacio con el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación.
Ante el abandono de los columbarios el Distrito anunció en 2000 el cierre del cementerio para iniciar el proyecto del Parque Zonal Cementerio Central Globo B, que sería similar al del Renacimiento, pero con 49.000 metros cuadrados de zonas verdes y recreativas. Ante la posible pérdida de los columbarios, la artista Doris Salcedo presentó un proyecto para revitalizar las tumbas, pero no prosperó.
Años más tarde tumbaron dos de los columbarios que se encontraban en riesgo de caída, mientras que la artista Beatriz González presentó un nuevo proyecto para preservar las tumbas, “Auras anónimas”. “A mí se me ocurrió poner lápidas en los columbarios con las imágenes de mi obra ‘Vistahermosa’”, en la que presentó una serigrafía con ocho tipos de cargueros de muertos. En hamacas, bolsas y hasta colgando en ramas se ven las sombras del conflicto.
Las lápidas con las imágenes fueron puestas en las tumbas en 2009 y la intervención fue noticia. De acuerdo con una declaración de la época de González “la idea era que cada dos años se hiciera una nueva intervención, pero luego se consideró la obra efímera, por lo que hasta hoy siguen estando las lápidas en los cuatro columbarios que se conservan”.
El conflicto
El problema actual es que la obra está en el olvido. “Hay varias amenazas, por ejemplo, hacer un proyecto que está aprobado y que dejó el arquitecto Rogelio Salmona, con el que se tumbarían los columbarios”, dice González. Aparte de eso, el lugar se está cayendo. En algunas tumbas las lápidas están rotas, otras se las han robado, mientras que en las estructuras hay goteras que amenazan con colapsar el lugar.
Aunque en el espacio en el que está la obra también se encuentra el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, la entidad asegura que la responsabilidad por su mantenimiento no es de ellos, sino del Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) y del Instituto de Patrimonio Cultural (IDPC), dueños del predio y de los columbarios, respectivamente.
Por su parte, el IDRD asegura que en el lugar no se tiene previsto hacer un patinódromo, mientras que Patrimonio Cultural dice que cualquier iniciativa es responsabilidad de la Secretaría de Cultura.
En respuesta, la Secretaría asegura que la artista Beatriz González firmó un contrato en 2008 con el IDPC para “realizar una obra de gran formato sobre el tema de Memoria y Ciudad en el Cementerio Central de Bogotá, la cual incluye la instalación en los columbarios de 8.000 modelos producidos por la maestra”.
Al señalar el contrato, se resalta que la instalación debería permanecer en el espacio público de la ciudad por un término de dos años a partir de su inauguración, es decir, hasta 2011, por lo que durante el tiempo señalado el IDRD realizó el mantenimiento de los columbarios, que consistió en supervisar que las lápidas no fueran desmontadas y de realizar aseo periódico y mantenimiento del césped.
Por lo que desde hace más de cinco años no se realiza ninguna restauración al espacio, pues no hay entidad del Distrito que sea responsable de ello. Por el contrario, la Secretaría de Cultura asegura que la administración distrital sí adelanta acciones para poner en marcha el Plan Director del Parque Metropolitano Calle 26 (Reconciliación), que de acuerdo con el Decreto 067 de 2010, contará con un escenario al aire libre, uno cubierto, canchas deportivas, ciclorrutas, un área de recreación infantil, estacionamiento, zonas verdes, andenes arborizados, entre otros. Específicamente, al área correspondiente a los columbarios, el decreto ubica en el lugar los jardines y las zonas de circulación peatonal.
Por otra parte, en una reciente visita que realizó la artista al lugar, evidenció que el abandono es total. “Creo que lo que están esperando es que se caiga, porque no invierten un centavo. Tuvimos la intención de hacer una conferencia y una exposición en el Centro de Memoria con todos los archivos que tengo del sitio y de todo mi proyecto, para visibilizar la importancia del lugar y de la obra, pero lo negaron”, argumenta la artista.
Lo que ella resalta es que la obra se hizo con el interés de homenajear a las víctimas anónimas y resaltar la importancia de este lugar. “Allí se pusieron los muertos del 9 de abril y muchos desaparecidos. Con la obra lo que intentaba era mejorar un poco el sistema, para que las ánimas no anduvieran en un lugar destapado, sino resguardado”.
Lo cierto, por ahora, es que tanto el lugar como la obra están en el olvido y a pesar de que no se han adelantado las obras para la construcción de un nuevo parque en la zona, tampoco se ha tomado una decisión con respecto a qué se hará con los columbarios. La pregunta que queda es: ¿qué primará, la obra o el parque?
“La vida es sagrada”, es lo único que se lee al pasar frente a los cuatro columbarios que aún se conservan del antiguo Cementerio Central, sobre la avenida 26 con carrera 19. Allí ya no hay ningún muerto. Son 8.957 tumbas vacías sobre las que posan lápidas con la imagen de dos cargueros que llevan un cadáver al hombro, y con los que la artista Beatriz González buscó preservar la memoria de los cuerpos que fueron enterrados allí de forma anónima.
“Todo el proyecto, en general, se ideó cuando supimos que se iban a tumbar los columbarios e iban a hacer un parque con un campo de fútbol y un patinódromo. Era un proyecto del alcalde Peñalosa (en su primera administración) para acabar con este espacio donde la gente pudo hacer su duelo por mucho tiempo”, asegura González, creadora de la obra.
