VIH en Bogotá avanza en derrumbar imaginarios y adolece en acceso a medicamentos
En el marco de la conmemoración del Día Mundial de la Lucha contra el VIH y Sida, la Universidad Manuela Beltrán hizo un estudio con jóvenes, encontrando que en la capital se podrían confirmar 10 casos diarios. Los líderes activistas hacen un llamado para que continúe el cierre de brechas de acceso a medicamentos y la desestigmatización de la sociedad.
Juan Camilo Parra
“Que lideren las comunidades”, es el lema que encierra la campaña de este año, en conmemoración del Día Mundial de la Lucha contra el VIH y Sida. Una fecha que sigue siendo necesaria para recordarle al mundo la importancia de mejorar la eficacia de medidas que atiendan a la población con este diagnóstico. En Bogotá, durante el primer semestre del 2023, se confirmaron 2.084 casos, un número que, si bien está en aumento, encuentra los puntos más frágiles en la concientización y el acceso a los medicamentos.
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“Que lideren las comunidades”, es el lema que encierra la campaña de este año, en conmemoración del Día Mundial de la Lucha contra el VIH y Sida. Una fecha que sigue siendo necesaria para recordarle al mundo la importancia de mejorar la eficacia de medidas que atiendan a la población con este diagnóstico. En Bogotá, durante el primer semestre del 2023, se confirmaron 2.084 casos, un número que, si bien está en aumento, encuentra los puntos más frágiles en la concientización y el acceso a los medicamentos.
Erick Felipe Cabrera Mocetón es uno de los líderes activistas que trabajan a diario por la comunidad afectada con VIH/Sida. Es director de la fundación Apoyo Mutuo contra el Sida, que funciona desde el barrio Santa Fe para toda Bogotá. “Más allá del Día Mundial debemos seguir recordando que esta es una enfermedad que mata miles de personas en el mundo y seguir haciendo el llamado a las instituciones de avanzar en acceso a salud, trabajo y desestigmatización de los que la poseemos”, señaló a El Espectador.
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Esa es una de las visiones que motivó a un grupo de investigadores de la Universidad Manuela Beltrán a indagar con 356 jóvenes, entre los 18 y 26 años, sobre la perspectiva que tienen acerca de esta enfermedad y de los imaginarios que rodean el VIH/Sida en la ciudad. Entre datos reveladores, el 25% de los jóvenes sí estaría dispuesto a tener relaciones sexuales con una persona que les parezca atractiva y no fuera su pareja, pero el 57% de los encuestados manifestó que no cuenta con preservativos (condones) en sus bolsos o carteras, elemento esencial para prevenir el contagio.
Katerin Andrea Hernández, investigadora del programa de enfermería de la U. Manuela Beltrán, apunta otro dato relevante: “Más del 40% de la población no compartiría comida en su mismo plato con personas que conviven con VIH, a pesar de que conocen que los únicos mecanismos de transmisión del VIH son en sangre de tejidos y leche materna. Por otro lado, un 20%, aunque reducido, todavía cree que la enfermedad es sinónimo de muerte y otro 9% no sabe cuál es la diferencia entre VIH y Sida”, señaló y aclaró esa diferencia: “VIH es la infección que sea con el virus de inmunodeficiencia humana, que comienza a digitar el sistema inmune. El VIH tiene diferentes estadios, tiene cuatro estadios, el último estadio es SIDA, que es el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida que es donde el sistema inmune está tan delimitado, que en susceptible a que adquiera cualquier infección”.
Según las cifras agrupadas por SaluData, durante el año 2022 el 50,7% de las personas diagnosticadas estaban entre los 29 a 59 años, seguido por un 45% población con edades entre 18 y 28 años, y el 2,9% en la población mayor a 60 años. Las localidades que concentran la mayoría de casos en orden descendente, son: Los Mártires, la Candelaria, Chapinero, Teusaquillo, Santafé, Antonio Nariño, Barrios Unidos, Engativá y Tunjuelito.
Líderes unen historias y voces
Entre las muchas historias, antes de emprender un camino que ya acumula más de 10 años portando del virus y siendo gestor de prevención contra el VIH, cuando Erik Felipe Cabrera llegó a Bogotá, era un adolescente. Llegó desplazado de los Llanos del Yarí (Norte del Caquetá) a buscar vida en la gran urbe. Bajo la promesa de que se convertiría en modelo, terminó siendo captado por las bandas más peligrosas de la capital de entonces.
