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Fue el mismo Álvaro Uribe Vélez quien autorizó a la Corporación Viva Colombia para que publicara una valla que, con el tiempo, fue su salvación y su condena. “Se lo consultamos al Presidente y él estuvo de acuerdo”. Desde que Javier Gutiérrez, el director de la campaña, oyó la frase del Presidente, quiso exhibirla por lo alto, llevarla a una de las vallas que patrocina desde hace unos años, casi siempre apoyando al Gobierno Nacional. “Están con Colombia o están con el terrorismo. Álvaro Uribe Vélez”, reza la valla que se encuentra en cinco puntos de Bogotá, y en otros cuatro de Medellín y Cali.
Los enunciados gigantes aparecieron antes del abrazo entre los presidentes de Colombia, Ecuador y Venezuela en la Cumbre de Río, cuando se hablaba de un conflicto entre los países latinoamericanos y Hugo Chávez acababa de anunciar el envío de diez batallones a la frontera con Colombia.
Esta campaña ha sido financiada por la Corporación Viva Colombia, que ya antes había expuesto varios mensajes similares. La corporación se fundó hace seis años, según su director, Javier Gutiérrez, como un centro de participación democrática. Desde ese momento “nos hemos propuesto hacer campañas en beneficio de la democracia del país. Utilizamos las vallas como medio de comunicación para participar en los grandes temas nacionales”.
La valla firmada por el Presidente es la última de esta campaña “en defensa de la democracia”. Antes estuvo exhibido un enorme cartel que decía “SÍ. Fuerzas Armadas de Colombia. Honor y gloria de la patria”. El anuncio apareció en las calles de Bogotá el mes pasado, cuando se acercaba la marcha del 6 de marzo, “por las víctimas del paramilitarismo y los crímenes de Estado”.
El 6M rendía un homenaje a las víctimas de la violencia. A las víctimas del desplazamiento forzado, de la tortura, del secuestro, de las minas antipersonales y de las fosas comunes. Y a las víctimas de los asesinatos extrajudiciales. Por eso, “las Fuerzas Armadas estaban siendo cuestionadas. Entonces queríamos enviarles un mensaje positivo y de respaldo”, dice Gutiérrez.
“En defensa de la soberanía nacional”, así define Javier Gutiérrez el objetivo de esta campaña, que también grabó en un cartel la imagen de Íngrid Betancourt, en la que la ex candidata presidencial lucía delgada, cabizbaja, desolada, como el blanco y negro de la valla. “No más. Son 750. Unidos podemos”, decía el enunciado.
En promedio, una valla tiene un costo de cuatro millones de pesos. La Corporación Viva Colombia patrocina el 40% de la publicación de los carteles; el otro porcentaje es financiado por las empresas Organización Publicidad Exterior (OPE) y Arte Público, propiedad de los hijos de Gutiérrez. También los apoyan Valtec y Efectimedios.
“Como corporación queremos promover la democracia. Como empresarios de vallas, queremos posicionarnos como un medio de comunicación para servirle al país”, dice el director, quien además enfatiza que esta propuesta “es muy personal, tiene nombre propio: Javier Gutiérrez. Las ideas las consulto con mi director creativo”.
Su última idea, que tiene la firma de Álvaro Uribe Vélez, ha creado polémica. Algunos caminantes dicen sentirse agredidos por el mensaje, otros lo asumen como una campaña institucional y hay quienes se preguntan cuál es la regulación para este tipo de anuncios.
La Secretaría de Medio Ambiente, entidad encargada de regular la Publicidad Exterior Visual en Bogotá, responde que las únicas dos vallas que han sido censuradas por ellos exhibían mujeres con trajes diminutos. Una de ellas era de Leona. La otra, de una línea caliente. Ambas fueron desmontadas porque “enojaron a la comunidad”, explica Orlando Velandia, director de control ambiental.
“Tenemos competencia únicamente para aprobar el registro de ubicación de la valla, no podemos regular los contenidos, a no ser que atenten contra las creencias religiosas o contra la moral pública”.
Quienes definen si los mensajes van en contra de la moral o la religión son los ‘técnicos’, que hacen inspecciones semanales para verificar la legalidad de las vallas. Sin embargo, hay avisos que, más allá o más acá de la moral y la religión, atentan contra la dignidad o el buen gusto, como los de una firma comercial de detergentes que abiertamente proclamaba que su utilización disminuye en un alto porcentaje los riesgos de “diarrea”. Y contra ellos, o contra la exacerbación de los ánimos, por ejemplo, la ley no tiene nada establecido.
Opinión
Ángel Becassino / Publicista
Estas vallas son un intento bastante burdo de poner al país en blanco y negro, de forzarnos a tomar partido. Buscan eliminar la diversidad que hay en Colombia, que es el verdadero principio de una democracia, y lo reducen a: estás con Uribe o estás en contra de Colombia. Esta clase de mensajes son muy negativos para un país que se autotitula democrático, aunque una mayoría tan grande esté con Uribe. Además emite unas sensaciones bastante violentas.
Hablando de la forma, no hay estética. Son vallas primarias, que parecerían hechas por los militares de hace 30 años, cuando pecaban por falta de sofisticación. Hubieran sido válidas en las dictaduras de los países latinoamericanos, parecen ese tipo de estímulo.
Son un retroceso en un país que se supone está entrando a la modernidad. No es una señal de que estamos en un país libre, en un país donde las cosas son transparentes. Me parece primitivo y brutal.
Camilo González / Director Indepaz
En el caso de la valla de las Fuerzas Armadas, pareciera que necesitan una campaña para hacer visible lo que están haciendo. Ellos dicen que defienden la democracia, ésta necesita valores positivos, de solidaridad y humanidad. Eso no lo he visto. Creo que es un mensaje de polarización no de fraternidad.
Es una frase salida de contexto. En un momento de crisis internacional y de una guerrilla desprestigiada, dar como mensaje semejante drama, es como si aquí en Bogotá hubiera una opinión pro-terrorista. Ni en Colombia ni en Bogotá hay gente de acuerdo con el terrorismo. Utilizan frases maniqueas, muy peligrosas.