Los columbarios son un conjunto de urnas donde otrora reposaban restos humanos. Los seis que componían el Cementerio Central contenían 13.000 tumbas que fueron construidas entre 1947 y 1968, las cuales eran alquiladas por cinco años. Luego los despojos eran incinerados o trasladados a osarios más pequeños.
Ese lugar no sólo se convirtió en uno de los más tradicionales de la ciudad, sino que además forma parte de la memoria, pues allí llegaron los cuerpos de las víctimas que dejó el Bogotazo y de muchas otras anónimas que dejó la violencia en el país.
Su primera fragmentación fue entre los años 50 y 60. Con el crecimiento de la ciudad, y la entrada en funcionamiento de los trolebuses, el cementerio fue dividido en tres partes para dar paso a la carrera 20 y la carrera 22. De esta forma, en la zona oriental quedó la elipse central y los polígonos donde hoy posan los restos de reconocidas figuras del país; en el sector occidental, el parque del Renacimiento y el cementerio alemán y hebreo, y, finalmente, en el centro, los columbarios, donde hoy comparten espacio con el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación.
Ante el abandono de los columbarios el Distrito anunció en 2000 el cierre del cementerio para iniciar el proyecto del Parque Zonal Cementerio Central Globo B, que sería similar al del Renacimiento, pero con 49.000 metros cuadrados de zonas verdes y recreativas. Ante la posible pérdida de los columbarios, la artista Doris Salcedo presentó un proyecto para revitalizar las tumbas, pero no prosperó.
Años más tarde tumbaron dos de los columbarios que se encontraban en riesgo de caída, mientras que la artista Beatriz González presentó un nuevo proyecto para preservar las tumbas, “Auras anónimas”. “A mí se me ocurrió poner lápidas en los columbarios con las imágenes de mi obra ‘Vistahermosa’”, en la que presentó una serigrafía con ocho tipos de cargueros de muertos. En hamacas, bolsas y hasta colgando en ramas se ven las sombras del conflicto.
Las lápidas con las imágenes fueron puestas en las tumbas en 2009 y la intervención fue noticia. De acuerdo con una declaración de la época de González “la idea era que cada dos años se hiciera una nueva intervención, pero luego se consideró la obra efímera, por lo que hasta hoy siguen estando las lápidas en los cuatro columbarios que se conservan”.
El conflicto
El problema actual es que la obra está en el olvido. “Hay varias amenazas, por ejemplo, hacer un proyecto que está aprobado y que dejó el arquitecto Rogelio Salmona, con el que se tumbarían los columbarios”, dice González. Aparte de eso, el lugar se está cayendo. En algunas tumbas las lápidas están rotas, otras se las han robado, mientras que en las estructuras hay goteras que amenazan con colapsar el lugar.
Aunque en el espacio en el que está la obra también se encuentra el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, la entidad asegura que la responsabilidad por su mantenimiento no es de ellos, sino del Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) y del Instituto de Patrimonio Cultural (IDPC), dueños del predio y de los columbarios, respectivamente.
Por su parte, el IDRD asegura que en el lugar no se tiene previsto hacer un patinódromo, mientras que Patrimonio Cultural dice que cualquier iniciativa es responsabilidad de la Secretaría de Cultura.
En respuesta, la Secretaría asegura que la artista Beatriz González firmó un contrato en 2008 con el IDPC para “realizar una obra de gran formato sobre el tema de Memoria y Ciudad en el Cementerio Central de Bogotá, la cual incluye la instalación en los columbarios de 8.000 modelos producidos por la maestra”.
Al señalar el contrato, se resalta que la instalación debería permanecer en el espacio público de la ciudad por un término de dos años a partir de su inauguración, es decir, hasta 2011, por lo que durante el tiempo señalado el IDRD realizó el mantenimiento de los columbarios, que consistió en supervisar que las lápidas no fueran desmontadas y de realizar aseo periódico y mantenimiento del césped.
Por lo que desde hace más de cinco años no se realiza ninguna restauración al espacio, pues no hay entidad del Distrito que sea responsable de ello. Por el contrario, la Secretaría de Cultura asegura que la administración distrital sí adelanta acciones para poner en marcha el Plan Director del Parque Metropolitano Calle 26 (Reconciliación), que de acuerdo con el Decreto 067 de 2010, contará con un escenario al aire libre, uno cubierto, canchas deportivas, ciclorrutas, un área de recreación infantil, estacionamiento, zonas verdes, andenes arborizados, entre otros. Específicamente, al área correspondiente a los columbarios, el decreto ubica en el lugar los jardines y las zonas de circulación peatonal.
Por otra parte, en una reciente visita que realizó la artista al lugar, evidenció que el abandono es total. “Creo que lo que están esperando es que se caiga, porque no invierten un centavo. Tuvimos la intención de hacer una conferencia y una exposición en el Centro de Memoria con todos los archivos que tengo del sitio y de todo mi proyecto, para visibilizar la importancia del lugar y de la obra, pero lo negaron”, argumenta la artista.
Lo que ella resalta es que la obra se hizo con el interés de homenajear a las víctimas anónimas y resaltar la importancia de este lugar. “Allí se pusieron los muertos del 9 de abril y muchos desaparecidos. Con la obra lo que intentaba era mejorar un poco el sistema, para que las ánimas no anduvieran en un lugar destapado, sino resguardado”.
Lo cierto, por ahora, es que tanto el lugar como la obra están en el olvido y a pesar de que no se han adelantado las obras para la construcción de un nuevo parque en la zona, tampoco se ha tomado una decisión con respecto a qué se hará con los columbarios. La pregunta que queda es: ¿qué primará, la obra o el parque?