Vigilante denuncia que fue obligada a vivir en el edificio residencial en el que trabajaba
La mujer tuvo que dormir durante un mes en un sofá y no pudo comer bien debido a que el dinero que le daban para que se alimentara no era suficiente.
-Redacción Bogotá /bogota@elespectador.com
Edy Fonseca, una mujer que trabajaba como celadora en un edificio residencial del barrio Rosales, en el norte de Bogotá, fue obligada a estar allí sin salir por un mes, porque, según sus jefes, así lo había ordenado el Gobierno Nacional. Los hechos, conocidos este miércoles, dejaron a la mujer con graves problemas de salud.
Fonseca llevaba alrededor de un año trabajando en el edificio residencial. Según contó, el pasado miércoles 25 de marzo, a eso de las 11 de la mañana, llegó a su casa después de terminar su turno, cuando la llamaron para que volviera, debido a que uno de sus compañeros había pedido permiso para faltar por un problema personal.
“Ellos me preguntaron que si tenía un colchón inflable. Yo les dije que no tenía. Entonces me pidieron que llevara algo que se asimilara a un colchón, así que llevé un cubrelecho”, relató Fonseca, quien asegura que al volver a llegar al edificio a las 5:00 p.m., el presidente del consejo de la unidad residencial le bajó un sofá para que ella se quedara en la recepción.
La mujer asegura que el presidente le dijo que ella debía quedarse allí de ahora en adelante, pues debido a las ordenes del presidente ella no podía salir del edificio. También le dijo que le daría 15 mil pesos diariamente para que desayunara, almorzara y comiera en el lugar. Además, el sitio donde la dejaron, meses atrás había tenido que ser fumigado pues lo habían invadido las ratas y solo tenía un baño, que no contaba con agua, por lo que ella debía mantener un balde en el sitio para poder asearse.
Días después de comenzar a vivir allí, Fonseca pidió que la dejaran volverá su casa, así fuera por un rato, pues ella vivía con su hija y necesitaba verla. Pero no la dejaron. “Yo no entendía por qué no me dejaban ir a mi casa, si todo el día entraban y salían residentes y domiciliarios, entonces ¿yo por qué no podía salir?”, se preguntó la afectada, quien tiene unas conversaciones que ponen en evidencia los hechos.
Incluso hubo un día en el que, desafortunadamente, uno de los sobrinos de Fonseca falleció y ni así le dieron el permiso para que ella saliera de su casa. La mujer asegura que ella era la única celadora que estaba trabajando en esas condiciones.
Con el tiempo, sin poder comer bien – porque los 15 mil pesos que le daban no le alcanzaban para las tres comidas – Fonseca comenzó a enfermarse. “Caí en depresión, me estresé, se me subió el azúcar. Yo les dije que estaba enferma, pero no hicieron nada. Una residente que es médico un día me vio mal, entonces me compró un suero y unas pastas. Eso me ayudó como por dos días, pero volví a enfermarme”, aseguró la mujer.
El 23 de abril, después de presentar inconvenientes de salud, Fonseca se levantó con la cara torcida. “Me sentía cansada y débil. Ese día la hija de un residente venía saliendo, ella me vio y me dio un agua aromática para que se relajara, y cuando su papá me vio decidió llamar a el 123”, dijo.
Cuando la ambulancia llegó, Fonseca estaba entrando en un coma diabético, tenía azúcar alta, parálisis facial y problemas para respirar. “Yo ya no podía respirar, ya no coordinada lo que estaba hablando”, relató la afectada, quien aseguró que cuando estaba en la ambulancia, el presidente del consejo del edificio le dijo que "los había metido en un problema”, así que la echó.
Después de ser atendida en la clínica Palermo, Fonseca volvió a su casa, en donde se recupera de todas sus afectaciones de salud.
Nixon Forero, abogado de Fonseca, asegura que la situación por la que pasó la mujer es muy seria. “Afortunadamente para las personas de esa copropiedad, fue uno de los residentes el que llamó al 123. Eso los salvó”, indicó el abogado.
“Aquí la historia hubiera sido otra, porque Edy estaba entrando en un coma diabético, ella estuvo a punto de morir”, manifestó Forero, quien también dijo que si bien no todos los residentes del edificio tenían conocimiento de lo que sucedía, tanto el presidente del consejo como la administradora estaban al tanto de la situación.