“Los ‘Sayayines’, que comandaban el Bronx, prostituían a muchos menores de edad. Tenían control en zonas como el barrio Santa Fe, el centro comercial Terraza Pasteur en la Séptima. Son dinámicas que perduran hoy en día: lamentablemente por el contexto en el que vivimos y nos desempeñamos en la Fundación Apoyo Mutuo contra el Sida, hemos sido testigos de muchas denuncias de explotación sexual e incluso, en los últimos días, una desaparición. Las víctimas son tanto menores como adultos, personas trans, personas LGBT, heterosexuales y mujeres, principalmente acá (Santa Fe), pues sigue bajo el control armado, ya no están los Sayajines, pero está el Tren de Aragua”, señala a El Espectador.
Juan Florián es activista defensor de derechos humanos. Ha estado al frente de las causas de la comunidad LGBTIQ+ y de la población que padece de VIH/Sida. Él fue diagnosticado en el 2008, ya lleva 15 años conviviendo con la enfermedad y luchando por la calidad de vida de quienes la padecen, no solo a nivel institucional, pues fue el creador del Observatorio de la política pública a través de la Secretaría de Planeación en Bogotá, sino también a nivel social.
“Desde hace 20 años hemos visto una evolución. Antes, el acceso al medicamento era casi que nulo y restaba solamente esperar a que la persona estuviera muy enferma para poder autorizar medicamentos. En mi caso también pasó un poco parecido: fui diagnosticado, pero no fui medicado inmediatamente. Tuve que esperar un tiempo y cuando ya me dieron el medicamento yo estaba con una enfermedad infección oportunista, que son generalmente las infecciones o las enfermedades que nos dan a las personas que tenemos VIH, que no estamos en tratamiento. Se llama oportunista, justamente porque aprovecha de nuestro bajo nivel inmunológico”, cuenta Florian a El Espectador.
Hace un par de días, Erik Cabrera estuvo en una audiencia con el Concejo de Bogotá en la que escaló las dudas que, como representante de la población afectada, ha recogido en estos últimos años. Su análisis radica en que el peso de toda la acción distrital recae en la Secretaría de Salud y la política pública (que vio la luz durante el gobierno de Lucho Garzón), pero no tiene alcance para otras secretarías.
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“Los otros sectores diferentes a salud no se hacen responsables del tema, entonces precisamente por eso el espacio de ayer (30 de noviembre) para preguntarle a la administración de la alcaldesa Claudia López por esa respuesta que se está brindando de manera integral desde la Alcaldía. Por ejemplo, no contamos con un compromiso del sector educación, que nos permita aportar en torno a la lucha contra de la xenofobia en las familias, en los colegios y en la sociedad. En el sector desarrollo, las empresas continúan dificultando acceso al trabajo y las familias expulsando a integrantes de las casas por tener VIH o que por ejemplo son revictimizadas”, añade el activista.
A esta visión se una Juan Froilán: “estamos buscando también es que trascienda otro tipo de instituciones donde se pueda brindar una atención integral a las personas que vivimos en el país, uno de los principales problemas para la adherencia del medicamento es justamente el tema de la seguridad alimentaria o el tema de la vivienda es decir si tú no cuentas, si tú no comes bien, pues no vas a tener un medicamento que sea que se adhiera a tu organismo”.
El 1 de diciembre termina a veces siendo uno de esos días que existen para voltear la mirada a un problema que afecta a 39 millones de personas en el mundo, de las cuales 22.8 millones reciben tratamiento. De cara al futuro para cumplir los retos a 2025 de la ONUSIDA: “Son tres metas que las llaman las 95 95 95, en ese sentido, la primera meta es que el 95% de las personas que tienen VIH deben estar diagnosticadas; la segunda meta es justamente que estas personas que conocen su estatus serológico accedan a medicamento; y la tercera meta se relaciona con que las personas que están diagnosticadas y que están tomando el medicamento, a que lleguen a un nivel de indetectabilidad”, concluyó Froilán.
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