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La momificación en el antiguo Egipto se practicó durante casi 4.000 años. En ese proceso, el embalsamamiento, la preservación del cuerpo y los órganos del difunto, era un componente central. ¿Se ha preguntado a qué olía un cadáver entonces? Un grupo de investigadores acaba de descubrirlo, usando tecnologías químicas de vanguardia para examinar bálsamos de momificación excavados hace más de un siglo por el arqueólogo británico Howard Carter en una tumba en el famoso Valle de los Reyes, en Egipto.
Los científicos rasparon residuos de bálsamo de frascos ahora vacíos que alguna vez contuvieron los órganos momificados de una mujer noble llamada Senetnay, que murió alrededor del 1450 a.C. El análisis reveló bálsamos compuestos de cera de abejas, aceite vegetal, grasas, betún y resinas de Pinaceae (sustancias naturales producidas por algunas especies de árboles pertenecientes a la familia de las Pináceas, que incluye coníferas como los pinos, abetos y cedros), además de una sustancia balsámica no identificada.
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“Estos fueron los bálsamos más ricos y complejos jamás identificados para este período temprano. Estaba claro que se había puesto mucho esfuerzo en hacer los bálsamos. Esto sugiere que Senetnay, quien fue la nodriza del futuro faraón Amenhotep II, había sido una figura importante en su época”, escriben los investigadores en una columna en The Conversation. El bálsamo de Senetnay perfumó el aire con pino, bálsamo, vainilla y otras notas exóticas. “Sin embargo, debido a la naturaleza volátil de los olores, los olores (...) desaparecieron gradualmente una vez que sus restos fueron depositados en el Valle de los Reyes”.
Las recetas exactas utilizadas en los bálsamos de momificación del antiguo Egipto han sido debatidas durante mucho tiempo debido a la escasez de textos que nombran sus ingredientes precisos. A pesar del largo período durante el cual se practicó la momificación (casi 4000 años), existen solo unas pocas fuentes escritas —como el Ritual de Embalsamamiento— que abordan el proceso de momificación, y ninguno de estos textos proporciona los ingredientes exactos utilizados en la preparación de los bálsamos.
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Algo interesante de este trabajo es que algunos de los ingredientes encontrados no se usaban comúnmente para embalsamamiento en el Egipto del Reino Nuevo. A medida que pasó el tiempo, sugieren los investigadores, “los bálsamos se volvieron más complejos, con la introducción de diversas resinas, lo que probablemente refleja tanto la evolución de los enfoques de la momificación como la creciente capacidad de adquirir ingredientes de lugares más lejanos”. Es decir, es posible que los antiguos egipcios buscaran “ingredientes para los bálsamos de momificación a lo largo y ancho del mundo, recurriendo a extensas redes comerciales que se extendían hasta áreas más allá de su reino”, escriben los autores del estudio, que planean hacer una exposición de su estudio en el Museo Moesgaard, de Dinamarca.