“Ya no me escondo en el clóset”
La primera alcaldesa local homosexual en la historia de Bogotá sostiene que siempre tuvo claro que representaba a toda la localidad, no exclusivamente a la comunidad gay.
La primera alcaldesa local homosexual en la historia de Bogotá sostiene que siempre tuvo claro que representaba a toda la localidad, no exclusivamente a la comunidad gay.
Carolina Gutiérrez Torres
La primera mujer a la que besó Blanca Inés Durán —a los 26 años— se convertiría también en su novia, y un año más tarde en la causante de todos sus dolores de corazón. Durán fue quien tomó la iniciativa, quien se lanzó a dar el primer beso, quien después de diez minutos rompió el silencio y preguntó: ¿quieres hablar? Su amiga, la mujer tierna, alta, de cabello negro y piel blanca, muy blanca, siguió muda unos segundos. Luego dijo que no, que lo dejaran para después.
La conversación fue al día siguiente. “Dejamos claro que queríamos estar juntas, pero nos dijimos ‘nos gustamos y punto, pero no somos lesbianas’. Ella reaccionó muy bien cuando le di el beso, eso fue fundamental para ayudarme a salir del clóset”, cuenta Durán desde su nuevo despacho en la Alcaldía de Chapinero, mientras masajea con la mano derecha una pelota relajante, para dejar atrás el cansancio, el estrés y el acelere de los tres primeros días como alcaldesa local.
Fue un año de amor furtivo, de negaciones, de novios fachada para salir juntas; después vino el desamor, el despecho, “la sensación de no encontrar a alguien más, de pensar ‘soy la única en esta condición’ ”. Su refugio fue la internet. Conoció gente, comenzó a visitar bares gay. En uno de esos sitios, casi siempre anónimos, se reencontró con un amigo: Édgar Robles, activista de la comunidad LGBT (Asociación de la diversidad sexual: lesbianas, gays, bisexuales y transgénero) y el primer scout declarado gay públicamente. Ella le hizo “la pregunta estúpida que siempre hace uno cuando se encuentra a alguien en un bar gay: ‘¿usted qué hace aquí?’ ”. “Lo mismo que usted”, dijo Édgar. Con él siguió recorriendo los bares de Chapinero. Con él, también, comenzó a asistir a las reuniones de la comunidad LGBT, se convirtió en activista y asistió a la fundación del partido Polo Democrático Independiente, representando a esta comunidad.
Para ese tiempo su mamá —la señora Silvia Hernández, una cristiana devota—, ya la había enfrentado, ya le había preguntado: “¿sumercé, por qué no sale con hombres, por qué no tiene novio?”, y la hija ya le había respondido: “Mamita, sumercé sabe lo que pasa”. Entonces Blanca Inés decidió irse de la casa para vivir sola, en Chapinero, en un apartamento pequeñito. Y también decidió salir del clóset totalmente, “si mi mamá sabía, el resto de la gente no me importaba”.
Blanca Inés Durán salió de la casa, visitó bares, convivió cinco años con una mujer y después soportó un divorcio doloroso. “Ella era mi familia. Habíamos formado un hogar, nos habíamos proyectado a largo plazo”, dice la alcaldesa todavía desde su despacho, todavía con la pelota relajante en la mano derecha, y en la mano izquierda una manilla con la bandera de ocho franjas (rosa, roja, naranja, amarilla, verde, turquesa, azul y violeta) que representa a la población gay.
Al mismo tiempo continuaba en la política, en la comunidad LGBT, en el Polo Democrático. En enero de este año la llamaron a pedirle que participara en el proceso de selección del alcalde local de Chapinero. Le advirtieron que había unos cuantos candidatos conservadores, cristianos y homofóbicos que querían sacar a la comunidad gay del sector. Entonces ella aceptó. El 14 de abril le notificaron que era la nueva alcaldesa.
