Viene el fenómeno de La Niña: ¿Bogotá está lista?
La ciudad tiene retos en gestión de viviendas en asentamientos irregulares, donde está la población más vulnerable.
María Angélica García Puerto
Según el Idiger, el régimen de lluvias característico de Bogotá es bimodal, esto significa que, por lo general, existen dos temporadas de lluvias: una entre mediados de marzo y mediados de junio, y el segundo periodo entre los meses de septiembre y diciembre. No obstante, esta condición puede verse agravada por las condiciones de variabilidad climática, como lo es el fenómeno de La Niña.
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Según el Idiger, el régimen de lluvias característico de Bogotá es bimodal, esto significa que, por lo general, existen dos temporadas de lluvias: una entre mediados de marzo y mediados de junio, y el segundo periodo entre los meses de septiembre y diciembre. No obstante, esta condición puede verse agravada por las condiciones de variabilidad climática, como lo es el fenómeno de La Niña.
Precisamente, la directora del IDEAM, Ghisliane Echeverry, informó recientemente que la probabilidad de que se desarrolle este fenómeno entre el segundo semestre del año es del 70 %, de acuerdo con los modelos internacionales, intensificándose las lluvias en las regiones Andina, Pacífico y Caribe. Panorama que el director de la UNGRD, calificó como “preocupante”, pues estiman que al menos 550.000 familias a nivel nacional podrían verse afectadas.
Y es que según una proyección de esas entidades, la región Andina, donde Bogotá hace parte, tiene mayores escenarios de riesgo frente a la Orinoquía y Amazonas, e incluso del Pacífico y Caribe. Esto pues, se presentarían más emergencias por movimiento en masa, también conocido como deslizamientos, seguido de inundaciones e incendios forestales.
Sin embargo, Cristian Uscategui, experto en meteorología y exdirector de pronósticos y alertas del Ideam, explicó a El Espectador, que el fenómeno de La Niña no implica que llueva todos los días y, por el momento, “no se advierte un fenómeno fuerte o largo y en esa medida los efectos estarían supeditados más a la temporada de lluvias”, señaló.
¿Implicaciones de La Niña?
Según el Idiger, en la ciudad los periodos altos en lluvias se relacionan con mayor cantidad de eventos asociados a caída de árboles, inundaciones y encharcamientos, avenidas torrenciales o creciente súbitas, movimientos en masa, tormentas eléctricas, granizadas y vendavales.
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Precisamente esas precipitaciones, indicó Cristian Uscategui, tienden a ser con mayor intensidad en la parte centro-oriental de Bogotá, donde están, por ejemplo, las localidades de Chapinero, San Cristóbal y La Candelaria. Y ya de menor intensidad hacia la zona occidental como Ciudad Bolívar, Kennedy y Bosa. “Es probable que se presenten torrencialidades, eventos súbitos de quebradas o vientos fuertes en esas y otras zonas. Mientras que en los cerros orientales puede haber caída de árboles o deslizamientos que no pueden ser significativos, pero pone en riesgo a quienes transitan por la vía”. Algo que reafirma el mayor Edgar Garay, director seccional de la Defensa Civil y en donde tienen focalizada la prevención.
En cuánto a inundaciones, hay que tener presente que la zona urbana de Bogotá está dividida en cuatro principales cuencas de drenaje correspondientes a los ríos Salitre, Fucha, Tunjuelo y Torca, y por lo tanto, históricamente correspondían a áreas de inundación. Según el Idiger, es común que se suelen presentar inundaciones (por encharcamiento y desbordamiento) asociadas a fuertes lluvias, fallas funcionales en el sistema de drenaje de la ciudad y a falta de capacidad hidráulica de los cuerpos de agua. Una situación que ocurrió gravemente en 2011 por el fenómeno de La Niña, inundando las partes más bajas de Bosa y Kennedy, dejando sin viviendas a miles de familias.
“Hubo fallas funcionales en el bombeo y toda esta agua se desbordó. Esto hay que tenerlo en cuenta porque puede volver a suceder, con la diferencia que el Distrito ha mejorado el sistema de drenaje, de bombeo de canales y la ciudad en todo el borde del río Bogotá, se ha ido levantando a una altura, que hace difícil que el río se desborde, pero hace que se presente encharcamientos (principalmente por fallas funcionales en el sistema de drenaje) que genera emergencias”, explicó Carlos Alvarado, especialista en Evaluación de Riesgos y Prevención de Desastres de la Universidad de los Andes y quien ha participado de Planes de Ordenamiento Territorial y gestión del riesgo de Bogotá.
