Yo estuve en el proceso de renovación de los buses de Transmilenio
La renovación de 1.422 buses, la mitad de la flota del sistema, fue el proceso más complejo para el Distrito durante este año. No fue fácil sacar adelante la licitación, pero finalmente llegarán a mediados de 2019.
Felipe García Altamar / fgarcia@elespectador.com / @FelipeAltamar
Hace cinco años Bogotá tenía que estrenar articulados de Transmilenio (TM) para sus portales más antiguos: Calle 80, Av. Caracas, Autopista Norte, Av. de las Américas, NQS y Av. Suba. La tarea no se hizo en ese entonces y el resultado fue que 1.162 buses, que tenían que ser chatarrizados hacía más de siete años, hoy siguen prestando servicio en las troncales del sistema.
Así las cosas, el mayor desafío para María Consuelo Araújo al pasar de encabezar la Secretaría de Integración Social a gerenciar TM fue sacar adelante la licitación para los nuevos buses. Y fue ella quien presidió la audiencia en la que se adjudicaron diez de los doce contratos (cinco para provisión y cinco para operación) de la nueva flota. El evento se llevó a cabo en uno de los salones de la sede de Transmilenio, ubicada sobre la calle 26, y acogió a más de 100 interesados en el proceso, entre representantes de los siete proponentes, miembros de los entes de control, directivos del sistema y otros funcionarios del Distrito.
La audiencia se instaló temprano, hacia las 9:00 a.m. de un viernes. Era un encuentro que se preveía largo y extenuante, pues minutos antes de iniciar la jornada, la gerente de TM emitió un decreto que declaraba hábil el sábado; es decir, los ganadores de la audiencia más importante del año para el Distrito podrían conocerse hasta el día siguiente.
De un lado, en una fila, se hicieron los funcionarios y anfitriones. En el resto del auditorio se ubicaron los miembros de los entes de control, los representantes de las empresas y personal de logística. Instantes previos a la primera intervención la ansiedad reinaba en el auditorio: los miembros de los distintos equipos secreteaban entre sí y otros preferían revisar sus libretas o sus celulares. Todos ultimaban detalles para su presentación. La ansiedad se convirtió en tensión cuando Araújo tomó el micrófono, dio la bienvenida a los asistentes, leyó los 15 puntos de la agenda y explicó la dinámica de la audiencia.
Pese a la presión que se propagaba en el ambiente, toda vez que los intereses económicos involucrados eran enormes, la audiencia fue corrida y dinámica. Uno a uno fueron pasando al estrado los abogados, muchos de ellos famosos en el ámbito jurídico-administrativo, quienes defendieron la solidez del consorcio que representaban. En esa primera intervención también se hicieron nuevas observaciones al proceso licitatorio, aparte de los 1.668 reparos que se presentaron durante los prepliegos. Los que no tenían reparos aplaudieron el informe de evaluación final de TM.
Mucho respeto y formalidad hubo en la audiencia, incluso cuando entre los oferentes se “atacaban” para señalar los errores de los otros o se buscaba la forma de exaltar su propuesta. Aproximadamente cada 45 minutos había un receso, que contrario a ser momentos laxos o de dispersión, se convertían en espacios aún más tensionantes en los que cada equipo trataba de ajustar su estrategia legal y jurídica para que en los siguientes espacios de intervención pudieran tener nuevas oportunidades de ganar puntos. Las pausas eran prácticamente una nueva planeación entre los abogados, para definir novedades en sus estrategias.
Las intervenciones transcurrían, los argumentos cada vez eran más sólidos, especialmente para los que se proyectaban como ganadores de acuerdo con los puntajes y condiciones de los pliegos. La suerte estaba echada y poco a poco la audiencia entraba en etapa de definiciones: los primeros consorcios descalificados fueron anunciados y a otros, aunque no fueron descalificados, debido a su propuesta se redujo su participación a menos lotes de los que ofertó. A partir de allí aumentó el nerviosismo, todos sabían que en pocos minutos se conocerían los ganadores de los millonarios contratos.
Entre decenas de sobres con las propuestas consolidadas, explicaciones finales del comité evaluador e intentos de última hora por convencer a los directivos de TM, transcurrieron los minutos decisivos de la audiencia. Finalmente entró al recinto la urna. Grande, misteriosa y transparente, la caja de cristal contenía absolutamente todos los detalles de los articulados y biarticulados que proponían para el sistema. Antes de destapar las cartas, el silencio reinó en el auditorio, hasta que por fin el comité evaluador empezó a detallar la tecnología del motor, las marcas de chasis y carrocería, entre otros aspectos claves para quedarse con los contratos.
Lote por lote, el comité empezó a adjudicar los contratos. El más apetecido, el de El Tunal con sus 432 articulados, fue para Bogotá Móvil Provisión con sus buses diésel. No obstante, los del consorcio no fueron los asistentes más felices tras la adjudicación: la familia Martínez, propietaria del consorcio Sistema Integrado SI18, se volvió loca cuando los anunciaron como adjudicatarios de tres lotes (Autonorte, Suba y Calle 80), en los que pondrán a operar 474 buses de gas. “Hay enorme satisfacción por haber sido los pioneros en traer los buses de gas a Bogotá. Es un compromiso con las nuevas generaciones de la ciudad”, dijo una de las hermanas Martínez tras la decisión.
El lote restante, el de Usme, fue para Estructura Plural, que aportará 256 nuevos buses diésel. El lote de Américas (260 biarticulados) fue declarado desierto y días después adjudicado a Masivo Bogotá en una licitación exprés. Tras 12 horas de audiencia quedaron varias conclusiones: los buses de gas serán mayoría en las troncales, el operador SI2018 fue el gran ganador y los buses eléctricos deberán buscar espacio en la ciudad hasta 2019, cuando empiece la renovación de los buses del SITP y las convocatorias para vincular buses para las zonas en las que aún existe el servicio provisional.