En la ceremonia de posesión, una enorme bandera de ocho colores que representa a la población gay, resaltaba en la Plaza de Bolívar. La mantenían en lo alto los integrantes de la comunidad LGBT, amigos de la alcaldesa. Ella, desde la tarima, levantó el brazo para saludarlos. La manilla de los colores arco iris, que siempre lleva puesta en la mano izquierda, quedó al descubierto. Aquellos que sostenían la bandera se emocionaron más, aplaudieron más fuerte.
Entre el público estaba la madre, doña Silvia Hernández, emocionada por el triunfo de su hija. Dijo que la apoyaba, que iba a orar mucho por ella, que el cargo que le esperaba era de gran responsabilidad, que la ayuda de Dios era imprescindible. También, entre la multitud, había una mujer joven, de estatura mediana y cabello largo y oscuro. Vestía jean, camiseta y gafas; nada de maquillaje. Ella es la novia de la alcaldesa. Llevan un año y siete meses. Es profesora de mercadeo y ahora, por recomendación de Durán, es miembro del Polo de Rosa (organización del Polo Democrático Alternativo conformada por integrantes del LGBT).
La novia de la alcaldesa estuvo en silencio. Quiere mantenerse en el anonimato. Todavía no ha salido totalmente del clóset, como su pareja, a quien el destape le costó 26 años de silencio y apariencias.
La alcaldesa de Chapinero, Blanca Inés Durán Hernández, tiene 36 años y lleva más de diez trabajando en política. Es egresada de la Facultad de Ingeniería Industrial de la Universidad de los Andes, donde también fue docente. Tiene una larga trayectoria en el sector público y en el campo de las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos. Su último cargo (entre mayo de 2005 y enero de 2008) fue como oficial de proyectos de Project Counselling Service, un consorcio de ONG internacionales.
Por cerca de cuatro años coordinó el proyecto de fortalecimiento comunitario de la Corporación Opción Legal (agencia implementadora de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados –ACNUR–). También se desempeñó como asesora del programa de reinserción de la Red de Solidaridad Social, de la Consejería Presidencial para el Desarrollo Social y de la Corporación Centro de Estudios Constitucionales Plural, además fue consultora de la Organización Internacional para las Migraciones –OIM–. Es miembro de diversas organizaciones sociales y ambientalistas, y fundadora del grupo Polo de Rosa, el cual hace parte del Polo Democrático Alternativo, partido al cual pertenece.
La primera mujer a la que besó Blanca Inés Durán —a los 26 años— se convertiría también en su novia, y un año más tarde en la causante de todos sus dolores de corazón. Durán fue quien tomó la iniciativa, quien se lanzó a dar el primer beso, quien después de diez minutos rompió el silencio y preguntó: ¿quieres hablar? Su amiga, la mujer tierna, alta, de cabello negro y piel blanca, muy blanca, siguió muda unos segundos. Luego dijo que no, que lo dejaran para después.
La conversación fue al día siguiente. “Dejamos claro que queríamos estar juntas, pero nos dijimos ‘nos gustamos y punto, pero no somos lesbianas’. Ella reaccionó muy bien cuando le di el beso, eso fue fundamental para ayudarme a salir del clóset”, cuenta Durán desde su nuevo despacho en la Alcaldía de Chapinero, mientras masajea con la mano derecha una pelota relajante, para dejar atrás el cansancio, el estrés y el acelere de los tres primeros días como alcaldesa local.
Fue un año de amor furtivo, de negaciones, de novios fachada para salir juntas; después vino el desamor, el despecho, “la sensación de no encontrar a alguien más, de pensar ‘soy la única en esta condición’ ”. Su refugio fue la internet. Conoció gente, comenzó a visitar bares gay. En uno de esos sitios, casi siempre anónimos, se reencontró con un amigo: Édgar Robles, activista de la comunidad LGBT (Asociación de la diversidad sexual: lesbianas, gays, bisexuales y transgénero) y el primer scout declarado gay públicamente. Ella le hizo “la pregunta estúpida que siempre hace uno cuando se encuentra a alguien en un bar gay: ‘¿usted qué hace aquí?’ ”. “Lo mismo que usted”, dijo Édgar. Con él siguió recorriendo los bares de Chapinero. Con él, también, comenzó a asistir a las reuniones de la comunidad LGBT, se convirtió en activista y asistió a la fundación del partido Polo Democrático Independiente, representando a esta comunidad.