“No alcanzó a ser homicidio, pero sí fueron lesiones personales porque ellos dieron pie a todo eso y también hubo una coacción psicológica, porque todo esto fue lo que le generó los problemas de salud que ella presentaba cuando llegó la ambulancia”, aseguró Forero.
El defensor también asegura que el hecho de que solo le ofrecieran 15 mil pesos para comer diariamente era una miseria, pues según él, se trataba de personas que vivían en un estrato 6, por lo que ese dinero era muy poco.
Además de haber cometido el delito de lesiones personales, también cometieron constreñimiento ilegal, pues, según el defensor, Fonseca fue coaccionada para tolerar toda la situación en la que no quería estar. “Ellos estuvieron muy cerca del secuestro, pero eso lo tiene que definir un fiscal porque para eso no basta sino la retención de la persona y a ella la tenía retenida”, dijo el abogado.
“Eso de que ella no podía salir porque así lo había ordenado el Gobierno Nacional es una mentira, pues los decretos tenían la excepción de que las personas que hacían parte de la vigilancia podían volver a su casa”, aseguró Forero.
El abogado aseguró que iba a tramitar una queja ante el Ministerio de Trabajo y la Superintendencia de Vigilancia, pues las personas que toman las decisiones del edificio ya tienen una queja en esta entidad por haber incumplido la reglamentación para contratar celadores en el lugar. Con esta nueva queja, ellos podrían pagar una multa de hasta $50 millones.
Por el momento, Fonseca ha recibido mensajes por parte de los residentes que conocían su situación, preguntándole por qué no había vuelto al edificio. “A Edy el presidente la echó cuando llegó la ambulancia, por lo que ella no tiene que volver”, dijo Forero, quien asegura que tiene pruebas y testigos de los sucedido. Fonseca, por su parte, asegura que ella, aunque necesita el empleo, no quiere volver al lugar.
NOTA DEL EDITOR: Inicialmente la nota fue ilustrada con una foto de referencia donde aparecía una vigilante perteneciente a la empresa Buho Seguridad Ltda. Sin embargo, fue cambiada porque ni la persona afectada labora para dicha empresa, ni la compañía presta sus servicios en la zona mencionada en el artículo.
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Edy Fonseca, una mujer que trabajaba como celadora en un edificio residencial del barrio Rosales, en el norte de Bogotá, fue obligada a estar allí sin salir por un mes, porque, según sus jefes, así lo había ordenado el Gobierno Nacional. Los hechos, conocidos este miércoles, dejaron a la mujer con graves problemas de salud.
Fonseca llevaba alrededor de un año trabajando en el edificio residencial. Según contó, el pasado miércoles 25 de marzo, a eso de las 11 de la mañana, llegó a su casa después de terminar su turno, cuando la llamaron para que volviera, debido a que uno de sus compañeros había pedido permiso para faltar por un problema personal.
“Ellos me preguntaron que si tenía un colchón inflable. Yo les dije que no tenía. Entonces me pidieron que llevara algo que se asimilara a un colchón, así que llevé un cubrelecho”, relató Fonseca, quien asegura que al volver a llegar al edificio a las 5:00 p.m., el presidente del consejo de la unidad residencial le bajó un sofá para que ella se quedara en la recepción.
La mujer asegura que el presidente le dijo que ella debía quedarse allí de ahora en adelante, pues debido a las ordenes del presidente ella no podía salir del edificio. También le dijo que le daría 15 mil pesos diariamente para que desayunara, almorzara y comiera en el lugar. Además, el sitio donde la dejaron, meses atrás había tenido que ser fumigado pues lo habían invadido las ratas y solo tenía un baño, que no contaba con agua, por lo que ella debía mantener un balde en el sitio para poder asearse.
Días después de comenzar a vivir allí, Fonseca pidió que la dejaran volverá su casa, así fuera por un rato, pues ella vivía con su hija y necesitaba verla. Pero no la dejaron. “Yo no entendía por qué no me dejaban ir a mi casa, si todo el día entraban y salían residentes y domiciliarios, entonces ¿yo por qué no podía salir?”, se preguntó la afectada, quien tiene unas conversaciones que ponen en evidencia los hechos.
Incluso hubo un día en el que, desafortunadamente, uno de los sobrinos de Fonseca falleció y ni así le dieron el permiso para que ella saliera de su casa. La mujer asegura que ella era la única celadora que estaba trabajando en esas condiciones.