Vulnerables, los más afectados
Según Alvarado, el tipo de vulnerabilidades que tiene la ciudad para enfrentar el fenómeno de La Niña van desde las condiciones de los ríos, hasta de las redes de servicios públicos, pero también de las personas y el tipo de vivienda. “Los mayores afectados son los de estratos 1 y 2 que ha venido construyendo y no tienen resistencia a eventos de deslizamientos o inundaciones”, aseguró.
Por lo tanto, agregó, es importante ayudar a reforzar esas estructuras. Algo que también reafirma, Gonzalo Duque Escobar, ingeniero civil de la Universidad Nacional. “En el uso no conflictivo del suelo, para las comunidades que están sentadas, hay que hacer medidas de defensa como obras de ingeniería que desafortunadamente tienen que ver con concreto. Que las comunidades gocen de sistemas de estabilización de taludes cuando habitan zonas de riesgo”.
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Precisamente, es allí donde entra una articulación interinstitucional con la secretaría de Integración Social para identificar los posibles daños y necesidades de la población afectada, el acceso a ayudas pecuniarias y el traslado a alojamientos temporales familiares, sociales y privados antes de acudir a la instalación de Alojamientos Temporales Institucionales más cercanos y seguros como coliseos y parques. “Se han identificado aproximadamente 1765 espacios para posible instalación de Alojamiento Temporal con una capacidad estimada de 662.356 personas”, señaló el Distrito.
Medidas preventivas
Según la gerente del Acueducto, Natasha Avendaño, desde la Empresa han realizado principalmente acciones preventivas en materia de remoción de residuos en los cuerpos de agua (incluido humedales y canales), y actividades de sondeo en los sumideros o desagües de agua, extrayendo más de 50 mil toneladas de residuos como palitos, papeles, pañitos húmedos, escombros, aceite usado, condones, etc, en lo que va corrido del año.
Asimismo Avendaño señaló que para cuando inicie la temporada más fuerte de lluvias en la ciudad, tienen un plan preparado que incluye “tener todas nuestras bombas a tope de capacidad operativa y a los equipos también para atender cualquier posible rebosamiento que se presente, pues hay zonas de Bogotá que por construcción y diseño tienen unas posiciones con respecto a los niveles de los ríos inferiores”.
En abril, el alcalde de Bogotá y el director de la UNGRD confirmaron la articulación para fortalecer los instrumentos de gestión del riesgo no solo para reaccionar, sino para prevenir, en 270 zonas críticas de la ciudad. El acercamiento se retomó recientemente con un diálogo entre Carrillo y el secretario de Gobierno, quienes además indicaron estar construyendo un acuerdo alrededor de cuatro temas: el plan para enfrentar incendios, proyectos de reasentamiento, soluciones basadas en la mitigación del riesgo de la naturaleza y la búsqueda de un sistema sostenible de agua.
Aún quedan dudas sobre cómo está la ciudad en capacidad de respuesta para posibles emergencias ante el fenómeno de La Niña y la capacidad financiera del Distrito. Además, qué pasará con las familias que están en asentamientos irregulares y son los más vulnerables. Es allí donde igualmente los consejos locales tienen la responsabilidad de mejorar los planes de gestión de riesgo, con el fin de tomar acciones preventivas y prepararse mejor ante posibles emergencias.
* El Idiger y la Secretaría de Ambiente no revelaron su plan de acción ante el fenómeno de La Niña, pero argumentaron que lo anunciarán en una rueda de prensa.
Los factores de riesgo asociados a las lluvias
De acuerdo con la información de la bitácora de emergencias del SIRE, la mayoría de emergencias —como inundaciones y encharcamientos, asociados a daños en redes de servicios públicos y alcantarillado, encharcamiento de edificaciones o de vías y desbordamiento o represamiento de cauce— se han materializado en siete barrios de la localidad de Kennedy, ocho de Suba, nueve de Bosa, ocho de Engativá, nueve de Ciudad Bolívar, seis de Usaquén, 12 de Usme y siete de San Cristóbal.
“Las inundaciones son producidas por exceso de agua, invadiendo áreas que en condiciones normales están secas. Este fenómeno desempeña un papel importante en la regulación de los sistemas hídricos; por esta razón, cuando se modifican dichos sistemas o se ocupan las áreas susceptibles de ser inundadas pueden generar afectaciones”, explicó el Idiger y agregó que más del 80 % de dichos eventos han ocurrido durante las dos temporadas de lluvias.
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