Hace cinco años Bogotá tenía que estrenar articulados de Transmilenio (TM) para sus portales más antiguos: Calle 80, Av. Caracas, Autopista Norte, Av. de las Américas, NQS y Av. Suba. La tarea no se hizo en ese entonces y el resultado fue que 1.162 buses, que tenían que ser chatarrizados hacía más de siete años, hoy siguen prestando servicio en las troncales del sistema.
Así las cosas, el mayor desafío para María Consuelo Araújo al pasar de encabezar la Secretaría de Integración Social a gerenciar TM fue sacar adelante la licitación para los nuevos buses. Y fue ella quien presidió la audiencia en la que se adjudicaron diez de los doce contratos (cinco para provisión y cinco para operación) de la nueva flota. El evento se llevó a cabo en uno de los salones de la sede de Transmilenio, ubicada sobre la calle 26, y acogió a más de 100 interesados en el proceso, entre representantes de los siete proponentes, miembros de los entes de control, directivos del sistema y otros funcionarios del Distrito.
La audiencia se instaló temprano, hacia las 9:00 a.m. de un viernes. Era un encuentro que se preveía largo y extenuante, pues minutos antes de iniciar la jornada, la gerente de TM emitió un decreto que declaraba hábil el sábado; es decir, los ganadores de la audiencia más importante del año para el Distrito podrían conocerse hasta el día siguiente.
De un lado, en una fila, se hicieron los funcionarios y anfitriones. En el resto del auditorio se ubicaron los miembros de los entes de control, los representantes de las empresas y personal de logística. Instantes previos a la primera intervención la ansiedad reinaba en el auditorio: los miembros de los distintos equipos secreteaban entre sí y otros preferían revisar sus libretas o sus celulares. Todos ultimaban detalles para su presentación. La ansiedad se convirtió en tensión cuando Araújo tomó el micrófono, dio la bienvenida a los asistentes, leyó los 15 puntos de la agenda y explicó la dinámica de la audiencia.
Pese a la presión que se propagaba en el ambiente, toda vez que los intereses económicos involucrados eran enormes, la audiencia fue corrida y dinámica. Uno a uno fueron pasando al estrado los abogados, muchos de ellos famosos en el ámbito jurídico-administrativo, quienes defendieron la solidez del consorcio que representaban. En esa primera intervención también se hicieron nuevas observaciones al proceso licitatorio, aparte de los 1.668 reparos que se presentaron durante los prepliegos. Los que no tenían reparos aplaudieron el informe de evaluación final de TM.
Mucho respeto y formalidad hubo en la audiencia, incluso cuando entre los oferentes se “atacaban” para señalar los errores de los otros o se buscaba la forma de exaltar su propuesta. Aproximadamente cada 45 minutos había un receso, que contrario a ser momentos laxos o de dispersión, se convertían en espacios aún más tensionantes en los que cada equipo trataba de ajustar su estrategia legal y jurídica para que en los siguientes espacios de intervención pudieran tener nuevas oportunidades de ganar puntos. Las pausas eran prácticamente una nueva planeación entre los abogados, para definir novedades en sus estrategias.
Las intervenciones transcurrían, los argumentos cada vez eran más sólidos, especialmente para los que se proyectaban como ganadores de acuerdo con los puntajes y condiciones de los pliegos. La suerte estaba echada y poco a poco la audiencia entraba en etapa de definiciones: los primeros consorcios descalificados fueron anunciados y a otros, aunque no fueron descalificados, debido a su propuesta se redujo su participación a menos lotes de los que ofertó. A partir de allí aumentó el nerviosismo, todos sabían que en pocos minutos se conocerían los ganadores de los millonarios contratos.
Entre decenas de sobres con las propuestas consolidadas, explicaciones finales del comité evaluador e intentos de última hora por convencer a los directivos de TM, transcurrieron los minutos decisivos de la audiencia. Finalmente entró al recinto la urna. Grande, misteriosa y transparente, la caja de cristal contenía absolutamente todos los detalles de los articulados y biarticulados que proponían para el sistema. Antes de destapar las cartas, el silencio reinó en el auditorio, hasta que por fin el comité evaluador empezó a detallar la tecnología del motor, las marcas de chasis y carrocería, entre otros aspectos claves para quedarse con los contratos.
Lote por lote, el comité empezó a adjudicar los contratos. El más apetecido, el de El Tunal con sus 432 articulados, fue para Bogotá Móvil Provisión con sus buses diésel. No obstante, los del consorcio no fueron los asistentes más felices tras la adjudicación: la familia Martínez, propietaria del consorcio Sistema Integrado SI18, se volvió loca cuando los anunciaron como adjudicatarios de tres lotes (Autonorte, Suba y Calle 80), en los que pondrán a operar 474 buses de gas. “Hay enorme satisfacción por haber sido los pioneros en traer los buses de gas a Bogotá. Es un compromiso con las nuevas generaciones de la ciudad”, dijo una de las hermanas Martínez tras la decisión.
El lote restante, el de Usme, fue para Estructura Plural, que aportará 256 nuevos buses diésel. El lote de Américas (260 biarticulados) fue declarado desierto y días después adjudicado a Masivo Bogotá en una licitación exprés. Tras 12 horas de audiencia quedaron varias conclusiones: los buses de gas serán mayoría en las troncales, el operador SI2018 fue el gran ganador y los buses eléctricos deberán buscar espacio en la ciudad hasta 2019, cuando empiece la renovación de los buses del SITP y las convocatorias para vincular buses para las zonas en las que aún existe el servicio provisional.