Para ese tiempo su mamá —la señora Silvia Hernández, una cristiana devota—, ya la había enfrentado, ya le había preguntado: “¿sumercé, por qué no sale con hombres, por qué no tiene novio?”, y la hija ya le había respondido: “Mamita, sumercé sabe lo que pasa”. Entonces Blanca Inés decidió irse de la casa para vivir sola, en Chapinero, en un apartamento pequeñito. Y también decidió salir del clóset totalmente, “si mi mamá sabía, el resto de la gente no me importaba”.
Blanca Inés Durán salió de la casa, visitó bares, convivió cinco años con una mujer y después soportó un divorcio doloroso. “Ella era mi familia. Habíamos formado un hogar, nos habíamos proyectado a largo plazo”, dice la alcaldesa todavía desde su despacho, todavía con la pelota relajante en la mano derecha, y en la mano izquierda una manilla con la bandera de ocho franjas (rosa, roja, naranja, amarilla, verde, turquesa, azul y violeta) que representa a la población gay.
Al mismo tiempo continuaba en la política, en la comunidad LGBT, en el Polo Democrático. En enero de este año la llamaron a pedirle que participara en el proceso de selección del alcalde local de Chapinero. Le advirtieron que había unos cuantos candidatos conservadores, cristianos y homofóbicos que querían sacar a la comunidad gay del sector. Entonces ella aceptó. El 14 de abril le notificaron que era la nueva alcaldesa.
En la ceremonia de posesión, una enorme bandera de ocho colores que representa a la población gay, resaltaba en la Plaza de Bolívar. La mantenían en lo alto los integrantes de la comunidad LGBT, amigos de la alcaldesa. Ella, desde la tarima, levantó el brazo para saludarlos. La manilla de los colores arco iris, que siempre lleva puesta en la mano izquierda, quedó al descubierto. Aquellos que sostenían la bandera se emocionaron más, aplaudieron más fuerte.
Entre el público estaba la madre, doña Silvia Hernández, emocionada por el triunfo de su hija. Dijo que la apoyaba, que iba a orar mucho por ella, que el cargo que le esperaba era de gran responsabilidad, que la ayuda de Dios era imprescindible. También, entre la multitud, había una mujer joven, de estatura mediana y cabello largo y oscuro. Vestía jean, camiseta y gafas; nada de maquillaje. Ella es la novia de la alcaldesa. Llevan un año y siete meses. Es profesora de mercadeo y ahora, por recomendación de Durán, es miembro del Polo de Rosa (organización del Polo Democrático Alternativo conformada por integrantes del LGBT).
La novia de la alcaldesa estuvo en silencio. Quiere mantenerse en el anonimato. Todavía no ha salido totalmente del clóset, como su pareja, a quien el destape le costó 26 años de silencio y apariencias.
La alcaldesa de Chapinero, Blanca Inés Durán Hernández, tiene 36 años y lleva más de diez trabajando en política. Es egresada de la Facultad de Ingeniería Industrial de la Universidad de los Andes, donde también fue docente. Tiene una larga trayectoria en el sector público y en el campo de las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos. Su último cargo (entre mayo de 2005 y enero de 2008) fue como oficial de proyectos de Project Counselling Service, un consorcio de ONG internacionales.
Por cerca de cuatro años coordinó el proyecto de fortalecimiento comunitario de la Corporación Opción Legal (agencia implementadora de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados –ACNUR–). También se desempeñó como asesora del programa de reinserción de la Red de Solidaridad Social, de la Consejería Presidencial para el Desarrollo Social y de la Corporación Centro de Estudios Constitucionales Plural, además fue consultora de la Organización Internacional para las Migraciones –OIM–. Es miembro de diversas organizaciones sociales y ambientalistas, y fundadora del grupo Polo de Rosa, el cual hace parte del Polo Democrático Alternativo, partido al cual pertenece.