Vuelven los incendios: así avanzan las labores de restauración de zonas afectadas
En las últimas semanas en Bogotá y Cundinamarca se recrudecieron los incendios forestales, a la par que avanzan las labores de restauración de zonas afectadas por emergencias pasadas. Repasamos el panorama.
Pese a que se preveía que a partir de agosto las lluvias y, en general, la incidencia del fenómeno de La Niña sería un bálsamo para los embalses, ríos y quebradas de Cundinamarca y Bogotá, las lluvias han brillado por su ausencia, agravando la crisis por el abastecimiento de agua y, de paso, reviviendo el riesgo de los incendios forestales. En julio, el Ideam pronosticó que en agosto y septiembre existía alta probabilidad de que las precipitaciones aumentaran del 50 % al 60% en la región, cifra mayor a los históricos registrados en la zona en esas fechas.
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Pese a que se preveía que a partir de agosto las lluvias y, en general, la incidencia del fenómeno de La Niña sería un bálsamo para los embalses, ríos y quebradas de Cundinamarca y Bogotá, las lluvias han brillado por su ausencia, agravando la crisis por el abastecimiento de agua y, de paso, reviviendo el riesgo de los incendios forestales. En julio, el Ideam pronosticó que en agosto y septiembre existía alta probabilidad de que las precipitaciones aumentaran del 50 % al 60% en la región, cifra mayor a los históricos registrados en la zona en esas fechas.
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Sin embargo, la realidad es muy distinta. Según informó el Acueducto de Bogotá, agosto fue el mes más seco de los últimos 55 años para el sistema Chingaza, situación que, además de afectar más los niveles de los embalses Chuza y San Rafael, prolonga la sequía y aumenta el riesgo de conflagraciones en los bosques. Sin ir más lejos, el 9 de septiembre, el alcalde Carlos Fernando Galán confirmó que en la capital se atendieron siete incendios forestales, la mayoría en el borde oriental de la ciudad, lo que evocó la emergencia de comienzos de año, que afectó 109,42 hectáreas.
La situación de Bogotá se replica en Cundinamarca. Ayer los bomberos atendieron cinco incendios forestales en los municipios de Villeta (tres eventos),La Vega, Sasaima, Tocancipá, Albán, Pandi y Viotá. En lo corrido de 2024, han atendido 648 incendios, en 99 de los 116 municipios del departamento, que arrasaron 4.894 hectáreas. Solo en septiembre han atendido 93 incendios, en 30 municipios, que han afectado unas 900 hectáreas de vegetación.
¿Y la restauración?
La preocupación no es menor. Si bien, los socorristas han logrado extinguir los incendios, el reto ahora podría ser más complejo: la restauración. Desde comienzo de año, la Secretaría de Ambiente conformó una mesa de expertos y científicos integrada, entre otros, por especialistas de la U. Nacional, la CAR Cundinamarca, la U. Javeriana, la U. Distrital Francisco José de Caldas, el Instituto Alexander von Humboldt y entidades del Distrito como la Empresa Aguas de Bogotá, la Empresa de Acueducto, Bomberos y el Jardín Botánico.
El plan de acción para la restauración de las zonas afectadas está enfocado en recuperar el suelo; el control de especies invasoras (propagadoras del fuego), el enriquecimiento de las zonas con árboles nativos y una estrategia para proteger el hábitat de la fauna que allí habita. El objetivo es que las especies nativas logren emerger de manera natural, como sucede en los páramos.
En ese sentido, el 5 de septiembre se llevó a cabo la sexta mesa de expertos, donde se evaluó la implementación de los planes para avanzar en la restauración de los ecosistemas afectados. Tras una visita al Parque Entrenubes, uno de los puntos afectados, “se presentó la propuesta de hacer seguimiento en los primeros 36 meses y oyeron aportes en cuanto a las variables a monitorear, como frecuencia de medición y metodologías”, explica Natalia Ramírez, líder de la subdirección de Ecosistemas de la Secretaría de Ambiente.
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A la fecha, se han recuperado 3,8 de las 7,13 hectáreas afectadas en Entrenubes y se han plantado 370 árboles, de 16 especies (de los 3.000 presupuestados), para, poco a poco, “devolver las funciones ecosistémicas del sitio, recuperar el suelo, mejorar la calidad del aire y evitar la sucesión de procesos erosivos”, dice Susana Rodríguez, integrante del Grupo de Restauración Ecológica de la Secretaría de Ambiente.
Esta restauración tiene una inversión de $280 millones, de los que se han ejecutado $32 millones, dinero que se ha destinado a la implementación de acciones de limpieza, manejo y control de rebrotes de especies exóticas como el retamo, el pasto kikuyo e, incluso, el eucalipto y los pinos, que predominan en la mayor parte del paisaje de los Cerros Orientales.
Las labores también implican la firma de acuerdos de conservación con los privados, con terrenos en las zonas afectadas. En ese sentido, en Entrenubes ya se firmó un acuerdo, para restaurar 1,5 hectáreas, mientras que en los Cerros Orientales se firmaron dos, uno de ellos en el cerro El Cable, en el predio del Fideicomiso Paraíso Medio, que sufrió afectaciones en 17 de sus 31 hectáreas de terreno. El segundo fue con el Seminario Calasanz, donde se afectaron seis hectáreas. También se adelantan gestiones en el cerro El Cable y la quebrada La Vieja, en Chapinero.
Los bomberos
Mientras en Bogotá hay un plan, en el departamento es más complejo. Para empezar, hay una arista que agrava la situación: los cuerpos de bomberos. Tras el llamado que hizo la Procuraduría, en abril, para analizar las estrategias de gestión de riesgo y garantizar atención de emergencias derivadas por el fenómeno de El Niño y de La Niña, se evidenciaron vacíos en ciertas zonas.
Por un lado, según Álvaro Farfán, delegado de Bomberos de Cundinamarca, solo 81 de los 116 municipios del departamento tienen cuerpos de bomberos activos, de los cuales apenas tres son de carácter oficial. A estos se suman 35 municipios donde, en caso de una emergencia, no hay quien la atienda y quedan a merced de sus vecinos. Incluso hay municipios en donde, pese a contar con organismos de socorro, las alcaldías siguen sin elaborar convenios con cuerpos de bomberos vecinos que, al menos, garanticen una modesta operación.
En medio de los contrastes avanzan las labores de restauración, a la espera del regreso de las lluvias. El Distrito anunció que dispone de 54.810 árboles para procesos de restauración y, como pueden tardar más de 20 años en crecer, el mensaje es que los esfuerzos también se encaminen a fortalecer la pedagogía para, tal como pasó con el agua, incentivar un cambio de nuestra relación con la montaña y sus ecosistemas, pues no hay que olvidar que los incendios forestales ocurren por la intervención, consciente o accidental, del ser humano. Con un cambio climático cada vez más agresivo, ese viro subjetivo tendrá que entenderse ya no como una opción, sino como una responsabilidad.
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