Con el tiempo, sin poder comer bien – porque los 15 mil pesos que le daban no le alcanzaban para las tres comidas – Fonseca comenzó a enfermarse. “Caí en depresión, me estresé, se me subió el azúcar. Yo les dije que estaba enferma, pero no hicieron nada. Una residente que es médico un día me vio mal, entonces me compró un suero y unas pastas. Eso me ayudó como por dos días, pero volví a enfermarme”, aseguró la mujer.
El 23 de abril, después de presentar inconvenientes de salud, Fonseca se levantó con la cara torcida. “Me sentía cansada y débil. Ese día la hija de un residente venía saliendo, ella me vio y me dio un agua aromática para que se relajara, y cuando su papá me vio decidió llamar a el 123”, dijo.
Cuando la ambulancia llegó, Fonseca estaba entrando en un coma diabético, tenía azúcar alta, parálisis facial y problemas para respirar. “Yo ya no podía respirar, ya no coordinada lo que estaba hablando”, relató la afectada, quien aseguró que cuando estaba en la ambulancia, el presidente del consejo del edificio le dijo que "los había metido en un problema”, así que la echó.
Después de ser atendida en la clínica Palermo, Fonseca volvió a su casa, en donde se recupera de todas sus afectaciones de salud.
Nixon Forero, abogado de Fonseca, asegura que la situación por la que pasó la mujer es muy seria. “Afortunadamente para las personas de esa copropiedad, fue uno de los residentes el que llamó al 123. Eso los salvó”, indicó el abogado.
“Aquí la historia hubiera sido otra, porque Edy estaba entrando en un coma diabético, ella estuvo a punto de morir”, manifestó Forero, quien también dijo que si bien no todos los residentes del edificio tenían conocimiento de lo que sucedía, tanto el presidente del consejo como la administradora estaban al tanto de la situación.
“No alcanzó a ser homicidio, pero sí fueron lesiones personales porque ellos dieron pie a todo eso y también hubo una coacción psicológica, porque todo esto fue lo que le generó los problemas de salud que ella presentaba cuando llegó la ambulancia”, aseguró Forero.
El defensor también asegura que el hecho de que solo le ofrecieran 15 mil pesos para comer diariamente era una miseria, pues según él, se trataba de personas que vivían en un estrato 6, por lo que ese dinero era muy poco.
Además de haber cometido el delito de lesiones personales, también cometieron constreñimiento ilegal, pues, según el defensor, Fonseca fue coaccionada para tolerar toda la situación en la que no quería estar. “Ellos estuvieron muy cerca del secuestro, pero eso lo tiene que definir un fiscal porque para eso no basta sino la retención de la persona y a ella la tenía retenida”, dijo el abogado.
“Eso de que ella no podía salir porque así lo había ordenado el Gobierno Nacional es una mentira, pues los decretos tenían la excepción de que las personas que hacían parte de la vigilancia podían volver a su casa”, aseguró Forero.
El abogado aseguró que iba a tramitar una queja ante el Ministerio de Trabajo y la Superintendencia de Vigilancia, pues las personas que toman las decisiones del edificio ya tienen una queja en esta entidad por haber incumplido la reglamentación para contratar celadores en el lugar. Con esta nueva queja, ellos podrían pagar una multa de hasta $50 millones.
Por el momento, Fonseca ha recibido mensajes por parte de los residentes que conocían su situación, preguntándole por qué no había vuelto al edificio. “A Edy el presidente la echó cuando llegó la ambulancia, por lo que ella no tiene que volver”, dijo Forero, quien asegura que tiene pruebas y testigos de los sucedido. Fonseca, por su parte, asegura que ella, aunque necesita el empleo, no quiere volver al lugar.
NOTA DEL EDITOR: Inicialmente la nota fue ilustrada con una foto de referencia donde aparecía una vigilante perteneciente a la empresa Buho Seguridad Ltda. Sin embargo, fue cambiada porque ni la persona afectada labora para dicha empresa, ni la compañía presta sus servicios en la zona mencionada en el artículo.
**Estas semanas, cuando estamos todos en casa para cuidar nuestra salud y la de nuestros familiares, puedes consultar los contenidos de las secciones Nacional y Bogotá sin restricción alguna. Y en medio de esta pandemia, que estamos cubriendo de manera responsable, también puedes ver el especial sobre Coronavirus en el que trabaja toda la redacción de El Espectador minuto a minuto.
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